Test – Omega Globemaster
Analizamos en profundidad el nuevo Omega Globemaster, un reloj que aúna rasgos históricos de la manufactura y que presenta un nombre con origen propio.
Resulta meridianamente obvio que, de entre todas las novedades que Omega lanzó durante la pasada edición de Baselworld y de las que ya os hemos hablado en Watch-test (White Side of the Moon, las nuevas referencias del Dark Side of the Moon y del Speedmaster’57 y el Speedmaster Moonwatch Professional “Silver Snoopy Award”) la de mayor importancia responde, y por ello fue presentada de manera independiente de las demás en la Von Bartha Gallery de Basel, a la presentación de la nueva Colección Globemaster. Así pues, y aunque hayan transcurrido más de cinco meses desde la finalización de Baselworld, resultaba igualmente obvio que no podíamos dejar pasar por más tiempo la ocasión de hablaros de esta nueva pieza de Omega a la que, como no podía ser de otro modo, le dedicaremos uno de nuestros artículos de test para analizarla con el detalle que se merece.
Un poco de historia.
¿Globemaster? A priori el lector podría pensar que se trata de una expresión más que incluye el término «master» y a las que la manufactura nos tiene acostumbrados durante los últimos años. Error, y vaya por delante que fui el primero de caer en él. De hecho el término Globemaster goza de su propia historia en el seno de Omega y, para encontrar su origen, debemos remontarnos a la década de los 50 y al nacimiento de otra de las colecciones históricas de la manufactura, la Constellation.
Cuando aparecieron en el mercado los primeros modelos Constellation de Omega – la imagen de la izquierda responde al Omega «Globemaster» Automatic Chronometer de 1953 – en América del Norte el término «Constellation» era propiedad, debidamente registrada, de otra empresa. Por este motivo y únicamente en esa zona del orbe, el Omega Constellation no podía promocionarse como tal. Así, el apelativo que se eligió en su sustitución fue el de Globemaster. Esta situación se prolongaría hasta el año 1956 en el que se alcanzó un acuerdo definitivo entre Omega y la empresa que poseía los derechos sobre el nombre Constellation.
Pero, ¿por qué Globemaster? A finales de los 50, Globemaster era el sobrenombre con el que se conocía al avión Douglas C-124, un gigante de dos pisos y cuatro motores que se fabricó entre 1949 y 1955 diseñado para transportar a las tropas americanas con todo su equipamiento militar como tanques, artillería, bulldozers y camiones. Este avión fue desmantelado en el año 1974.
Durante el corto período de vida del Globemaster, fueron varias las ocasiones en las que adoptó un papel protagonista como, por ejemplo, un anuncio – el que aparece más abajo – que la manufactura publicó durante los años 1955 y 1956 que tenía como elemento central la que pasaría a los anales de la historia del atletismo como «La milla del siglo». La carrera tuvo lugar el 7 de agosto de 1954 en el seno de los Juegos de la Commonwealth celebrados en Vancouver y en ella dos atletas bajaron por primera vez en la historia de los cuatro minutos: el vencedor, el británico Roger Bannister con un crono de 3 minutos y 58 segundos, y el segundo clasificado, el australiano John Landy, a tan sólo un segundo del primero.Así pues, el nombre de Globemaster se utilizó en los Estados Unidos y Canadá adquiriendo muchísima relevancia en el período comprendido entre 1952 y 1956. De hecho, fue tanto el reconocimiento alcanzado, que para sacar provecho de esta situación fueron muchos los agentes que siguieron utilizándolo para referirse a los Constellation lo que, además, explicaría el hecho de la ausencia del término Chronometer en algunos de los modelos editados hasta 1960.
La esfera conocida con el nombre de «pie-pan» y el bisel estriado de algunos Constellation de las décadas de los 50 y 60 son los rasgos históricos que reúne el nuevo Globemaster.
Hubo muchos otros anuncios de la época que se publicaron en Estados Unidos y Canadá en los que el Globemaster se erigía como único y verdadero protagonista. Algunos de ellos, como los que hacían referencia a la Cruz Olímpica obtenida por Omega o aquellos en los que se proponían los relojes de la manufactura como incentivo a los trabajadores de las empresas, son los que aparecen por debajo de estas líneas.
