Siempre es una buena noticia la fundación de una nueva marca de relojes mecánicos. Si además ello se produce en una época como la actual de profunda crisis económica, es realmente de elogiar. En los tiempos del boom de la relojería mecánica hemos visto nacer un número incluso exagerado de nuevas firmas, todas ellas, independientemente de su origen, domiciliadas oficialmente en Suiza. Es una decisión lógica desde el punto de vista estratégico, ya que el “swiss made” vende. Por tanto, que la nueva aparecida mantenga orgullosamente su origen en la República Checa, concretamente en Praga, es de una valentía digna de elogiar.
Estas son la bases de la nueva manufactura denominada W&F, por Wei & Friends. Fundada en el año 2010 por el relojero y diseñador Martin Weichert, W&F nos presenta unos relojes con una fuerte personalidad. No os vamos a hablar de innovaciones mecánicas, sino de una serie de elementos que también forman parte de un reloj y que W&F trata con su propio sello, tanto desde el punto de vista estético como funcional.
Las intenciones de Martin Weichert quedan claras con declaraciones como “pasión por el diseño”, “relojes escultura” o “construcción innovadora”. Estos tres conceptos los resume con el término “relojes escultura”. Ciertamente no es disparatado calificar a los relojes W&F como “fashion”, aunque afortunadamente en este caso, se trata de piezas que se apartan de lo que normalmente asociamos con este término. Es evidente que la estética diferenciadora es el principal objetivo de la joven marca, pero también lo es que aporta una serie de características originales enfocadas a la funcionalidad y a la fiabilidad.
Lo primero que percibimos de cualquier reloj es su esfera. Se podría decir sin duda que es la cara del reloj, y nunca es tan cierta esta afirmación como en el caso de W&F. Las esferas de los dos modelos presentados hasta el momento están realizadas de forma totalmente artesanal en esmalte, una técnica que ya mencioné ayer en el artículo sobre el Jaquet Droz.
El primer modelo lanzado por W&F, denominado 101.1, utiliza una esfera de esmalte blanco donde reina el minimalismo. Totalmente lisa, refuerza el contraste con las agujas, también de diseño original y realizadas a mano por W&F. El segundo modelo, el 102.1, recurre a una esfera negra mate también esmaltada, pero además extrema su minimalismo al prescindir de cualquier inscripción referente a la marca.
En su taller de Praga, además de sus características esferas, W&F elabora a mano otras piezas del reloj como son las agujas y las asas que sujetan la correa. Para la caja y el mecanismo del reloj se recurre a empresas suizas y alemanas. Se podría decir que W&F utiliza el esquema de los talleres de relojería del siglo XVIII, donde cada artesano se especializaba en un elemento del reloj, que intercambiaba por otras piezas realizadas por talleres vecinos hasta formar el reloj completo. Así es como funcionaban los famosos Cabinotiers del barrio ginebrino de Saint Gervais, origen de firmas tan legendarias como Vacheron Constantin.
Para elaborar el esmalte, W&F recurre al método más tradicional, donde varias capas de polvo de vidrio se fusionan con la base metálica de la esfera mediante una cocción que alcanza los 800 grados de temperatura. Este proceso requiere hasta 49 operaciones, en cualquiera de las cuales el esmalte se puede resquebrajar, lo que implica desecharlo e iniciar nuevamente todo el proceso. Incluso una vez finalizado, el esmalte sigue siendo una materia frágil, y por ello W&F ha desarrollado un sistema antichoque basado en elementos flotantes, que protege tanto a la esfera como al mecanismo de golpes o de la caída accidental del reloj.
Al igual que en sus esferas, para realizar las agujas, W&F también huye de caminos fáciles y habituales, como sería obtenerlas a partir de una sola pieza de metal. Por contra, las elabora conjuntando nada menos que 11 diferentes partes tridimensionales realizadas con cuatro metales distintos. Toda la elaboración, montaje y acabado de esta agujas se realiza enteramente en su taller de Praga.
