Se podría decir que es el reloj que más lejos ha viajado de la historia y su destino le valió su sobrenombre: “The Moon Watch”. Ha desafiado las tendencias permaneciendo en el catálogo de Omega, sin interrupción, durante más de medio siglo. Para algunos aficionados, continúa siendo uno de los mejores mecanismos de cronógrafo de carga manual que se ha fabricado. Por todo ello se plantea una cuestión difícil de responder: ¿Puede algún reloj ser más icónico que el Omega Speedmaster Professional?.
Inicialmente, cuando Omega concibió el Speedmaster no lo hizo pensando en el espacio exterior ni en los astronautas. Aunque 1957 fue el año del Sputnik y el mundo entero estaba obsesionado con la carrera espacial, el Speedmaster entró en producción 10 meses antes que el vuelo del Sputnik, en enero de ese mismo año. Pensando en términos más generales, la manufactura asentada en Biel/Bienne desarrolló el Speedmaster con el propósito declarado de crear “un nuevo tipo de cronógrafo, diseñado para la investigación, la industria y el deporte”.
En este punto de su historia, Omega ya tenía una trayectoria ilustre de relojes militares, deporte y aviación, incluyendo, en 1942, un cronógrafo de aplicación militar con un contador de 12 horas. A esta receta se añadieron características que mejorarían tanto la utilidad como la robustez, aunque la supervivencia en el espacio no se encontraba entre los programas de pruebas iniciales. Los mejoras originales del Speedmaster iban a incluir una caja robusta, sobredimensionada y resistente al agua; un dial y manecillas diseñados para una óptima legibilidad, y una mayor utilidad y facilidad de uso gracias a una gran corona y a unos pulsadores fáciles de usar.
Equipado con un brazalete de acero adquiría una bella robustez, a pesar de que luego este hecho no influiría tanto en su utilidad en el espacio como en el atractivo aspecto que le conferiría en tierra firme. Parte de su característico look fue debido a otra peculiaridad clave: la inclusión de una escala taquimétrica grabada en la que se inspiró su nombre: Speedmaster, el nombre perfecto para el que sería el hermano de los ya existentes Seamaster y Railmaster. El término Professional se añadiría posteriormente en el dial en el año 1965, acreditando su papel en el espacio.
El interior del Speedmaster albergaba, también, algo muy especial. Identificado como el Calibre Omega 321, se trataba de un mecanismo de cronógrafo con rueda de pilares diseñado por Albert Piguet en la compañía Lemania. Por aquel entonces Lemania era suministradora de los mejores mecanismos de cronógrafo del momento y una compañía hermana de Omega, aunque también producía relojes que llevaban su nombre incluyendo una serie para la Royal Air Force de Gran Bretaña. Al incorporar el calibre de estos relojes de uso militar, el cual se consideraba más robusto y fiable, el Speedmaster fue, genéticamente, un miembro indiscutible de la verdadera aristocracia de la relojería.
Piguet comentaba que cuando se le solicitó el diseño de un nuevo calibre de cronógrafo compacto de carga manual y con contadores de 30 minutos y 12 horas, supuso que los clientes a los que iba destinado eran los procuradores, abogados, médicos y arquitectos. Sin embargo, las primeras señales fueron buen augurio para los usuarios más críticos, con los primeros indicios de que el reloj resultaría fiable: su colega en Lemania, Jacques Reymond, relató que el nacimiento del nuevo movimiento fue rápido y sin problemas iniciales.
Un sucesor del movimiento 27 CHRO C12 de 1942, el calibre 321 (el primer calibre de cronógrafo de Omega con contadores de 12 horas y de 30 minutos) apareció en 1946, su llegada justo después de la posguerra supuso un salto cuántico en términos de precisión y calidad. Las partes de este nuevo movimiento se fabricaban con tolerancias de micrón, característica que pudo jugar un importante papel en su posterior selección por la NASA debido a una razón muy simple: estas tolerancias implicaban un control de calidad superior a los existentes hasta el momento. En su búsqueda por producir un movimiento merecedor del apelativo “Professional”, Omega utilizó nuevas metodologías adicionales destinadas a mejorar la fiabilidad del reloj, incluyendo el uso de herramientas especiales para su montaje.
