El pasado 15 de octubre tuve la oportunidad, y el placer, de poder visitar los dos edificios que actualmente integran la manufactura Montblanc: Le Locle, cuartel general de la relojería de la marca desde 1997, año de nacimiento de Montblanc Montre S.A., y los talleres de la Manufactura Minerva en Villeret, incorporados a la firma desde 2007 bajo el nombre de Institut Minerva de Recherche en Haute Horlogerie. Así pues, aunque la actividad de Montblanc en el mundo de la Alta Relojería es relativamente reciente, 18 años, lo cierto es que durante sus primeros diez años de historia ya se dejó ver que el objetivo, nada fácil, era el de situarla en las altas de esferas de la relojería y llegar a conseguir que esta línea de producto no tuviera que vivir eternamente al amparo del negocio más antiguo de la marca y fuera reconocido por sus propios méritos. Resulta obvio que la incorporación de Minerva al entramado de Montblanc supuso un empuje de suma importancia, ni más ni menos que 157 años de historia desde su fundación en 1858 por Charles-Yvan Robert, y que rápidamente alcanzaría prestigio y reconocimiento mundial como uno de los mayores especialistas suizos en la manufactura de calibres de cronómetro orientados a la medición del tiempo. El resultado hasta hoy no ha podido ser más satisfactorio y, bajo mi opinión personal, estoy convencido de que son muchos los logros que están por venir.
Como siempre, el tener que plasmar en un papel – o en una pantalla como es el caso – las percepciones personales de una visita a una manufactura, son ciertamente complicadas. De hecho, pasa lo mismo que con los relojes, alguien puede darte todos los detalles habidos y por haber de una pieza en particular pero, hasta que no tenemos la oportunidad de disfrutarla personalmente, no podemos hacernos con la sensación del conjunto y decidir por nosotros mismos. Las visitas, las explicaciones y los momentos de descanso con los compañeros de viaje, periodistas y comunicación de la marca, se disfrutan de manera perfecta. Lo complicado viene cuando empiezas a repasar las notas, fotografías y resto de material que se ha ido recolectando. Después de visitar lo que puede considerarse como un número notable de manufacturas, he llegado a la conclusión de que es inútil intentar captar todas y cada una de las palabras así como las instantáneas de las visitas, es más, el hecho de estar tan pendiente de esto, impide que pueda disfrutar y asimilar de manera correcta todo lo que se nos muestra.
Así que en este artículo os dejaré pinceladas, no todo, de cada una de las dos instalaciones visitadas, Le Locle y Villeret, en el orden en el que se fueron sucediendo pero sin intentar seguir una pauta estricta. Esta pauta la seguiremos en una próxima entrega que elaboraré con la información corporativa que Montblanc nos hará llegar en breve. Es una prueba a la que, por supuesto, estamos abiertos a recibir todas las críticas, constructivas eso sí, que consideréis oportunas.
Lo que sí hay que hacer es contar la verdad así que, antes de empezar con lo que vimos en Le Locle debo deciros que el viaje empezó un día antes, la tarde del miércoles 14 de octubre. Los integrantes del grupo, unos volábamos desde Barcelona y los otros desde Madrid, nos reunimos en el aeropuerto de Ginebra, donde nos esperaba un mini-bus para recorrer los 120 km que separan a la capital suiza de Neuchâtel, localidad en la que Montblanc lo tenía todo preparado para que nos acogiera el Hotel Palafitte. Una vez realizado el check-in quedaba el tiempo suficiente para disfrutar con los compañeros de viaje de una agradable y perfecta cena en la que los temas de conversación no versaron sólo sobre relojería. El ambiente es perfecto y el coincidir en distintas ocasiones hace que las relaciones y las charlas se puedan adentrar en el terreno personal.
Le Locle
Al grano. A primera hora de la mañana nos desplazamos desde Neuchâtel hasta Le Locle, situada a unos 27 Km y lugar donde la manufactura realiza sus actividades en dos edificios distintos separados el uno del otro por tan sólo unos pocos metros. Uno de estos edificios es, de hecho, el cuartel general de Montblanc en lo que a relojería se refiere. Una casa preciosa adquirida y restaurada por la marca que precisó, al poco tiempo, de una importante ampliación por la creciente necesidad de espacio experimentada (indicador indiscutible de que las cosas se hacían bien y seguían el curso correcto). Pero esta ampliación no deberéis buscarla en la fachada del inmueble ya que, tanto por temas de facilidad en la construcción como por lo que respecta a mantener el aspecto histórico de esta, la encontraréis por debajo del suelo, en un sótano que desde todos los puntos de vista poco o nada tiene que ver con la construcción restaurada.
