De todos vosotros es sabida nuestra admiración por la creaciones de la manufactura ginebrina MB&F, más aún después de haber podido disfrutar de la visita a sus instalaciones el pasado mes de enero y comprobar que sus guardatiempos no son lo que aparentan en las imágenes de prensa, sino que las superan con creces. Prácticamente la totalidad de los modelos que integran sus colecciones han sido objeto de un artículo en profundidad en el que hemos destacado tanto sus particularidades de diseño y construcción como las correspondientes a sus logros en el campo de la micromecánica aplicada a los calibres.
A estas alturas, la mayoría de nuestros lectores son conocedores de las dos colecciones existentes en la manufactura. En primer lugar, los Horological Machines, saga con la que se inició la andadura de este laboratorio de ideas y cuyos componentes se identifican por números sucesivos desde el HM1 hasta el HM4 Thunderbolt. Hace tan sólo un año Maximilian Büsser nos sorprendía con la segunda colección, la que bautizó con el nombre de Legacy Machine y que se inició con el impresionante, a todos los niveles, LM1. Como ya os comentábamos en la entrevista que Maximilian nos concedió y que podéis leer aquí, a partir de este año 2012 MB&F sacará a la luz de manera alternativa un modelo anual de cada colección. Así pues, habiendo presentado el LM1 en 2011, el presente es año de Horological Machine.
Lo cierto es que no se trata de un nuevo modelo, ni tampoco de ningún nuevo calibre. Se trata del ya conocido por todos vosotros HM4 alterando los materiales de fabricación de la caja. Raramente los guardatiempos de MB&F son creados sin motivo aparente sino que, detrás de cada uno de ellos, hay una historia o alguna razón de ser que motiva su creación. En la visita realizada a la manufactura, el Director de Marketing y Comunicaciones de MB&F, Charris Yadigaroglou, nos comentaba las peculiaridades a nivel empresarial de la marca que, básicamente, se resumen en disponer de una estructura reducida y de una producción limitada a un cierto número de ejemplares de cada una de las piezas. Precisamente aquí radica el motivo y la historia del nuevo HM4 RT presentado durante la celebración de la última edición de Baselworld.
El HM4 RT es el tercer componente de la saga HM4. El primero en aparecer fue el HM4 Thunderbolt en el año 2010, seguido por las dos versiones presentadas el pasado 2011 basadas en la Segunda Guerra Mundial, el Razzle Dazzle y el Double Trouble, que nos sorprendieron a todos con las increíbles decoraciones realizadas a mano y al más puro estilo “Nose Art” representadas sobre el “fuselaje” del reloj.
En esta ocasión los materiales elegidos para la caja son el oro rojo y el titanio. Pero en ningún caso se trata de una elección al azar. Desde la aparición del primer modelo del HM4, Maximilian Büsser maduró la idea de utilizar el oro rojo en la fabricación de la caja. Pero había un problema: la financiación del material necesario para construirlas.
Aunque este motivo pueda sorprender a priori puesto que muchas son las manufacturas que producen sus cajas en este metal, la explicación se basa en el procedimiento de fabricación que MB&F aplica a la correspondiente al HM4: cada una de las cajas se esculpe partiendo de un bloque sólido de metal … y para la caja manufacturada en oro rojo el proceso se inicia con un lingote de, aproximadamente, 1,5 Kg.
Considerando el precio actual del oro es fácil averiguar que para fabricar las 18 unidades que constituyen esta edición limitada se precisarían otros tantos lingotes con un peso total de 27 Kg, lo cual representaría una inversión de aproximadamente 1,4 millones de dólares.
Obviamente, el oro sobrante de cada uno de los lingotes se recicla pero dado el complejo y, en consecuencia, largo proceso de fabricación, la manufactura tendría que financiar el total del material durante varios meses. Sencillamente, la dimensión de la empresa no lo permitía.
En muchas ocasiones las soluciones a problemas complicados suelen encontrarse en sencillos razonamientos. Y esta fue una de esas ocasiones. La solución adoptada fue, con toda probabilidad, la más racional de cuantas pudieran existir: no se fabricarían todas las cajas a la vez, sino que se segmentaría su producción de dos en dos. De este modo se sustituye una serie de producción de 18 relojes por 9 series de 2 unidades cada una.
Obviamente no todas las manufacturas, o mejor dicho, muy pocas de entre todas las existentes, se pueden permitir un proceso de producción de este tipo dadas las exigencias de producción a las que se ven sometidas debido a la necesidad de rentabilizar la estructura empresarial. Que MB&F pueda operar de esta manera confirma una vez más que no se trata, tal y como a Maximilian Büsser le gusta decir, de una marca de relojes sino de un laboratorio de ideas y de creación de “esculturas tridimensionales que dan la hora”.
El negocio no pudo ser más fructífero y exitoso ya que, en el mismo Baselworld, se vendieron a los distribuidores todos y cada uno de los guardatiempos, excepto el 1/18 que se reservó para aumentar la exposición de la MB&F M.A.D Gallery.