En el marco del la LVMH Watch Week que se celebra entre el 24 y 28 de enero, TAG Heuer acaba de presentar el nuevo miembro de la familia Aquaracer. Si el año pasado supuso la renovación de los Aquaracer Professional 300 y sus 43 mm, este año el protagonismo ha sido para los Aquaracer Professional 200, una versión suavizada y más polivalente gracias, sobretodo, a su perfecto tamaño de 40 mm. Hoy analizaremos la versión automática, y dejaremos para otro artículo las referencias de cuarzo y las femeninas de 30 mm.
A pesar de su mismo nombre, las diferencias entre ambas versiones son muy relevantes. Además de reducir su diámetro a 40 mm, su grosor es de sólo 11 mm, lo que le confiere una comodidad y elegancia evidentemente superiores. Mantiendo el acabado cepillado general combinado con el pulido de los cantos, el elemento más novedoso de los Aquaracer Professional 200 es su bisel totalmente fabricado en acero sustituyendo al bisel cerámico. Luce un cepillado radial y una escala de 60 minutos grabada y lacada en negro. No soy muy partidario de este tipo de biseles, pero viendo las imágenes que la firma nos ha proporcionado, el resultado no me desagrada en absoluto, y le confiere una estética de reloj-instrumento que le sienta la mar de bien.
Con una corona roscada, debidamente custodiada por comedidos protectores de geometría cuasi triangular, y un sólido fondo ciego de acero, su hermeticidad es de 200 metros. No alcanza los 300 de su hermano mayor, pero serán suficientes para el 99,99 % de sus futuros propietarios. Podemos etiquetarlo como reloj de buceo, aunque la propia firma lo define como outdoor, con una filosofía más enfocada a las actividades deportivas al aire libre que a las propias de un reloj de submarinismo. Este «espíritu» se muestra en el grabado de la trasera: en lugar del clásico casco de buceo Scaphander de los Aquaracer, TAG Heuer se ha decidido por el grabado de una brújula.
Con una legibilidad impecable, la esfera viene caracterizada por un patrón lineal horizontal que nos recuerda al del icónico Nautilus de Patek Philippe. A él se le suma un sutil cepillado radial y un elegante ahumado que oscurece el color del dial, gris o azul, hacia su perímetro. Aunque algo más estilizados, los Aquaracer Professional 200 retoman los índices horarios trapezoidales en vez de los hexagonales de los Aquaracer Professional 300. En cambio, mantienen la polémica ubicación de la ventana de fecha a las 6 horas (muchos prefieren la habitual posición a las 3 horas). Eso sí, afortunadamente, la típica e innecesaria lupa de aumento ha pasado a mejor vida.
A pesar de que pueda parecer un detalle nimio, me ha gustado que la manecilla horaria tenga ahora un perfil completamente recto en forma de espada (recordemos que en los Aquaracer 300 se ensancha conforme nos alejamos de la base). Tal como cabía esperar en un reloj deportivo, tanto las tres agujas como los índices implementan Super-LumiNova (no así la escala del bisel)
Si en cuanto a su diseño exterior no hay tacha alguna, no puedo decir lo mismo respecto a su mecanismo, el conocido Calibre 5. Basado en el fiable Sellita SW 200-1 y latiendo a una frecuencia de 28.800 alternancias por hora, ofrece una reserva de marcha máxima de 38 horas, una cifra realmente corta respecto a los estándares actuales.
Los TAG Heuer Aquaracer Professional 200 se entregan con un brazalete de acero de tres eslabones con un cierre de extensión ajustable. Mientras los exteriores están cepillados, el central es pulido, consiguiendo así un contraste de brillos que le aporta una mayor elegancia. También cuenta con un cierre desplegable con extensión ajustable. Su precio de venta es de 2.600 €, convirtiéndose en una excelente opción si queremos un reloj diario muy polivalente, cómodo y con una buena relación calidad/precio.