MB&F HM8 Can-Am. The show must go on.
Sorprendente y rompedor el pozo de la imaginación de Maximilian Büsser y sus compañeros de viaje parece no tener fondo. Demos la bienvenida al nuevo HM8.
Y es que la Alta Relojería en su versión más independiente encuentra a su Queen particular en MB&F. Sorprendente y rompedor, el pozo de la imaginación de Maximilian Büsser y sus compañeros de viaje parece no tener fondo. Sus recursos son infinitos y los resultados sencillamente espectaculares. Demos la bienvenida al nuevo integrante de la serie Horological Machine, al HM8 A kind of magic …
Como viene siendo habitual en las creaciones de MB&F, probablemente más en la serie Horological Machine que en la Legacy, todas y cada una de las colecciones suelen recibir un sobrenombre que las identifica con la idea que las originó. En este caso, el HM8 será conocido también con Can-Am en referencia a las carreras automovilísticas de las que ha tomado, una vez más, prestada la esencia para su diseño.
La Canadian-American Challenge Cup (Can-Am).
En la década de 1960, las competiciones de Fórmula 1 se desarrollaban principalmente en Europa y, adicionalmente, estaban muy restringidas por normas establecidas que tan sólo permitían introducir ligeras modificaciones en los vehículos. Todo ello orientado a limitar la velocidad de los coches que en ella participaban. De este modo, sólo se diseñaban y desarrollaban motores hasta una potencia de 600 CV.
Algunos competidores del nuevo continente, no conformes con las limitaciones impuestas en Europa, decidieron organizar su propia competición, la Canadian-American Challenge Cup (que se popularizaría bajo el nombre de Can-Am). La Can-Am se convirtió en el trampolín de muchos de los grandes nombres de las competiciones automovilísticas como Lola y McLaren. En contraposición a las carreras europeas, la Can-Am parecía tener una sola regla, y esta era la de correr lo más rápido posible.
La Can-Am se celebró desde 1966 hasta 1987, con dos carreras en Canadá y cuatro en Estados Unidos cada temporada. Puesto que prácticamente todo estaba permitido en cuanto a tamaño de motor, potencia y aerodinámica, la competición se convirtió en una verdadera cuna de innovación técnica de la época. Los alerones, la turbo-compresión, la aerodinámica y los materiales como el titanio fueron perfeccionados en esta competición. El resultado desembocó en motores que rondaban los 1.000 CV, prácticamente el doble que los permitidos en la Fórmula 1. Esta extraordinaria potencia fue la que originó las características barras anti-vuelco cromadas que garantizaban la seguridad del piloto.
La falta de restricciones en la que descansaba el mayor atractivo de la competición era, al mismo tiempo, un problema en lo que al aspecto financiero se refería. Los continuos desarrollos resultaban extremadamente caros. En 1972 Porsche desarrolló un 917 con motor flat-12 de 1.580 CV. Bautizado como Turbo Panzer, este 917 pesaba apenas 816 Kg y era capaz de sobrepasar los 380 km/h en los tramos rectos. El abrumador dominio del Turbo Panzer en 1973 dio lugar a una de las pocas normas de la Can-Am, relacionada con el consumo de carburante de los vehículos. No obstante, a principios de la década de los 70 ya se percibía el final próximo de la competición. La crisis del petróleo y la posterior recesión colaboraron a agravar los problemas y, en 1987, la Can-Am celebraba su última carrera.
Horological Machine nº8 Can-Am.
Si bien la admiración de Maximilian Büsser por los coches es más que conocida, en esta ocasión la referencia para el diseño del nuevo HM8 no parte de ninguno de los modelos de la Can-Am en particular, ni tan siquiera del todopoderoso Turbo Panzer. En esta ocasión lo que realmente ha seducido a Büsser ha sido la ausencia de normas de la competición y la innovación tecnológica fruto de esta libertad. Sin duda alguna, espejo de MB&F en cuanto a concepto. Las barras cromadas incorporadas a la caja del nuevo HM8 son el vínculo de unión con la Can-Am.