De la esfera conocida entre los aficionados como pie-pan propia de algunos de los modelos Constellation de 1952 y del bisel estriado que incorporaban otros a finales de la década de los 60 toma sus elementos más distintivos la nueva Colección Globemaster.
Tras esta breve introducción, curiosa por lo menos para conocer el origen del término que identifica a esta nueva colección de guardatiempos, pasemos ahora a analizar todos y cada uno de los elementos que forman parte de su construcción y de las peculiaridades y detalles que encierran cada uno de ellos. Si el continente presenta un carácter descaradamente vintage, el contenido, el corazón de los nuevos Globemaster, responde al movimiento mecánico tecnológicamente más avanzado de la manufactura. Tratándose de Omega, no debemos tomar esta última afirmación a la ligera.
La caja.
Que el Globemaster es una pieza de carácter Vintage salta a la vista. Y esta percepción visual se confirma en lo que a dimensiones se refiere con sus 39 mm diámetro (es práctica habitual hoy en día considerar como pequeñas aquellas cajas por debajo de los 40 mm) completados con unos 12,53 mm de altura, todo ello ofreciendo un notable valor de estanqueidad de 10 bar. La caja del Globemaster presenta la mayor parte de su superficie con un acabado cepillado que tan sólo se ve alterado por un pulido en los achaflanados laterales que sirven de nexo de unión entre el bisel y el fondo de la caja con la carrura. Sin lugar a dudas, el elemento que más destaca de cuántos integran el contiene del nuevo Globemaster es su bisel estriado.
Precisamente es en el material utilizado como base de manufactura de esta caja el primer elemento en el que difieren unas referencias de otras de este reloj. En líneas generales podemos distinguir tres grupos en este sentido. El primero de ellos haría referencia a los modelos que utilizan únicamente el oro en la construcción de su caja, el segundo respondería a la única referencia que toma el platino como material de base y, para acabar, el conjunto de piezas que adopta el acero en su caja ya sea de manera exclusiva o bien combinado con oro en aquellos modelos a los que Omega habitualmente se refiere como bicolor.
Así, el primer grupo de los descritos estaría formado por una pieza confeccionada en oro amarillo más una segunda en Sedna™ Gold, ambas completadas con una correa de piel de aligátor de color marrón. El segundo, vendría representado por una pieza manufacturada en platino combinada con una correa en piel de aligátor de color azul y que responde a una edición limitada a 352 unidades que utiliza una exclusiva aleación de este material – 950Pt20Au – que Omega ya utilizó en la caja de la reedición del Seamaster 300 del pasado año. Finalmente, los modelos que integran la tercera de las familias de este Globemaster está formada por piezas que adoptan los mismos materiales del primer grupo – oro amarillo o Sedna™ Gold – y lo combinan con el acero, más una última referencia manufacturada únicamente en acero con el bisel recubierto de carburo de tungsteno, un material extraordinariamente resistente a los arañazos. En este último grupo de relojes las correas disponibles son de piel de aligátor en color marrón, azul o gris, o bien brazaletes que combinan los mismos materiales que la caja. El diseño de estos brazaletes es el nuevo de tres filas de eslabones con acabado cepillado y biseles pulidos que monta, además, el cierre desplegable con microajuste de 6 posiciones que equivale a una longitud de 9,6 mm.
La esfera.
En lo que a indicaciones y funciones se refiere, el Globemaster no es en absoluto una pieza complicada en los términos habituales. Hasta la fecha, y teniendo en cuenta las referencias que se incluyen en su lanzamiento, se trata de lo que comúnmente conocemos como un tres agujas – horas, minutos y segundos centrales – con un fechador por ventanilla abierto a las 6. De construcción ligeramente abovedada, la esfera del Globemaster presenta un diseño que, como ya hemos comentado en la introducción, se conoce entre los aficionados como “pie-pan”, inspirada en el primer Constellation del año 1952 y que, unida al bisel ya descrito, forman el tándem de rasgos que definen externamente al nuevo guardatiempos.
