El legado histórico de una marca es uno de sus mayores tesoros, un patrimonio que, además de ser exhibido en museos y exposiciones, se ofrece como la principal fuente de inspiración de la relojería. Personalmente, creo que no hay mejor manera de rendir homenaje a esa herencia que reeditar relojes históricos, ya sea con un diseño idéntico a los originales o mediante reinterpretaciones que se ofrecen bajo un look más acorde a los gustos actuales. Sin lugar a dudas, una de las firmas que mejor lleva a cabo esta tarea es Longines con su colección Heritage. En ella podríamos resumir la historia de la relojería desde finales del siglo XIX hasta la década de los años 70 del siglo pasado (justo cuando empieza la crisis del cuarzo).
Sumándose a dicha colección, Longines nos presenta el Heritage Military, un reloj que se inspira en un reloj de los años cuarenta diseñado para la Real Fuerza Aérea Británica. Con número de referencia L2.819.4.93.2, se une a otros modelos con el mismo nombre presentados en años anteriores. Así, en 2013 lanzó el Longines Heritage Military 1938, seguido por el Longines Heritage Military COSD en 2015 y el Longines Heritage Military un año después.
Hablemos primero del original, un reloj que fue llevado por Stanley Turner, un radiotelegrafista en los aviones de la RAF británica durante la Segunda Guerra Mundial y que fue condecorado en varias ocasiones por sus hazañas. Este ejemplar fue encontrado y entregado a Longines por un joven coleccionista inglés.
La agradable sorpresa es que el Longines Heritage Military adopta exactamente el mismo diseño del original, exceptuando las dimensiones de su caja: si el modelo histórico medía 32,50 mm de diámetro, esta reedición crece hasta los 38,50 mm, un tamaño que si bien es considerablemente mayor que el original, resulta muy comedido para los gustos actuales. Punto a favor para Longines: lanzar un reloj masculino de 32,50 mm hubiera sido una temeridad, por lo que para mantener la mayor parte de su encanto vintage lo ha reeditado con un tamaño mucho menor que los estándares actuales.
Con una estética tremendamente minimalista en el que la legibilidad es primordial, el verdadero protagonista es la esfera: con el fin de reproducir la pátina de la pieza original, está decorada con diminutas gotitas negras pulverizadas a mano, lo que convierte cada reloj en una pieza única. Ciertamente no consigue reproducir exactamente el envejecimiento real del modelo de los cuarenta, pero ese «efecto» vintage le viene como anillo al dedo, confiriéndole una fuerte personalidad y carácter. Sobre ella se dispone una escala perimetral chemin de fer junto a doce números arábigos horarios, manecillas de horas y minutos «poire» y una segundera de tipo bastón, las tres azuladas. Por suerte, el nombre de la marca es el único texto que aparece en ella: es la única pieza de las colecciones actuales de Longines que, alojando un movimiento automático, no lleva la mención «Automatic» en su esfera.
La caja de acero luce una gran corona cónica y un fondo ciego que implementa grabado el nombre del reloj junto a su referencia y hermeticidad (3 bar). De acabado satinado y bisel pulido. se complementa con un cristal de zafiro abombado que rememora la estética original de los cristales plásticos.
Manteniendo el encanto histórico de su fuente de inspiración, se entrega con una pulsera de piel envejecida de color verde o con una pulsera sintética NATO del mismo color. En la imagen inferior podéis ver las dos correas. Un detalle: en estos render facilitados por Longines podemos ver un error: carece del envejecido de la esfera.
En su interior late el Calibre L888.2 (ETA A31.L01), un mecanismo de remonte automático que late a 25.200 alternancias por hora y dispone de una excelente reserva de marcha de 64 horas. Su precio se sitúa en 1.860 €.