El cristal del reloj se fabricó en Hesalite (Plexiglas), hecho que se ha considerado como una de las claves de su éxito ya que el cristal que protegía el reloj fue el componente crucial que ocasionó los fallos de los principales contrincantes del Speedmaster. Para la NASA, una de las principales ventajas del tipo de cristal escogido por Omega era que en su uso en el espacio, en caso de romperse o quebrarse, no estallaba en pequeños fragmentos los cuales flotarían en un entorno de gravedad cero y representarían un riesgo de seguridad considerable para los astronautas.
El cristal se acopló de manera segura siguiendo los estándares de los relojes de buceo a una caja de fondo atornillado y de hermeticidad 60 metros, diseñada por Claude Baillod y cuyo prototipo fue confeccionado por Georges Hartmann, el mecanizado fue obra de Désiré Faivre y la fabricación responsabilidad de Huguenin Frères. La corona incorporaba el logotipo de Omega y, por encima y por debajo de ella, se ubicaban los dos pulsadores del crono: arranque y parada a las dos y puesta a cero a las cuatro. El fondo de la caja, grabado con el caballito de mar emblema de la marca, presionaba contra la sobrecubierta interior soportando el movimiento y actuando como dispositivo amortiguador de golpes. La caja fue concebida evitando cualquier aspecto superfluo o de decoración innecesaria, sin embargo y al mismo tiempo, poseía una estética que a día de hoy conserva su atractivo.
Lo que hizo posible la transformación del reloj pasando de ser simplemente un cronógrafo superlativo a convertirse en el reloj definitivo de los astronautas es el entramado de los sueños de un guionista – una mezcla de procedimientos convencionales de adquisición técnica, feliz casualidad y suerte. Al acometer el proceso detallado para definir las necesidades de los paseos espaciales del Proyecto Géminis, entre los elementos a seleccionar por la NASA se encontraba un reloj de pulsera totalmente probado y aprobado para los viajes espaciales. Dado que la NASA no estaba dispuesta a diseñar un reloj a partir de cero, y la sensación de que el procedimiento de solicitar ofertas a los potenciales proveedores requeriría demasiado tiempo (y, posiblemente, supondría objeto de abuso), se tomó la decisión de adquirir una selección de relojes ya existentes que tuvieran el potencial de satisfacer todos los requisitos exigidos.
Entre estos requisitos se encontraban las funciones de cronógrafo para medir el tiempo exacto de las operaciones, y que fuera de carga manual. Esto último porque se suponía que los mecanismos de carga automática podrían no funcionar correctamente en condiciones de gravedad cero. Aun cuando un sistema de remonte automático pudiera trabajar adecuadamente en gravedad cero, existía el problema del movimiento físico de los astronautas y surgía la duda razonable de pensar que podía darse el caso de que estuvieran inmóviles durante el tiempo suficiente que provocara que el escaso movimiento del brazo permitiera el correcto remonte del guardatiempos. La alternativa de remonte manual podría resultar mucho más fiable. Para asegurar el hecho de que los astronautas remontaban sus relojes diariamente durante sus misiones, los ordenadores ubicados en Houston les enviarían un recordatorio cada 24 horas.
En 1961, dos ingenieros de sistemas de la NASA adquirieron una selección de cronógrafos en Houston, Texas. La compra se realizó de forma anónima en vez de hacerla de manera oficial. Su tarea era encontrar un cronógrafo para soportar cualquier castigo que la NASA considerara necesario para poderlo cualificar de cara a los próximos programas espaciales Géminis y Apolo. A diferencia del anterior programa, el Mercurio, Géminis y Apolo implicarían actividad en el exterior de la nave, por lo que los astronautas necesitarían los relojes más fiables en la tierra y, literalmente, fuera de ella. Para estos ensayos, la NASA compró un Omega Speedmaster de serie en un distribuidor de Houston llamado Corrigan’s, junto con otras piezas de Longines, Rolex, Hamilton y otras marcas conocidas.
