Repasada la historia del Omega «Marine» y del Seamaster 300 en el anterior artículo (lo podéis leer aquí), abordamos en esta segunda parte los dos divers que le siguieron: el Seamaster 600 «Ploprof» y el Seamaster Professional Diver 300M.
El Seamaster 600 “Ploprof”.
A pesar de que 300 metros ya suponían una inmersión nada despreciable, las profundidades a las que trabajaban los buzos profesionales eran muy superiores y los ingenieros de Omega encontraron aquí un nuevo reto: un reloj especial con el que hacer frente a profundidades extremas no asumibles por un reloj de construcción clásica. Y es que, en una inmersión a 250 metros por debajo de la superficie, la presión a la que está sometida un reloj es de 25 Kg/cm2, es decir, un valor de media tonelada repartida sobre su superficie total. La solución requirió de más de cuatro años de desarrollo. Un proceso que condujo, en 1970, a la creación del Seamaster 600 m/2000 ft Professional, conocido popularmente como “Ploprof” al combinar las dos primeras sílabas de “plongeurs professionnels” (buceadores profesionales) y equipado con el calibre 1002 de cuerda automática.
Aunque se realizaron distintas pruebas con prototipos en titanio, más resistente y ligero, finalmente la caja de los modelos en producción regular del Ploprof se construyó partiendo de un único bloque de acero siguiendo las directrices de la patente CH 480680 de 1967. Con este tipo de construcción, únicamente quedaban dos vías posibles para la entrada de agua: la junta del cristal y el vástago de la corona. Un sistema de juntas sobrecomprimidas garantizaba que ambas fueran totalmente estancas.
La corona, completamente incrustada en la carrura, era cuadrada y del tipo roscado, protegida por una gran tuerca de bloqueo que respondía a otra patente, la CH 503310, registrada el 23 de octubre de 1968 y que se publicaría casi seis años después, el 31 de marzo de 1974. Esta corona se situó a las 9 por dos motivos: facilitar el movimiento de la muñeca y evitar manipulaciones indeseadas. Por su parte, el cristal mineral monolítico reforzado químicamente que cubría la esfera del Ploprof fue sometido a un tratamiento antireflectante y antiabrasivo además de estar presionado a 120 Kg. Asegurado en una junta sobre-presionada mediante un anillo atornillado, este cristal resistía una presión hidrostática de 60 atmósferas y el impacto de una masa de 500 gramos cayendo desde una altura de 25 cm.
El bisel giratorio estaba protegido por un sistema de bloqueo controlado por un pulsador especial que lo prevenía de rotaciones accidentales. El segundo elemento de mayor importancia, junto con el bisel, en un reloj de inmersión para grandes profundidades es la aguja de los minutos. También en este aspecto el Ploprof era un reloj excepcional ya que, a la sobriedad y alta legibilidad de la esfera, se le añadía una aguja de minutos sobredimensionada. Por último, el brazalete abandonaba el acero empleado en el “Marine” y en el Seamaster 300 para adoptar como material de construcción el conocido como Isofrane, un tipo de caucho sintético con unas propiedades mecánicas y químicas excelentes.
Pero la estanqueidad a 600 metros del Ploprof es solo una parte de su historia. La segunda parte la encontramos en el helio. Los buceadores profesionales trabajan habitualmente en una cámara de inmersión presurizada en la que respiran una mezcla de oxígeno y helio, este último para disminuir el riesgo de sufrir náuseas o vómitos. El helio es un gas inerte que ocupa la segunda posición en la tabla periódica de los elementos, por detrás del hidrógeno y que responde, por lo tanto, al segundo elemento más ligero de la Tierra.
Así pues, en una cámara de descompresión, el reloj del submarinista está directamente expuesto a este gas y, si la caja y los sellos no han sido diseñados para ser impermeables a él, el Helio podría penetrar en el interior de la caja causando un aumento de la presión interna que, durante la descompresión, podría separar el cristal de la caja.