Aunque habitualmente el número que identifica a cada uno de los Horological Machines se limita al correlativo según el último asignado, en esta ocasión MB&F se salta el HM7 – no os preocupéis, no lo elimina, sólo deja su presentación para el próximo año – por motivos razonablemente obvios. De igual modo que 5 + 3 es igual a 8, no hace falta esforzarse demasiado para ver en el HM8 una fusión entre los anteriores HM5, en los prismas ópticos para la visualización de horas y minutos basados en el reloj Amida, y en la todopoderosa hacha de guerra a modo de masa oscilante del HM3.
Con unas dimensiones de 49 mm y 51,5 mm de lado, es decir, prácticamente cuadrada, y un espesor de 19 mm, la espectacular caja del HM8 cuenta con una estanquidad de 3 bar (30 metros) y verá la luz en dos ediciones de lanzamiento (literal desde la nota de prensa, por lo que cabe esperar que veremos más HM8 en otros materiales). Una de ellas combina el titanio con el oro blanco y una correa en piel de aligátor azul con cierre desplegable en oro blanco, en tanto que la segunda mantiene el titanio para combinarlo con oro rojo y aplica el marrón a la correa con la misma tonalidad de oro al cierre.
Si bien es cierto que los 60 componentes de esta caja forman un conjunto absolutamente espectacular, probablemente sean dos los elementos que más llamen la atención. En primer lugar el cristal de zafiro que cubre la totalidad de la parte superior del HM8 y, en segundo, las dos barras laterales que emulan las barras anti-vuelco montadas en los vehículos participantes de la Can-Am. Estas barras son ligeras y resistentes, propiedades aportadas por el titanio en el que están manufacturadas. Pero el titanio es poseedor de una tercera característica: la poca maleabilidad necesaria, en este caso particular, para imprimir la curvatura a estos elementos de la caja del reloj. La solución adoptada por MB&F consiste en partir de un solo bloque macizo de un titanio muy particular ya utilizado por la marca en el anterior HM6 y conocido como Ti-6Al-4V. Se trata de una aleación significativamente más resistente que el titanio puro comercial, al que se le añade un 6% de aluminio y un 4% de vanadio, con trazas de oxigeno y hierro.
El motor que alimenta el movimiento del nuevo HM8 ha sido concebido y desarrollado internamente por MB&F partiendo de un movimiento base de Girard-Perregaux (Siempre admiraré a Maximilian Büsser por su sana costumbre de poner todas las cartas sobre la mesa. Se trata ciertamente de una actitud poco habitual, ya que lo normal suele ser justamente lo contrario). La reserva de marcha de este calibre formado por un total de 247 componentes es de 42 horas y la frecuencia de oscilación del volante de 28.800 alternancias por hora (4 Hz).
Las indicaciones que este movimiento permite implementar en el HM8 son las de horas saltantes y minutos con disco de arrastre (contra el sistema de linternado) mediante el montaje de discos superpuestos que giran en un plano horizontal paralelo a la platina del calibre y que son llevados al plano vertical gracias a dos prismas ópticos fabricados en cristal de zafiro y que reflectan y magnifican las dimensiones de los numerales en un 20%.
Para ir acabando, ¿por qué no? Un mosaico con todos los modelos que, a día de hoy, forman el ya extenso catálogo de los Horological Machines de MB&F. Alguno nos habremos dejado en el tintero, pero ahí los tenéis. Si os lo perdisteis en su día y tenéis ganas de más, clicad aquí para leer todos los artículos que hemos publicado en Watch-Test sobre esta genial marca.
Y ahora sí, como colofón a esta presentación, os dejo con el video editado por MB&F con las imágenes del HM8 combinadas con otras de archivo de la Can-Am.