Atípica pero muy interesante resultó esta parte de la visita. ¿Por qué?. Pues porque de manera adicional a pasar de una manera relativamente rápida por las actividades que habitualmente muestran las manufacturas en este tipo de viajes, la organización de Montblanc decidió, muy acertadamente, centrarse en aspectos más técnicos del proceso y, para ello, puso el centro de atención en el departamento de diseño, en el laboratorio del departamento técnico y de calidad y, finalmente, en el espacio destinado a albergar las pruebas correspondientes al Laboratory Test 500 del que ya os hablé en un artículo anterior.
La primera parte, la del departamento de diseño, consistió en un recorrido por distintos puestos de trabajo en los que tuvimos la oportunidad de ver, entre otras cosas, el proceso de diseño de las esferas – agujas, numerales, índices y resto de elementos – o de las cajas y como se generan prototipos en materiales plásticos para los ensayos dimensionales que certifiquen, por ejemplo, que el habitáculo disponible es el perfecto para albergar el calibre en su interior o para estudiar detenidamente la manera de evitar el molesto cabeceo cuando usamos el guardatiempos.
Posteriormente, pasamos al laboratorio técnico y de calidad que, posiblemente debido a mi formación de carácter técnico, fue en mi opinión el más interesante. Pero debo decir que de ninguna manera fue este el único motivo, sino que una componente importante versó en el hecho de que Montblanc decidió mostrarnos una serie de pruebas que, habitualmente, no tenemos la oportunidad de observar en vivo y en directo en otras visitas. Con tan sólo cinco años de haber en su historia, este departamento es el responsable de realizar una serie de ensayos que suelen pasar desapercibidos en muchas ocasiones no por carecer de importancia puesto que son primordiales para el producto terminado sino, en mi opinión personal, porque carecen del glamour de otras actividades que se llevan a cabo durante el proceso de gestación de un reloj. Vamos a algunos de los ejemplos.
Los pulsadores de un reloj, sean de un mecanismo de cronógrafo o para el ajuste rápido de una fecha, ¿alguno de vosotros se ha planteado el desgaste al que se someten durante su vida? Sea cual sea este desgaste, el pulsador deberá funcionar correctamente en todos sus aspectos, es decir, suavidad en el accionamiento sin roces y manteniendo un deslizamiento adecuado técnicamente a la vez que agradable al tacto sin olvidar que deberá actuar de manera impecable sobre la parte del calibre que corresponda para activar la función de la que se trate en cada caso. En el video que os adjunto a continuación podéis observar uno de estos ensayos de fatiga, concretamente el correspondiente al pulsador que permite el cambio de huso horario en el Heritage Spirit Orbis Terrarum lanzado durante la pasada edición del SIHH.
En la siguiente imagen os muestro la pantalla del ordenador que gestiona y recibe los datos del ensayo. Como podréis observar si la analizáis con un poco de detalle son múltiples los parámetros que se controlan y la información que se recoge: fuerza con la que el pulsador se activa, desplazamiento de este y número de ciclos en los que consiste el ensayo.
En este caso es fácil concluir que siendo 1.108 el acumulado y encontrándose al 77% de avance, se tratará de un ciclo de, aproximadamente, 1.500 pulsaciones. Aunque seguro que este no será el único test al que se somete este elemento es importante razonar la relación existente entre las repeticiones y la función del elemento. Me explico. ¿Cuántas veces al año podéis cambiar de huso horario de manera que sea necesario actuar sobre este pulsador? Pues si lo tenéis más o menos claro dividid esas 1.500 repeticiones entre el número que hayáis elegido y a ver el número de años que os devuelve … yo creo que la fiabilidad estará más que demostrada. Obviamente, el número de ciclos para un pulsador de un cronógrafo, más aun si se trata de uno del tipo monopulsante, será superior por sus características implícitas.
¿Y una de las ruedas del tren de engranajes? ¿Os habéis planteado alguna vez los giros que puede realizar durante la vida de un reloj? Claro está que dependerá de la situación que esta rueda ocupe en el tren – recordad que el número de vueltas por minuto aumenta a medida que nos alejamos del barrilete y nos acercamos al escape. Sólo a modo de ejemplo podemos tener en cuenta que la rueda de escape puede efectuar del orden de 600 vueltas por hora, 14.400 vueltas por día,… ¡5.256.000 vueltas en un año! Sin comentarios.
El video que acompaña a este párrafo responde a un test realizado sobre una de estas ruedas. Aprovecho para un breve inciso. Mano de obra cualificada y tiempo invertido en el diseño, desarrollo e implementación de cualquiera de estos ensayos a parte, está el coste de inversión en los equipos necesarios. Podemos ir sumando para obtener el coste de producción de un reloj … mejor los dejamos ya que sólo hemos pasado, de momento, una sola de las ruedas y un pulsador.