A diferencia de las pruebas a las que se someten los relojes de buceo, como hacer frente a una gran presión y a la entrada de helio o agua, el reloj de pulsera ideal para la actividad en el espacio tendría que tolerar la condición de trabajar en el vacío, a gravedad cero, la exposición a los rayos no filtrados de la luz del sol y soportar temperaturas extremas de más de 212 grados Fahrenheit (100°C). Los planes de la NASA incluían también andar sobre la superficie de la Luna lo cual implicaba soportar un rango de temperaturas que iban desde los -256 grados Fahrenheit (-160°C) hasta los +248 grados Fahrenheit (+120°C). Y, por supuesto, este reloj ideal tendría que hacer frente a los rigores de los viajes espaciales, incluidas las fuerzas G de despegue y reentrada.
LOS ENSAYOS.
Omega no era consciente de que la NASA había estado sometiendo a su Speedmaster a los viajes espaciales desde 1962. Cuando una docena de Speedmaster fueron adquiridos el 21 de octubre de 1964, sin brazaletes, en el distribuidor de Omega en EE.UU., Norman M. Morris Corporation, en Nueva York, se le dijo al proveedor que los relojes estaban siendo comprados “con propósitos de prueba y evaluación”, sin ningún tipo de aclaración adicional. La NASA pagó el precio de venta vigente de 82,50 $ por reloj.
La NASA llamó a su régimen de pruebas “Qualification Test Procedures” y se trataba de una extensa serie de ensayos diseñados para detectar cualquier debilidad o fallo del reloj ensayado. Estos procedimientos incluían los siguientes pasos:
A – Cada reloj se carga justo antes de cada prueba.
B – El cronógrafo debe estar en funcionamiento de manera ininterrumpida durante y entre las pruebas; la función específica del cronógrafo debe ser puesta a cero antes y después de cada prueba, o bien en períodos iguales, no menores de dos ni mayores de seis horas, si las pruebas se interrumpen por un tiempo mayor del programado.
C – La precisión de marcha debe controlarse antes y después de cada prueba y, si es posible, a cada hora durante cada prueba y en períodos iguales, no menores de dos ni mayores de seis horas, entre prueba y prueba. Antes de cada fase de evaluación hay que:
- Activar la función de cronógrafo.
- Identificar el reloj.
- Anotar la hora oficial.
- Tomar nota de las indicaciones proporcionadas por el reloj a probar (horas, minutos, segundos).
Para controlar la precisión durante cada prueba, no ha de interrumpirse la función de medida del tiempo. Es necesario:
- Identificar el reloj.
- Anotar la hora oficial.
- Tomar nota de la hora que indica el reloj controlado.
- Registrar el grado de error del cronógrafo.
Después de interrumpir la función de cronógrafo al finalizar cada prueba se debe:
- Identificar el reloj.
- Anotar la hora oficial.
- Anotar las indicaciones del reloj sometido a prueba (horas, minutos, segundos).
- Registrar las diferencias entre el tiempo real y el cronometrado (horas, minutos, segundos).
D – En cada control de precisión se debe comprobar también que la caja, el cristal, las agujas y los pulsadores no hayan sufrido ningún daño y que no haya rastros de humedad bajo el cristal. Toda anomalía debe ser puntualmente registrada.
E – Si el reloj probado presenta alguna de las anomalías siguientes, debe ser excluido del procedimiento de evaluación:
- El reloj se ha parado y puede volver a ser puesto en marcha.
- La indicación de cronógrafo se ha parado y no puede volver a ser puesta en marcha.
- El reloj ha podido ser puesto en marcha, pero se ha parado por segunda vez.
- El vástago de corona o el pulsador de arranque/parada se han roto.
Los cronógrafos que superaban la preselección descrita debían pasar once pruebas.
Calor. 48 horas a una temperatura de 71ºC, seguidas de 30 minutos a 93ºC. Durante esta prueba, los relojes son sometidos a una humedad del aire no superior al 15% y a un vacío parcial de 5,5 psi (libras por pulgada cuadrada), lo que corresponde a 0,35 atmósferas.
Frío. 4 horas a una temperatura de -18ºC.
