En un mercado altamente saturado como es el de la Alta Relojería, Moser ha conseguido diferenciarse gracias a la uniformidad estética que preside sus dos colecciones, la Endeavour y la Venture, que reúnen ocho modelos que implementan desde pequeñas complicaciones como fase lunar (Moon), GMT (Dual Time), pequeño segundero (Small Seconds), gran fecha (Big Date) o segundero central (Centre Seconds), frente a dos grandes complicaciones como son el calendario perpétuo (Perpetual Calendar) y el tourbillon (Tourbillon y Tourbillon Dual Time). Después de flirtear con materiales más vanguardistas como el titanio y el zafiro, Moser da un paso adelante al lanzar su nueva línea de relojes deportivos… si es que podemos adjetivarlos de esta forma. Los nuevos Moser Pioneer Centre Seconds siguen irradiando esa elegancia que caracteriza a las creaciones de Moser, aunque implementa ciertos elementos que le confieren un estilo más deportivo y que rompen la homogeneidad estética que hasta ahora nos ofrecía la firma de Neuhausen am Rheinfall.
La mejor manera de entender los Pioneer Centre Seconds, es compararlos con las creaciones de Moser que, como ya hemos comentado, lucen una marcada uniformidad en su diseño. Pero, ¿en qué rasgos se basa esta homogeneidad?.
- Cajas fabricada en metales nobles como el oro blanco, el oro rosa, el paladio o el platino, con la raras excepciones del titanio con DLC negro o del zafiro. Con un grosor de poco más de 11 mm y un diámetro que oscila entre los 38,8 mm del Endeavour Small Seconds y los 41,5 mm del Venture Tourbillon Dual Time, su diseño de formas sencillas y suavemente curvadas resulta reconocible en todas ellas, acompañadas siempre por una correa de aligator.
- Las elegantes, clásicas y nítidas esferas decoradas con motivo rayos de sol, con minimalistas índices aplicados de tipo bastón, dobles a las 12 horas, y manecillas facetadas en forma de hoja. Destaca el gran número de referencias que implementan el acabado fumée.
- Calibres que laten, exceptuando el tourbillon, a 18.000 alternancias por hora.
Como veremos ahora, los Moser Pioneer Centre Seconds infringen varias de estas premisas hasta ahora inmutables.
La caja
Nada más ver las imágenes y leer la nota de prensa, en la que la propia marca define los Pioneer Centre Seconds como relojes deportivos, veo que se han cumplido mis suposiciones desde que tuve conocimiento hace meses de los planes de Moser: la caja está fabricada en oro rojo, un metal poco resistente a roces y golpes que limita seriamente su uso como reloj deportivo, una decisión que tiene como objetivo exhibir una mayor elegancia de la que sin duda ofrecería, por ejemplo, una caja de titanio o de simple acero.
Una vez marcado este punto casi filosófico, no me cabe sino admirar su intrincado diseño modular, logrando, ahora sí, una imagen que encaja perfectamente en lo que cabría esperar de un guardatiempo de estética deportiva. Esta arquitectura permite implementar inserciones de titanio con tratamiento de DLC negro en la carrura y asas, que se alternan con las superficies de oro rosa con acabado pulido y satinado. Además, el DLC se extiende a otros elementos como la corona o la trasera rematada con un cristal de zafiro.
El resultado es sencillamente espectacular, siendo la suma de un magnífico ejercicio de diseño con múltiples secciones, un bello contraste entre el oro rojo y el titanio DLC, y un juego de matices y brillos entre las diferentes texturas. Y por si fuera poco, este vanguardismo se logra manteniendo la suave y sinuosa silueta que caracteriza las cajas de Moser, equilibrada y perfectamente proporcionada.
Como cabía esperar, la caja de los Pioneer Centre Seconds es la de mayor tamaño jamás utilizada por Moser, unos adecuados 42,8 mm que resultan casi contenidos en un reloj deportivo si lo comparamos con la tendencia actual big size. Su grosor alcanza los 15 mm, una cifra que podemos considerar normal… pero que me resulta excesiva si tenemos en cuenta que implementa en su interior un calibre automático de sólo 4,7 mm de espesor. Sin duda, la audaz arquitectura de la caja y el cristal de zafiro abovedado tienen mucho que ver en ello. Por último, comentar que la hermeticidad conseguida es de 120 metros.
No podría finalizar el análisis de la caja sin citar uno de los elementos que más me ha sorprendido, la correa de caucho perforada con la que se entregan los Pioneer, que consigue potenciar su estética deportiva a costa de sacrificar su polivalencia. Así pues, resultará imprescindible adquirir adicionalmente una correa de aligator para aquellas ocasiones en que se requiera un look más elegante.