Las agujas de horas y minutos, facetadas, presentan su parte interna rellena con tratamiento Super-LumiNova a excepción del modelo en caja de platino cuyo relleno se realiza con esmalte azul. Estas dos manecillas, así como la correspondiente al segundero, apuntan a una única escala dispuesta perimetralmente junto al bisel y formada por índices aplicados y facetados con un acabado pulido en las posiciones horarias completada por discretos índices de tipo bastón transferidos en negro en las posiciones de los minutos.
El color aplicado a la esfera de los nuevos Globemaster, así como el material empleado en la construcción de las agujas y en los apliques correspondientes a los índices, logo de la manufactura a las 12 y la característica estrella de cinco puntas que acompaña a los Constellation desde su aparición, varía en función del material empleado en la caja. Así, la edición limitada en platino toma el mismo material para la fabricación del dial y le aplica un acabado del tipo sunblasted en tanto que índices, agujas y resto de elementos toman el oro blanco como material base. Esta referencia es la única que no utiliza la Super-LumiNova en el interior de agujas e índices sustituyéndola por esmalte azul. Los modelos que toman el oro – amarillo o Sedna – en su construcción, implementan un dial opalino plateado con todos los elementos ya mencionados como índices y agujas en oro blanco incorporando tratamiento Super-LumiNova en su parte interna.
Finalmente, las piezas bicolor, mantienen el color opalino plateado en su esfera en tanto que el modelo en acero adopta el color azul con un acabado del tipo “sunbrushed”. Los distintos elementos que forman parte del dial incorporan el oro correspondiente con el material de la caja en los modelos bicolor y el acabado rodiado ennegrecido en el caso de la caja de acero. Índices y agujas de estas referencias mantienen la Super-LumiNova en su área interna.
El calibre.
Los nuevos Omega Globemaster tendrán el privilegio de convertirse en los primeros relojes del mercado en poseer el Certificado Master Chronometer diseñado por Omega en colaboración con el METAS y del cual ya os hablé en este artículo. De todos modos, y aprovechando la ocasión, os relacionamos de manera detallada en qué consiste cada una de las ocho pruebas a las que son sometidos reloj y movimiento.
1. Funcionamiento del movimiento (sin estar este montado en el interior del reloj) durante la exposición a un campo magnético de 15.000 Gauss (diseño de la familia de calibres Master Co-Axial lanzada en 2013 e industrializada en 2014).
2. Desviación de la marcha del reloj medida en 6 posiciones.
3. Desviación de la marcha del reloj medida entre 0 y 2/3 del estado de carga del barrilete.
4. Funcionamiento del reloj durante la exposición a un campo magnético de 15.000 Gauss (misma prueba que en el punto 1 pero en esta ocasión con el reloj completamente montado).
5. Desviación de la precisión media diaria del reloj, tras exponerlo a un campo magnético de 15.000 Gauss.
6. Precisión media diaria del reloj en pruebas que reproducen las condiciones de uso diarias (seis posiciones, dos temperaturas).
7. Reserva de marcha del reloj.
8. Estanqueidad del reloj (comprobada en agua).
Y todo ello únicamente en el caso de que, previamente, el movimiento haya superado con éxito las pruebas oficiales que le otorguen el certificado oficial de cronómetro por el COSC. Así pues y a modo de resumen, para recibir el certificado de Master Chronometer un Globemaster deberá funcionar con una tolerancia máxima de 0 a +5 segundos de desviación diaria, durante y tras la exposición a un campo magnético de 15.000 Gauss.
Las características comunes a los tres movimientos que alimentan a los nuevos Globemaster responden a un remonte del tipo automático, con una reserva de marcha de 60 horas conseguida gracias a dos barriletes montados en serie y una frecuencia de oscilación del volante, típica del escape Co-Axial, de 25.200 alternancias por hora (3,5 Hz). Características también compartidas son la función Time Zone implementada en la gran mayoría de relojes Omega, la espiral del volante en silicio (Si14) y los 39 rubíes montados (38 en la edición limitada en caja de platino).