Vacío. Sometidos a una presión de 1,47 x 10-5 psi (10-6 atmósferas), los relojes han de soportar primero una temperatura de 71ºC durante 45 minutos y, después, una temperatura de -18ºC durante otros 45 minutos, para pasar de nuevo a 71ºC por 45 minutos más. Esta prueba se repite hasta un total de quince veces en total.
Humedad. 240 horas a una temperatura que oscila entre los 20ºC y los 71ºC, con una humedad de, al menos, el 95%. El pH del vapor de agua debe situarse entre 6,5 y 7,5.
Atmósfera saturada de oxígeno. 48 horas a una temperatura de 71ºC y una presión de 5,5 psi (0,35 atmósferas) en oxígeno puro. La formación de gases tóxicos, el desprendimientos de olores acres o el deterioro de las juntas significan que el reloj ha fracasado en la prueba.
Impacto. 6 golpes de 40G (40 veces la fuerza gravitatoria), con una duración de 11 milisegundos cada uno y en 6 direcciones diferentes.
Aceleración. Lineal de 1 a 7,25G en 333 segundos. Después, aceleración constante de 16G, 30 segundos horizontalmente, 30 segundos verticalmente y 30 segundos en oblicuo.
Descompresión. Presión de 1,47 x 10-5 psi (10-6 atmósferas), 90 minutos a 71ºC y 30 minutos a 93ºC.
Superpresión. Presión de 23,5 psi (1,6 atmósferas) durante 60 minutos.
Vibraciones. Tres pruebas de 30 minutos (oblicuamente, verticalmente, horizontalmente). La frecuencia de oscilación varía entre 5 y 2.000 Herzios, la aceleración media por impulso debe ser, al menos, de 8,8G.
Ruido. 130 decibelios en una banda de frecuencia situada entre los 40 y los 10.000 Herzios, durante 30 minutos.
Únicamente el Omega Speedmaster superó todas y cada una de las pruebas, tal y como muestran los resultados en los archivos de la NASA: “passed with flying colours”, lo que condujo a los probadores de la NASA a cualificar al Speedmaster el 1 de marzo de 1965, para todas las misiones espaciales tripuladas, y los relojes se entregaron a los tres miembros de la tripulación del Gemini Titan III. Aunque el primer vuelo oficial se llevó a cabo después de la prueba, el Speedmaster ya había aparecido en la muñeca de muchos astronautas desde que Walter Schirra usó uno por cuenta propia cuando voló en el Sigma 7, el 3 de octubre de 1962. Sin embargo, el primer uso en una misión cualificada después de superar los ensayos se llevó a cabo el 25 de marzo de 1965, cuando Virgil Grissom y John Young usaron el Speedmaster en el lanzamiento del Gemini Titan III.
Poco más de dos meses después, el 3 de junio, el Speedmaster hizo su primera incursión en el espacio, cuando Edward White se convirtió en el primer astronauta estadounidense en llevar a cabo un paseo espacial. Fue después del éxito de estas maniobras cuando Omega finalmente se enteró de su papel en el espacio. Se percataron, al ver las fotos de prensa de la misión, de que la muñeca de White lucía un Speedmaster. La empresa solicitó la confirmación de la NASA, la cual se recibió un año después, en abril de 1966.
La NASA debió de estar más que satisfecha con el Speedmaster, ya que fue probablemente el componente más fiable y sin embargo el menos costoso del programa espacial. No fue necesario ningún tipo de desarrollo por su parte, ya que se trataba de un producto completamente terminado antes de la adquisición de los primeros ejemplares. El único cambio realizado fue el consistente en la sustitución del brazalete metálico por una correa larga de tela que se convertiría, además, en una de las primeras aplicaciones del Velcro, y que tenía por finalidad abarcar el grueso existente en la manga de un traje espacial. Omega, por su parte, sólo cambió una cosa en reconocimiento de la superación satisfactoria del reloj del régimen de pruebas de la NASA y sus primeras incursiones en el espacio: añadió la palabra «profesional» al dial en el verano de 1965.
DESAFIANDO A LA OPOSICIÓN.
