En octubre de 2006 el grupo Richemont protagonizó la adquisición de la Fabrique d´Horlogerie Minerva SA, convirtiéndose de este modo en el heredero de uno de los mayores legados de la historia de la relojería mecánica tradicional.

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Puesto que Minerva había abandonado años atrás la producción de relojes para centrarse en el diseño, desarrollo y manufactura de movimientos, la siguiente decisión fue la de asignar la nueva incorporación a una de las marcas ya existentes del grupo. Montblanc fue la firma escogida y el proceso culminó en 2007 con la creación del Institut Minerva de Recherche en Haute Horlogerie, cuya sede se establecería en el edificio que, desde 1902, había ejercido la función de oficinas centrales de Minerva en Villeret.

Los orígenes de Minerva.

La primera etapa de Minerva sería la más longeva de cuántas la seguirían. La fundación y ascensión de la manufactura hasta la cima de la relojería compartirían hasta 1934 el nombre de la familia Robert. Todo empieza cuando, en 1858, los hermanos Charles e Hippolyte fundan la empresa “H. & C. Robert”. Pocos años después sería Charles el que se quedaría como único propietario de la firma que prescindiría de la H en su denominación para quedarse en “C. Robert”.

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Dos décadas después de su fundación, cuando corría el año 1878, serían los tres hijos de Charles – Charles, Georges e Yvan – los que asumirían el control. Este nuevo cambio en la dirección de la compañía daría lugar al tercero en su denominación en tan sólo 20 años. Al contrario de lo que sucedió en las dos ocasiones anteriores, “Robert Frères Villeret” venía para quedarse durante un largo período de tiempo, concretamente hasta 1929.

Historia Minerva Logo Robert Freres VilleretRFV reuniría bajo un mismo techo la propiedad de varias marcas, cada una de ellas con su propio logotipo y productos. Mercure sería la primera en registrarse en 1886, a la que seguiría Minerva un año después, tomando su nombre de la diosa de las artes y la sabiduría de la mitología romana. Herta, Fabergé, Ariana y Tropic las seguirían en 1898. Probablemente como predicción de lo que le deparaba el futuro, Minerva y su punta de flecha ocupaban el eje central del logo que por aquel entonces identificaba a “Robert Frères Villeret”. Inicialmente, el sistema escogido por los hermanos Robert para el funcionamiento de su empresa fue el de un “établisseur” que adquiría los distintos componentes a terceros para ensamblarlos y crear los relojes de bolsillo que venderían a sus clientes finales. Finalmente, en 1895 la empresa decidió iniciar la producción de sus propios movimientos.

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El primero de los calibres desarrollados internamente por RFV fue un movimiento de 18 líneas con escape de cilindro que se mantendría en producción hasta 1941. Este movimiento fue bautizado como Calibre 18-1 suponiendo el origen de una codificación ciertamente sencilla que combinaba el número de líneas seguido del número secuencial correspondiente al orden de producción. Así, el segundo calibre que repetía las 18 líneas en su diámetro, sustituía el escape de cilindro por uno de áncora suizo adoptando la codificación de Calibre 18-2.

Los primeros cronógrafos Minerva.

En 1908, seis años después de que la empresa se trasladara a los edificios que todavía a día de hoy siguen en funcionamiento y que son la sede del Institut Minerva de Recherche en Haute Horlogerie, Robert Frères Villeret iniciaría la producción de cronógrafos y de los instrumentos conocidos como stopwatches, aquellos que, con la forma de un reloj de bolsillo, implementaban únicamente las funciones correspondientes a un cronógrafo (los erróneamente bautizados como cronómetros utilizados hasta la década de los 90).

Historia-Minerva-Official-Timekeeper-of-Car-Race-at-Reims

El primer movimiento con esta funcionalidad sería el 19-9 (el noveno de la familia de 19 líneas) que, al igual que sucedería en la mayoría de los cronógrafos de Minerva, no implementaba un contador de horas sino únicamente uno destinado a los minutos acompañado de la aguja central como contador de segundos. La excelente cronometría demostrada por estos relojes profesionales situaría a Minerva en lo más alto de la compañía de los hermanos Robert. Su fabricación los convirtió en líderes del mercado y su continuo desarrollo los llevaría a ser capaces de medir, en 1916, intervalos de tiempo de hasta la centésima de segundo.

Historia Minerva Talleres

Conseguido el principal objetivo de una cronometría impecable y sin renunciar a él, el siguiente paso debía pasar por reducir las dimensiones de los movimientos y, por ende, de los relojes que los albergaban. Así, en 1923 saldría a la luz el primer movimiento de cronógrafo de 12 ¾ ‘’’ (lo que suponía una reducción de más del 30% en el diámetro respecto del primero, el 19-9). Este movimiento, que a la postre se convertiría en uno de los primeros iconos de Minerva, suponía el vigésimo de la familia de 12 ¾ ‘’’ por lo que su referencia fue la de Calibre 13-20.

Minerva Stopwatches 1

Desarrollado en colaboración con Dubois-Dépraz, el 13-20 tenía un espesor de tan solo 6,4 mm y respondía a un cronógrafo monopulsante de remonte manual gobernado por una rueda de pilares. Las indicaciones albergadas respondían a las de horas y minutos con trotadora central para los segundos del crono y diales subsidiarios para el pequeño segundero y contador de minutos, todo ello completado por un fechador por ventanilla y con una reserva de marcha ciertamente importante de 60 horas. Posteriormente, en 1940, este mismo movimiento se produciría en su versión de dos pulsadores y con contadores de 30 ó 45 minutos. Los relojes que albergarían ambas versiones del Calibre 13-20 resultaban fáciles de distinguir debido a que sus dos pulsadores no estaban situados en el habitual ángulo de 30º desde la corona, sino a 37º.