Apartándose de la solución más convencional adoptada por otras marcas y consistente en implementar una válvula de escape de helio, Omega decidió construir una caja diseñada para impedir la entrada del gas ya que, además de las consecuencias ya comentadas, éste podía influir también en la precisión cronométrica del reloj al afectar a la espiral del volante. Para ello, Omega realizó diversos ensayos utilizando un espectrógrafo de masas con el fin de detectar las posibles fugas de helio. En ellos, el Seamaster 600 demostró tener tal resistencia a la penetración que, en el supuesto de que se vaciara el aire contenido en el interior de su caja, esta tardaría 1.000 años a llenarse de nuevo en condiciones de presión atmosférica.
Tal y como sucedió con el Seamaster 300, Comex fue de nuevo la encargada de atestiguar la fiabilidad del Seamaster 600. En septiembre de 1970, durante la operación Janus, tres de sus buzos profesionales utilizaron otros tantos Ploprof cuatro horas al día durante ocho días, estableciendo un nuevo récord mundial de exploración submarina alcanzando una profundidad de 253 metros en el Golfo de Ajaccio.
Pero, en esta ocasión y de manera adicional, el Seamaster 600 contó con un embajador de excepción. El oceanógrafo francés Jacques-Yves Cousteau lo utilizó durante una serie de experimentos realizados en el Mar Rojo que tenían como objetivo probar la resistencia física y psicológica del hombre trabajando a profundidades de 500 metros.
Seamaster Professional Diver 300M.
La primavera de 1993 fue testigo del retorno de Omega a las innovaciones en los relojes de buceo con el lanzamiento de la serie Seamaster Professional Diver 300M. La cúspide de esta nueva colección estaría ocupada por una primicia mundial. El Seamaster Professional Chrono Diver se convertía en el primer reloj mecánico de buceo que albergaba un movimiento de cronógrafo cuyos pulsadores eran operativos a una profundidad de 300 metros. Además, todos los integrantes de la nueva serie de estos divers implementaban una corona atornillada equipada con un doble sistema de estanqueidad (la ya conocida junta O-ring, acompañada de una segunda junta de compresión), un bisel giratorio unidireccional y un cristal de zafiro ligeramente abovedado con tratamiento antireflectante.
La versión sin cronógrafo del Seamaster Professional Diver 300M montaba una caja y brazalete de acero, con bisel de aluminio y el calibre 1109 de remonte automático certificado como cronómetro por el COSC, que permitía llevar a la esfera las indicaciones de horas y minutos con segundero central y fechador por ventanilla a las tres.
Por su parte, el Seamaster Professional Chrono Diver albergaba el calibre de cronógrafo automático 1154, también con certificado de cronómetro. En este caso se mantenían las posiciones de las agujas de horas y minutos, así como la del fechador, en tanto que los segundos se movían a un dial subsidiario a las nueve. Las indicaciones del cronógrafo ocupaban el eje central para la trotadora de los segundos, contador de 30 minutos a las 12 y de 12 horas a las 6. Los materiales utilizados para la construcción de la caja fueron el acero, el titanio y una combinación de titanio con oro. A estas opciones más convencionales se les añadía la que utilizaba, por vez primera en la caja y brazalete de un reloj, el tantalio, combinándolo con el titanio y el oro.
El pasado 2018 Omega celebró el 25º Aniversario del Seamaster Professional Diver 300M con la renovación de esta colección. De todos los modelos que desde entonces han ido llenando las páginas del catálogo os hemos informado de manera detallada como en este artículo dedicado a las últimas referencias del tres agujas o en este en el que os hablamos de las primeras versiones en implementar la función de cronógrafo. Nos detendremos aquí. A pesar de que la historia siguió con las múltiples variantes de la Colección Seamaster Planet Ocean nacida en 2005 y de cuyos últimos modelos os hablé en este artículo.
No podía acabar este artículo sin hacer referencia a la que responde a la última demostración de que Omega sigue a la vanguardia de los relojes de submarinismo: el Seamaster Planet Ocean Ultra Deep Professional y su récord de inmersión a 10.928 metros. Aquí tenéis toda la información sobre «submarino de muñeca».