Sin embargo, la decisión de la NASA de optar por el Omega no quedó exenta de reacción y la política y alzó su cabeza. Siguiendo la tradición, la NASA fue presionada para utilizar un reloj de pulsera de fabricación estadounidense. A pesar de que la búsqueda de un reloj adecuado ocurrió una década antes de que el cuarzo transformara la industria relojera mundial, la industria relojera estadounidense ya estaba en decadencia. Mucho antes de la década de 1960, Suiza se había alzado con la hegemonía de la producción de los mejores relojes del mundo, especialmente cronógrafos, mientras que los relojeros norteamericanos centraban sus políticas comerciales, principalmente, en los modelos más económicos destinados al mercado de grandes masas.
A pesar de que el Omega Speedmaster ganó merecidamente y sin ningún tipo de dudas su lugar en las misiones espaciales, la compañía de relojes americana Bulova, dirigida nada menos que por el legendario héroe de la Segunda Guerra Mundial, el general Omar Bradley, trató de persuadir a la NASA para utilizar sus relojes, a pesar de la falta de experiencia de la compañía con los cronógrafos. Bradley presionó a los gobiernos de Kennedy y Johnson para forzar que la NASA utilizara relojes Bulova, y nuevamente en 1972 para las misiones del Apolo 17.
En esta ocasión, usaron el Congreso «Buy American» (que se podría traducir como “compre productos americanos”) celebrado en 1933 como palanca, esta iniciativa reclamaba a las organizaciones que se financiaban con impuestos a utilizar los productos hechos en Estados Unidos cuando estos se consideraban iguales a los de origen extranjero. En cuanto a Omega, siendo extranjero y para soportar la oposición, tuvo que probar su superioridad en un gran número de maneras. En concreto, la ley declaraba que, cuando los órganos del gobierno de EE.UU. adquirían bienes, los requisitos del «Buy American» sólo se podían eludir en tres casos: que la compra del material en el país penalizara al gobierno con un coste no razonable, que el producto no estuviera disponible en el país en cantidad o calidad suficiente, o que la compra del material en el extranjero supusiera un hecho de interés público.
Una vez más, los relojes fueron sometidos a pruebas similares durante los años 1964-1965, con la prueba adicional de resistencia magnética. Y de nuevo, el Speedmaster fue el único reloj que soportó las pruebas. Para mantener su posición, y para defender la elección del Speedmaster, la NASA envió a su administrador jefe, James Webb, a una serie de audiencias en el Senado de EE.UU., donde se presentó con éxito en el caso de lo que fue descrito por Donald K. Slayton, quien fue responsable para las operaciones en vuelo, “como un cronógrafo de pulsera cualificado para el uso en un ambiente hostil existente en la superficie lunar». La NASA detuvo las aspiraciones de Bradley y Bulova, y el Omega Speedmaster Professional se mantuvo como la opción elegida.
LA LLEGADA A LA LUNA.
Lo que siguió a la certificación del Speedmaster por parte de la NASA fueron una serie de «aventuras» en la vida real que ningún otro reloj en la historia puede igualar. Mientras cada una de las misiones era y sigue siendo un logro importante, el estado casi mítico del Speedmaster Profesional se alcanza en su llegada a la Luna. Tan poderoso fue este evento que Omega fue capaz de crear algunas de las frases más importantes en publicidad en la historia de la relojería, entre ellas el grupo de diez palabras que decía: «Probado en Suiza. Probado en Houston. Probado en la Luna» (“Tested in Switzerland. Tested in Houston. Tested on The Moon”). Tal vez la más eficaz, sin embargo, fue la que apareció el 25 de abril de 1968: «El mismo Omega que los astronautas del Apolo van a usar cuando lleguen a la Luna puede ser hoy suyo». Este anuncio se avanzó a los hechos 15 meses cuando, el 21 de julio de 1969, «Buzz» Aldrin llevó su Speedmaster en la Luna, aunque Neil Armstrong fue quien hizo el primer paseo lunar. Armstrong había dejado su Speedmaster dentro del módulo de aterrizaje Eagle, por lo que fue Aldrin quien proporcionó al Speedmaster Professional el derecho a grabar en su parte trasera la inscripción, «El primer reloj usado en la Luna» (“The First Watch Worn On The Moon”), por debajo de la igualmente impresionante leyenda, “calificación de vuelo por la NASA para todas las misiones espaciales tripuladas» (“Flight Qualified By NASA For All Manned Space Missions”).