Minerva Stopwatches 2

El éxito de Minerva no pudo seguirlo ninguna de las marcas que, hacía ya más de tres décadas, RFV había registrado. Todo ello desembocaría en que, en 1929, la compañía entera pasaría a llamarse “Minerva SA, Villeret”.

Un siglo de cambios.

Calibre Minerva 66-25

Calibre Minerva 66-25

Ciertamente, el siglo veinte sería un año repleto de cambios para Minerva. El primero de ellos tendría lugar a principios de la década de 1930 con la llegada de la crisis financiera mundial. La familia Robert se vería forzada a abandonar el negocio en 1934 después de más de setenta años al frente. Por suerte, los que se convertirían en sus nuevos propietarios, eran dos de sus trabajadores. El primero de ellos era Jacques Pelot, un ingeniero que había trabajado en Minerva desde 1921. El segundo respondía al nombre de Charles Haussener, un técnico mecánico de la casa. Bajo su dirección y tutelaje, Minerva siguió cosechando éxitos siendo nombrada cronometradora oficial de los JJOO de invierno de Garmisch-Partenkirchen (Alemania) de 1936.

Montblanc TimeWriter II Chronographe Bi-Fréquence 1000

Montblanc TimeWriter II Chronographe Bi-Fréquence 1000

Bajo la tutela de Pelot y Haussener se desarrollaron nuevos e importantes movimientos como el Calibre 19-42 diseñado para un stopwatch capaz de medir hasta la centésima de segundo. Obviamente, se trataba de toda una primicia teniendo en cuenta que la práctica totalidad de relojes de la época oscilaban a una frecuencia de 2,5 Hz con la que únicamente era posible medir fracciones de 1/5 de segundo. En la esfera de este stopwatch la trotadora central de los segundos efectuaba una vuelta completa por cada segundo transcurrido. El Calibre 19-42 tendría en el año 2012 una evolución en el Calibre 66-25 albergado en el TimeWriter II Chronographe Bi-Fréquence 1.000 de Montblanc. Este calibre de remonte manual estaba dotado de un doble sistema de escape. El primero de ellos estaba destinado a regular el tiempo base latiendo a una frecuencia estándar de 18.000 alternancias por hora con una reserva de marcha de 100 horas. Por su parte, el segundo se basaba en el 19-42 original para gobernar el cronógrafo oscilando a una frecuencia de 360.000 alternancias por hora permitiendo medir hasta la centésima de segundo aunque con una reserva de marcha reducida hasta los 45 minutos.

Diseño Calibre 10-48

Boceto del diseño del Calibre 10-48

En 1943, André Frey, sobrino de Pelot, fue el responsable del diseño del Calibre 10-48 más conocido como Pythagore y caracterizado por un posicionamiento de los puentes basado en la Proporción Áurea (1,618…) atribuida a Pitágoras. El Calibre 48, que latiría en el interior del Minerva Pythagore, tenía un diámetro de 10 ½ ‘’’ (23,6 mm) con una altura de 3,8 mm y oscilaba a 18.000 alternancias por hora (2,5 Hz) entregando una reserva de marcha de 45 horas. En 2016 Montblanc rendiría tributo a este calibre en una mezcla de tradición y vanguardismo tecnológico que daría como resultado el TimeWalker Pythagore Ultra-Light Concept. Ese mismo año, 1943, saldría también a la luz el conocido como Calibre 49 (10-49), una variante del 48 con el mismo diámetro que aumentaba su altura hasta los 4,5 mm implementando un segundero central indirecto. El Calibre 49 se utilizó por última vez en los modelos Minerva TZ y Minerva 2000. En 1945 aparecería una nueva modificación, el Calibre 50, que sustituía el segundero central por un fechador por aguja.

TimeWalker Pythagore Ultralight Concept Front

TimeWalker Pythagore Ultralight Concept Front

André Frey, sobrino de Jacques Pelot, recibiría en 1955 las acciones de su tío, en tanto que en 1960 sería Maurice Favre el que heredaría las de su suegro Charles Haussener. Ambos dirigirían la empresa durante un extenso período de tiempo que llegaría hasta lo que podríamos considerar como la era moderna de Minerva. En 1989 sería Frey con su hijo Jean-Jacques el que tomaría las riendas de lo que supondría la última etapa familiar de Minerva.

TimeWalker Pythagore Ultralight Concept Back

TimeWalker Pythagore Ultralight Concept (Vista trasera)

Durante la crisis del cuarzo de los años 70 el número de manufacturas suizas descendió drásticamente quedando reducido a menos de la mitad en el período comprendido entre 1970 y 1984. A pesar de que corrían malos tiempos para la relojería helvética, Minerva fue de las firmas que logró sobrevivir a la que posiblemente fuera la peor de cuántas crisis ha sufrido el sector en toda su historia. Esta supervivencia no fue fruto de la casualidad, sino que tuvo su origen en el reconocimiento del que gozaban sus cronógrafos. La capacidad de Minerva de producir sus propios calibres incluyendo componentes tan específicos como el volante y su espiral, así como el hecho de hacerlo para distintas frecuencias y siempre con una excelente precisión cronométrica, permitieron que la manufactura mantuviera su reputación entre profesionales, coleccionistas y aficionados.

Y hasta aquí la primera parte de la historia de Minerva. En la próxima entrega abordaremos el XXI y la llegada de Cabiddu a la empresa.

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Ingeniero Técnico Industrial, de formación electrónica con pasión por la micro-mecánica. Co-fundador y editor de Watch-Test. En mi trabajo y en la vida tengo una máxima: Las cosas hay que explicarlas de manera que se entiendan. De lo contrario, el esfuerzo es en vano.

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