El mecanismo que utilizan los dos primeros relojes de W&F se basa en un ebauche suministrado por ETA, concretamente el calibre 6498, también denominado Unitas 6497 antes de ser absorbida esta manufactura por parte del Grupo Swatch. Se trata de un movimiento mecánico de carga manual que se caracteriza por su fiabilidad y por su considerable diámetro, el cual delata su origen destinado a relojes de bolsillo. Este calibre lo ha utilizado y utiliza Panerai en su colección Histórica, tanto en los Luminor como en los Radiomir. Como actual propietario de un Radiomir “California” que utiliza dicho calibre, puedo asegurar que es el reloj más preciso de cuantos he tenido o probado. Gran parte de esta precisión se debe a sus dimensiones, que permiten utilizar un volante de un diámetro mucho mayor al habitual, lo que beneficia tanto su estabilidad de oscilación como su facilidad de regulación.
Al contrario que Panerai, que desecha o modifica la mayor parte de los elementos de este calibre, W&F no se complica la vida y salvo en algún detalle, prácticamente lo mantiene en su estado de origen. Así, tanto el modelo 101.1 como el 102.1 se ofrecen en dos variantes de mecanismo que puede elegir el cliente. En la primera, que W&F denomina W9811, no aprecio ninguna modificación del ETA 6498 original. En la segunda variante, el W9815, se personalizan tres elementos que se observan claramente en las imágenes. El puente del volante con tratamiento PVD negro, los tornillos azulados y finalmente el volante equipado con tornillos de regulación. Las dos primeras modificaciones son meramente estéticas, mientras que el volante con tornillos tiene un carácter funcional, ya que permite una regulación mucho más precisa de su amplitud de oscilación. estas modificaciones las realiza Soprod, empresa especialista en modificar y optimizar calibres ETA.
La caja de los W&F aporta un diseño muy personal y es la misma para los dos modelos de la marca. Su diámetro es de 44,5 mm, su altura de 12 mm, y se realiza en acero con acabado satinado. La hermeticidad es de unos más que suficientes 10 bares. Las asas que unen la caja con la correa son del tipo hilo, muy semejantes a las de los Radiomir de Panerai. Son de corta longitud y casi se esconden en la concavidad de la carrura de la caja, lo que parece confirmar la afirmación de W&F de que optimizan la comodidad de uso. Otro aspecto innovador de estas asas es que disponen de tres posiciones de anclado, lo que permite utilizar correas de 20, 22 o 24 mm de ancho.
En cuanto a la producción de W&F, es realmente sorprendente. La firma checa anuncia que tanto el 101.1 como el 102.1 son series limitadas. La primera a 27 unidades y la segunda a tan solo 17. Realmente no acabo de comprender el sentido de esta política productiva. Es evidente que el proceso totalmente manual de esferas y agujas no permite de momento una gran producción, pero tampoco obliga necesariamente a establecer series limitadas tan cortas. Si el motivo es puramente de marketing, ya sabéis que cada día soy más escéptico con las series limitadas. Puede que hace unos años funcionara, pero hoy en día, que prácticamente la mitad de las novedades de las marcas se anuncian como limitadas, la exclusividad que teóricamente otorga esta estrategia se diluye para convertirse en normalidad. La prueba más evidente, es que uno de los relojes más buscados y valorados desde su creación en 1976, es el Nautilus de Patek Philippe. Su única limitación es su corta producción anual, pero que se sigue manteniendo año tras año. Su valor de mercado supera el oficial de venta, mientras que la mayoría de “ediciones especiales” se deprecian igual que las que no lo son.
Estrategias de mercado aparte, hay que considerar a W&F como merece una iniciativa de este rigor y honradez. Es aun una marca muy joven, que de momento no cuenta con distribución externa, pero le seguiremos los pasos muy de cerca, ya que la autenticidad y personalidad de sus productos se desmarca positivamente de la mayoría de relojes del mercado.
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