Más ensayos que habitualmente no solemos ver como, por ejemplo, al que someten las esferas en el interior de una cámara de envejecimiento que simula el desgaste o cambio en la apariencia del color o acabado que sufren los diales en los escaparates de las tiendas. El mayor tiempo de simulación que se consigue con la cámara es de unos cinco años aproximadamente.
Interesantes son también los ensayos de impacto. Para ello, el laboratorio de Montblanc dispone de dos máquinas. La primera de ellas realiza un ciclo de un total de 17.940 impactos sometiendo al reloj ya ensamblado, es decir, con el movimiento en su interior, a distintas g hasta un máximo de 1.000.
La segunda máquina alcanza valores de impacto de 5.000 g y se complementa con una cámara fotográfica de alta velocidad capaz de registrar hasta 40.000 imágenes por segundo.
Aquí tenéis lo visible por el ojo humano.
Y aquí el resultado grabado con la cámara de alta velocidad.
Finalmente, por lo que al reloj respecta y entendiendo como tal la caja de éste y su contenido, os dejo con otro video de un video, valga la redundancia, en el que nos mostraron un nuevo sistema desarrollado por Montblanc y que consiste en grabar el funcionamiento del movimiento ya ubicado en el interior de la caja con una cámara especial de rayos x diseñada específicamente y que permite realizar distintos test de funcionamiento y tolerancias y comparar los resultados con los planos de la fase de diseño y aplicar las correcciones oportunas. Os pido disculpas por el ángulo de grabación ya que no es el más adecuado aunque sí el suficiente para poder ver cosas interesantes.
Otros elementos que se someten a distintos ensayos en este laboratorio son las correas y los brazaletes. ¿Y qué tipo de test pueden realizarse sobre ellos? Pues aquellos que evitarán durante su vida útil defectos que resultan a la vez molestos y que reducen su longevidad. Por ejemplo, si hablamos de las correas de piel, estas se someten a ensayos de desgaste tanto en su parte interna, la que va en contacto con la muñeca, y que puede desembocar en que deje restos de colorante en nuestra piel o que el material se desgaste a una velocidad superior a la adecuada, como en la externa, la que queda a la vista y en la que se comprueban los mismos parámetros.
También la fatiga del material se comprueba en el test que se muestra en el siguiente video, donde la correa se somete a distintos esfuerzos que combinan la tensión con la torsión durante un total de 24.000 ciclos y con una fuerza equivalente a 5 Kg.
Abandonamos el laboratorio y nos vamos a lo que la manufactura denomina su departamento de producción y que es la parte del proceso que el reloj abandonará completamente terminado, incluido el certificado Laboratory Test 500 de Montblanc y del que no os hablaré en este artículo puesto que, como os indicaba al principio, ya lo hice en el que le dedicamos hace algún tiempo. Antes de continuar, comentar que los guardatiempos que forman parte de la Colección Villeret abandonan completamente terminados la manufactura que veremos a continuación, en tanto que, para el resto de modelos, los calibres ensamblados abandonan la manufactura de Villeret para ser encajados en Le Locle.
La distribución en las distintas mesas de trabajo se realiza por actividades y no por modelos de reloj, lo que no deja de recordarme el sistema de producción que marcó los inicios de la relojería suiza y que se basaba en los conocidos établisage.
La siguiente imagen responde a la mesa en la que se trabajan las agujas del reloj, concretamente el día de la visita se estaban dedicando a las del Heritage Chronométrie Full Calendar.
En el resto de puestos de trabajo las actividades son tales como el control final de la esfera, el encajado del calibre – parte del proceso que requiere de especial atención para evitar la entrada de polvo y que finaliza con una prueba de estanqueidad realizada con aire a presión – comprobación de la cronometría con el reloj completamente montado, comprobación de la reserva de marcha, regulación de la marcha y test de funciones humano en el que se comprueba el correcto funcionamiento de todas y cada una de las funciones del reloj (remonte, puesta en hora, ajuste de fecha, funciones del crono si aplica,…).
Este es el punto final del proceso de producción de los relojes Montblanc, salvo para aquellos que pertenecen a la Colección Heritage Chronométrie que deberán someterse al Test de 500 horas antes de que sean aceptados para su distribución.
Villeret
Finalizada la visita a Le Locle recorrimos los 26 km que separan esta localidad de la vecina Villeret para adentrarnos en la antigua manufactura Minerva y que ahora recibe el nombre de Institut Minerva de Recherche en Haute Horlogerie. Vale, seamos sinceros, la primera parte de la visita no fue tal, sino que fuimos directamente a la planta más elevada del edificio a almorzar de manera perfecta y en un entorno idílico para cualquier aficionado a la Alta Relojería.