Esfera
Argenté (Ref.3230-0900), Rojo fumé (ref.3230-0901) y Ardoise fumé (ref.3230-0902), todas con motivo rayos de sol, son las tres versiones que definen las nuevas referencias. Todas ellas lucen el habitual minimalismo y nitidez que define a Moser, aunque modeladas bajo un prisma contemporáneo que atañe todos sus componentes. En primer lugar destacan las manecillas que, aunque siguen con la geometría habitual en forma de hoja, están semi-esqueletadas y, por primera vez en un Moser, presentan Superluminova aplicado, acentuando la naturaleza deportiva de este reloj. La delicada segundera central de contrapeso también esqueletado, se complementa con trece puntos luminiscentes que indican las horas en el realce estriado alrededor de la esfera, un motivo que se repite en las secciones con DLC insertadas en la carrura.
Trece índices aplicados y facetados nos señalan las posiciones horarias, con unas dimensiones mucho más visibles respecto los finos índices que encontramos en los Endeavour o Venture. Tanto este sobredimensionado como la aplicación de Superluminova no hacen sino mejorar la legibilidad de las esferas, tanto en condiciones de buena visibilidad como cuando, especialmente, carecemos de ella.
La única laguna que observo en estas esferas es la misma que encontramos en todos los Moser; al no implementar una escala de minutos nos resulta imposible leer el tiempo con exactitud y rapidez. Puede que para mucha gente no sea importante precisar si son las 20:32 o las 20:33, pero es innegable que así se incumple uno de los principios que todo reloj debería aspirar a cumplir: ofrecer una lectura con la máxima precisión posible. Un apunte personal: os aviso que yo me encuentro entre esos aficionados que podríamos definir como «tolerantes», y no me importa prescindir de esa precisión en aras de una mayor armonía estética. Moser es un claro ejemplo de ello.
Calibre HMC 230
En el interior de los Moser Pioneer Centre Seconds late el nuevo calibre HMC 230, un movimiento con la funciones de horas, minutos y segundero central, dotado de un nuevo sistema de remonte automático patentado que garantiza una transmisión de energía más directa, un rendimiento mejorado, una mayor ergonomía y unas dimensiones reducidas de 30 mm de diámetro (13 1/4 líneas) y 4,7 mm de grosor. Su frecuencia de oscilación de 21.600 alternancias por hora (3 Hz), supone un adelanto respecto a las habituales 18.000 alternancias por hora de los calibre diseñados hasta ahora por Moser. Además, el HMC 230 garantiza una reserva de marcha mínima de 3 días y dispone de la función Stop Seconds, que nos permite sincronizar perfectamente con la señal horaria de referencia.
Los puentes están decorados con Côtes de Genève, mientras que el rotor, en consonancia con los materiales de la caja, presenta un acabado en negro que realza su aspecto deportivo y luce el sello de Moser grabado en oro rojo.
Conclusiones
El Centre Seconds es la primera referencia lanzada por Moser dentro de su nueva colección Pioneer. Su objetivo no es otro que, en la búsqueda de nuevas posibilidades y nichos de negocio hasta ahora inexplorados por la firma, entrar a competir en el segmento de los relojes deportivos. Consecuentemente con la filosofía de Moser, este giro no significa romper con la característica elegancia de sus creaciones, sino que la reinterpreta y nos la ofrece bajo un código más contemporáneo que abarca todos los elementos del reloj. La construcción modular de su caja y el contraste entre el oro rojo y el titanio con DLC negro me resultan fascinantes, a pesar de la contradicción que supone utilizar este noble metal en un reloj de vocación deportiva. Su tamaño resulta perfecto, tanto por diámetro como por grosor, logrando que sea un reloj muy cómodo de llevar. Los acabados de la caja son de una factura impecable, tal como acostumbra a ofrecernos Moser, destacando especialmente la alternancia de superficies pulidas y satinadas.
Por su parte, la inclusión en la esfera de material luminiscente junto a unos índices más grandes, favorecen claramente su legibilidad. Entre las diferentes versiones, la que encuentro más acertada es la Ardoise (pizarra) fumé, cuya «oscuridad» es la tonalidad que mejor combina con la caja y la sorprendente correa de caucho (una de aligator opcional me resultaría imprescindible).
El nuevo calibre automático HMC 230 responde a las expectativas creadas, sobretodo por su más que correcta reserva de marcha de tres días, un grosor contenido y un excelente trabajo en su decoración y acabados.
Esperamos que esta fuerte apuesta de Moser tenga una buena acogida, y que pronto podamos ver nuevas referencias que, esta vez si, adopten materiales más técnicos que doten a los Pionneer de una imagen decididamente más deportiva.