De manera inmediata, el reloj llegó a ser conocido popularmente como «The Moon Watch». A día de hoy, entre coleccionistas, puristas y aficionados, este nombre está reservado exclusivamente a la edición de acero de cuerda manual correspondiente, en la medida de lo posible, a la versión utilizada por los astronautas a pesar de que a partir de entonces han existido diversas variantes del Speedmaster, incluso con mecanismos de carga automática.
Pero había más por venir, incluyendo un suceso que fue tan espectacular – como si el paseo lunar no lo hubiera sido lo suficiente – que inspiró una importante película, con el mayor papel de actor de reparto interpretado por un reloj de pulsera en Hollywood.
HOUSTON, WE HAVE A PROBLEM.
Hoy en día es difícil encontrar a alguien que no conozca la película de 1995 «Apollo 13». En abril de 1970, el Omega Speedmaster Professional se convirtió en el componente que permitió a la tripulación del Apolo 13 maniobrar su nave dañada en la operación de reentrada a la atmósfera terrestre. De todas las situaciones de vida o muerte subsanadas por un reloj de pulsera, esta se encuentra entre las más extraordinarias. «Houston, tenemos un problema».
Una explosión en el módulo de servicio del Apolo 13 hizo saltar uno de los paneles exteriores de la nave, causando graves daños a la fuente de alimentación principal y cortando el suministro de oxígeno a la tripulación formada por Fred Haise, James Lovell y John Swigert. Los tres astronautas se trasladaron al módulo lunar, diseñado sólo para dos personas, y desconectaron todos los equipos excepto el receptor de radio. A pesar de que sólo tenían energía para dos días de operación, el retorno a la tierra era de cinco. Mientras el pánico se apoderó del control en Houston, los astronautas mantuvieron la calma.
Debido a que el mecanismo de control automático de posicionamiento no era funcional, la re-entrada en el ángulo correcto no se podía asegurar. El hecho de reingresar en la atmósfera de la tierra de manera incorrecta habría dado lugar a cualquiera de estas dos catástrofes: el rebote de la aeronave en la atmósfera hacia el espacio o su incendio debido al aumento de la fricción. De este modo, Lovell y la tripulación tuvieron que hacer la reentrada de forma manual, y la clave para esto radicaba en el momento preciso de la ignición del motor para ajustar la posición.
Debido a que el procedimiento requería de una total precisión, y a que los instrumentos de la nave estaban fuera de servicio, Swigert utilizó el Speedmaster Professional para controlar los 14 segundos de ignición del motor, mientras que Lovell arrancaba y paraba los motores de manera precisa. Como resultado de este cronometraje impecable, el Apollo 13 aterrizó a salvo en el Pacífico y su tripulación fue rescatada por el USS Iwo Jima.
En octubre de 1970, y con motivo de haber salvado al Apolo 13 del desastre, los astronautas de la NASA honraron al Omega Speedmaster Professional con el «Snoopy Award», su más alta y afectuosa distinción dedicada a personas y organizaciones que hicieran una importante contribución al programa espacial estadounidense.
Menos cargados de peligros, pero iguales en importancia, otros eventos cuentan también con la aparición del Omega Speedmaster Professional. En julio de 1975, el reloj fue usado tanto por el astronauta estadounidense Tom Stafford como por el cosmonauta ruso Alexei Leonov en la cita espacial Apolo-Soyuz en el momento culminante de la Guerra Fría. Esta fue la primera ocasión en la que los cosmonautas utilizaron el Speedmaster Professional.
PIEZAS DE MUSEO.
A medida que el programa espacial avanzaba, el Omega Speedmaster Professional se mantuvo como denominador común, siendo seleccionado por la NASA en 1978 como el cronógrafo oficial para el programa del transbordador espacial. Para prepararse para este programa en el que una nave espacial reutilizable podría llevar carga al espacio regresando intacta, la NASA reevaluó toda su gama de equipos partiendo desde cero e incluyendo la revisión de los relojes oficiales. Alrededor de 30 fabricantes de cronógrafos presentaron sus candidatos en junio de 1978, al igual que Omega hizo con el Speedmaster Professional.