Según se entraba en la planta, diáfana, a la derecha un rincón alberga lo que podría ser una sala de lectura de siglos pasados con un número considerable de joyas literarias dedicadas a la relojería que ya me hubiera gustado tener tiempo de consultar con detenimiento, aunque me temo que cuando digo detenimiento podría decir, sin temor a equivocarme, durante varios días.
Si la diestra es espectacular, no lo es menos la siniestra, donde la parte central está ocupada por una serie de columnas a modo de vitrinas que atesoran verdaderas joyas de la historia de la manufactura en tanto que, las paredes que las envuelven están forradas con la historia de Minerva, con un timeline desde el inicio y que recorre sus 157 años de historia con textos claros y breves acompañados de imágenes, certificados y un largo etcétera de información más que interesante.
Ahora sí, acabado el almuerzo era tiempo visitar la manufactura que, personalmente debo decir tenía muchísimas ganas de vivir en primera persona. Habitualmente en estos viajes, los invitados solemos preguntar muchísimo (pero que muchísimo) con lo que conseguimos desbaratar los planes y el timing en los que tanto tiempo invierten los responsables de la marca que nos acompañan.
Resumiendo, que al final el recorrido tuvo que realizarse de una manera algo más rápida de lo que en un principio estaba planificado. Pero ojo, con el tiempo suficiente de ver diversas cosas de las cuales os dejo las que tuve oportunidad de captar por considerar las más interesantes.
Primero, algunos datos numéricos. En la manufactura de Villeret hay actualmente 6 ingenieros de desarrollo y, de entre las actividades que allí se realizan y la duración de estas, retomando un poco el hilo que tendría que ver con los costes de manufactura, consideré más que oportuno anotar dos en particular.
El primero de ellos, el ensamblaje de los calibres con tourbillon requiere de una inversión de tiempo de, aproximadamente 6 semanas, mientras que el correspondiente al Metamorphosis es de una media de 8 semanas.
El segundo versa sobre el tiempo necesario para los acabados del puente del tourbillon del Villeret Tourbillon Cylindrique Geosphères Vasco da Gama: de dos semanas a dos semanas y media. Y ojo que estamos hablando sólo de los acabados. Lo cierto es que, según nos indicaron, se trata de la pieza más complicada con la que tienen que trabajar actualmente en Villeret por el siguiente motivo: como que la espiral es del tipo cilíndrico, los diseñadores de Villeret tomaron la decisión de dar la curvatura adecuada al puente del tourbillon de manera que siguiera las líneas del resto del mecanismo. ¿Podemos aceptarlo como un detalle más de la excelencia relojera de Montblanc? Yo no tengo duda alguna al respecto.
Para acabar y, si llegados a este punto me quedaba alguno de vosotros por convencer de que Montblanc es una manufactura de alta relojería con todas y cada una de las letras, informaros de que, en Villeret se fabrican sus propias espirales del volante. Y además no tuvieron reparo alguno en enseñarnos como lo hacen.
No, no voy a explicaros como lo hacen, entre otras cosas porque estoy casi convencido que lo que me contaron no me convierte en un experto en la materia. Lo que sí haré es dejaros algunas instantáneas de los equipos que utilizan en el proceso que resulta ciertamente interesante.
Pero si eres tú mismo el que produces tus propias espirales habrá que comprobarlas y pasar el correspondiente test de funcionamiento. Precisamente para esto sirve el dispositivo que acompaña a estas líneas – precioso, una belleza histórica – sobre el que se ubica el volante con la espiral manufacturada alineando sus brazos con los del patrón que podéis ver en la parte inferior sujeto por un puente. El resultado es el deseado si ambos oscilan de igual manera y los brazos de ambos volantes no pierden la alineación inicial.
¿Os gustaría ver dos bellezas en funcionamiento? Pues las encontraréis al final, como colofón al texto de este artículo.
Quizás me haya extendido demasiado, algunos opinarán que sí y otros que no. Os aseguro que me he contenido, que cada uno de los párrafos que forman este reportaje pedía a gritos ser completado con comentarios, con apreciaciones y con más opiniones personales. Lo dejo aquí con un último apunte. Es probable que a algunos de los que tengan la edad suficiente como para haber conocido por largo tiempo a Montblanc por sus actividades previas, principal y obviamente la escritura, les cueste separar ambos conceptos de manera radical. Por lo que a mí respecta, debo deciros que hace tiempo que ya lo he hecho puesto que las evidencias palpables son más que suficientes. Montblanc ha entrado en el universo de Alta Relojería por la puerta grande y, lo más importante, ha llegado para quedarse.