Esta vez, sin embargo, Omega no presentó únicamente el Speedmaster Professional sino que lo hizo de manera adicional con otras versiones: un prototipo especial Ref. 11.003 con el Calibre 1045 de cronógrafo automático y el Speedsonic Ref. ST188.0002 con el Calibre 1255 electrónico. Para esta serie de pruebas, los procedimientos se llevaron a cabo en varios laboratorios independientes, como el Observatorio de Neuchâtel, el Laboratoire Suïsse de Recherches Horlogères, y el Approved Engineering Test Laboratories en Chatsworth, California.
Después de cuatro meses la prueba se completó. El 2 de noviembre la NASA hizo su elección descartando los relojes de funcionamiento automático y electrónico y optando de nuevo a favor del Speedmaster Professional. La NASA compró 56 relojes por el precio simbólico de 1 centavo cada uno.
Aunque el cuarzo estaba considerablemente implantado en ese momento, la NASA consideró que los cristales de cuarzo eran demasiado delicados para hacer frente al entorno hostil del espacio, sobre todo a las temperaturas extremas.
El número de Speedmasters genuinos usados por la NASA, así como sus homólogos rusos oficiales, es de unos pocos cientos. Al igual que sucede con cualquier material de la NASA, los relojes siguen siendo propiedad del gobierno y deben ser entregados una vez que los astronautas regresen a la Tierra. Sin embargo, a algunos astronautas se les permitió mantener sus relojes. Por desgracia, algún desalmado robó el usado por «Buzz» Aldrin y que fue el primer Omega Speedmaster Professional en la Luna, durante su transporte hacia el Museo Nacional del Aire y del Espacio en 1970. Nunca ha sido recuperado.
Sin embargo, medio siglo de producción regular implica que los Speedmaster Professional de uso civil abunden. Según información facilitada por Omega, se han editado más de 250 variantes durante la vida del reloj, que abarca todo tipo de movimientos disponibles desde 1957, con funciones que van desde las fases de la luna hasta el calendario perpetuo.
Existen en oro y platino, con numerosos colores de esfera, y con los emblemas de las principales misiones realizadas por la NASA. Han sido aprobados por alpinistas y por campeones del mundo de Fórmula 1, e incluso han sido rechazados como regalo por un Presidente y Vice-Presidente de los EE.UU., quienes estaban preocupados por la percepción pública ante la aceptación de tales presentes. Estos Speedmaster, y muchas otras piezas históricas, residen ahora en el Museo Omega.
Es sin embargo el clásico, y de hecho el icónico de cuerda manual y acero inoxidable, Omega Speedmaster Professional el que fue el primer y único reloj que se usó en la superficie lunar.
LOS CALIBRES DEL SPEEDMASTER.
A lo largo de la vida del Speedmaster han sido dos los principales calibres implementados en la versión conocida con el sobrenombre de “The Moon Watch”.
El primero de los movimientos que hizo latir al Speedmaster original fue el Calibre 321. Este movimiento estaba basado en el proyecto de desarrollo de diseño conjunto entre Omega y Lemania titulado “27 CHRO C12” (27 mm de diámetro, cronógrafo de rueda de pilares y contador adicional de 12 horas. El material base para la construcción de este calibre era el oro rosa). Fue en la década de 1940 cuando Albert Piguet y Jacques Reymond concibieron este calibre que vio la luz en el año 1942. Más tarde sería conocido también como el Lemania 2310.
El Calibre 321 fue utilizado en el Omega Speedmaster desde 1957 hasta mediados de 1965 y, posteriormente, en el Omega Speedmaster Professional desde mediados de 1965 hasta mediados de octubre de 1968. Otros modelos implementaron este movimiento como por ejemplo los correspondientes a la colección DeVille y Seamaster, además de otros cronógrafos de Omega a principios de la década de los 50 bajo el nombre original de 27 CHRO C12.
En el año 1965 Lemania inició el desarrollo del Calibre 861 que se convertiría en el sucesor del Calibre 321 a finales de 1968. La base para esta modificación realizada por Albert Piguet fue el mismo calibre Lemania 2310. Los principales cambios aplicados entre ambos calibres fueron:
- La implementación de la función del cronógrafo se simplificó pasando del uso de la rueda de pilares al correspondiente a un sistema de leva y palanca.
- Se eliminaron los tornillos de regulación del volante.
- La frecuencia de oscilación del volante se incrementó desde las 18.000 alternancias/hora (2,5 Hz) hasta las 21.600 alternancias/hora (3 Hz).
- La espiral del volante pasó a ser del tipo plano.
- El puente del volante pasó de tener forma de Y a adoptar forma trapezoidal.
El material utilizado continuaba siendo el oro rosa y el número de rubíes integrados de 17.
El nuevo calibre desarrollado fue aceptado por Omega de manera que el Speedmaster empezó a implementarlo en octubre/noviembre de 1968. Este nuevo movimiento fue conocido como Calibre Omega 861 o también Lemania 1873.
En el año 1996 el material de base de construcción del calibre pasa de ser el oro rosa a material rodiado. Adicionalmente, la pieza que activa el freno del cronógrafo pasa de ser metálica a producirse en un material sintético de Nylon que mejora sus prestaciones debido a un menor desgaste en su uso. Este calibre incorpora los 17 rubíes del anterior Calibre 861 más uno de adicional en el pivote de la rueda de acoplamiento del cronógrafo. Así pues el número total de rubíes del movimiento pasa a ser de 18. Este calibre, que toma como base a su antecesor, el Lemania 1873, recibe la denominación de Omega 1861 y es el que implementa a día de hoy el Speedmaster Professional Ref. 3570.50.00 (cristal de Hesalite y fondo ciego).
A día de hoy existe otro calibre que monta la versión del Speedmaster Professional con cristal de zafiro en el dial y fondo visto (también con cristal de zafiro) Ref. 3573.50.00. Este calibre se conoce con el nombre de Omega 1863 y es exactamente igual al Omega 1861 excepto por el hecho de que conserva el freno del cronógrafo en el original material metálico del Calibre 861. Omega quiso introducir esta variación para evitar que, al tratarse de un reloj con fondo visto, fuera visible un componente fabricado en material sintético al observar el movimiento del guardatiempos.
Aunque los calibres implementados actualmente por el Speedmaster Professional no poseen el certificado de cronómetro, cumplen con las especificaciones cronométricas con una desviación por día de -4/+6 segundos.
LA EVOLUCIÓN DEL DIAL.
Los primeros Speedmaster, con la referencia del catálogo de Omega CK2915, incorporaban la hoy codiciada manecilla de las horas «Broad Arrow» que fue sustituida más tarde las agujas rectas y en forma de bastón, ya que de este modo obstaculizaba en menor medida los tres diales subsidiarios cuando pasaba por las posiciones de las 3, las 6 y las 9. El bisel tenía la escala taquimétrica grabada sobre la superficie de acero cepillado, característica que sería reemplazada, tan solo dos años después, por el ahora familiar bisel negro para ofrecer una mejor legibilidad, a la vez que aumentaba el diámetro hasta los 40 mm en lugar de los 38,5 mm del original. En 1963, este nuevo modelo con la caja completamente redonda se convertiría en el «Moon Watch» y, en ese mismo año se introdujo la caja asimétrica que incorporaba el protector integrado de corona y pulsadores. Estos dos modelos serían certificados por la NASA siendo la caja del “Moon Watch” de estilo idéntico al del Speedmaster actual.
El dial Speedmaster ha permanecido prácticamente invariable desde su lanzamiento en 1957, con el posicionamiento clásico “tri-compax” del contador de 30 minutos a las 3 en punto, el contador de 12 horas a las 6 y el segundero en la posición de las 9. El dial del reloj era negro mate con el logotipo de Omega aplicado en material metálico en la posición de las 12. En 1968, al ser introducido el Calibre 861, el logotipo se cambió a impreso en color blanco.
Podéis encontrar más información sobre las misiones espaciales en las que ha participado el Omega Speedmaster Professional y datos adicionales en este minisite de Omega.