Mecánicamente idénticos y con las mismas prestaciones a todos los efectos, los tres calibres que laten en el interior de los Globemaster y que se definen como Omega Co-Axial Master Chronometer, vienen definidos por las siguientes referencias. La 8900 para los modelos en caja de acero o bicolor, la 8901 para los guardatiempos albergados en cajas de oro amarillo o Sedna™ Gold y, finalmente, la 8913 para la edición limitada en platino. Las diferencias entre ellos se encuentran los materiales y acabados empleados en algunos de sus componentes. Concretamente, el calibre 8900 presenta los puentes y el rotor con un acabado rodiado en tanto que las referencias 8901 y 8913 adoptan el Sedna™ Gold para la fabricación del rotor y del puente del volante. Características comunes a todos ellos en lo que a acabados se refiere son las Côtes de Genève en arabesque y el acabado ennegrecido de los tornillos, los barriletes y el volante.
La trasera de los nuevos Globemaster se sujeta al resto de la caja mediante cuatro tornillos e implementa en su parte central un cristal de zafiro que deja al descubierto el movimiento que alimenta el funcionamiento del reloj. Por debajo de este cristal de zafiro y en su parte central se muestra un medallón en acero, oro amarillo, Sedna™ Gold u oro blanco con esmalte según la versión, que representa la cúpula de un observatorio en referencia a los premios de precisión obtenidos por la manufactura en las famosas competiciones de cronometría de observatorio típicas de las décadas de los 40 y 50.
En la zona de este medallón que representa el cielo, encontramos un total de ocho estrellas, una para cada una de las plusmarcas de precisión establecidas por Omega así como por cada uno de los ocho criterios de calificación METAS que, como ya hemos expuesto, deben superar el movimiento y el continente que lo alberga para ser merecedores del grado Master Chronometer.
Conclusiones.
Lo cierto es que todos los «menos» o «contras» – o el término que prefiráis utilizar para referiros a aquello que menos nos gusta de un guardatiempos – que se me ocurren para el nuevo Omega Globemaster son del tipo subjetivo. Objetivamente y a título personal no tengo ningún pero que alegar al respecto. En términos subjetivos, y como no puede ser de otra manera, cada uno tendrá los suyos propios. Probablemente, y en mi caso particular, apuntaría a una polivalencia algo limitada. El marcado carácter Vintage de este guardatiempos, unido a sus contenidas dimensiones, hacen de él una pieza cuya versatilidad se ve penalizada sobretodo en las referencias que utilizan el oro en su caja. Este hecho se atenúa considerablemente en los modelos en caja de acero e incluso en el de platino.
Como os he dicho, totalmente subjetivo, ya que incluso a nivel personal este posible «pero» dejaría de serlo en el caso de que estuviera buscando una pieza cuya principal característica no fuera la polivalencia sino precisamente ese aire elegante con cierto punto de desenfado del que gozan los nuevos Globemaster.
Sucede todo lo contrario si nos referimos a los «pros», a los «más», a todo aquello que supondría un argumento a favor de invertir en la adquisición de una de estas piezas. Mecánicamente difícil de superar debido a todos y cada uno de los motivos que os he expuesto al hablaros de los calibres albergados y que son el resultado de muchos años de investigación iniciados con el desarrollo del escape Co-Axial, los nuevos Globemaster gozan de un diseño sobrio y elegante con esferas que presentan una legibilidad excelente, diáfana y sin obstáculos. Sus dimensiones, además, hacen de éste un reloj con una notable comodidad en su uso, condición que se ve acentuada en el caso de los brazaletes metálicos que, aun aportando un peso adicional a las correas en piel, incorporan el excelente y práctico cierre desplegable con microajuste que hace las delicias de cualquier usuario en el día a día. Y os lo digo por experiencia propia.
Por lo que respecta el precio de venta recomendado, el rango de entrada está ligeramente por debajo de los 7.000 € con los modelos en caja de acero, a estos les siguen los algo más de 8.000 € para las referencias en caja bicolor con correa de piel y los 10.600 € aproximadamente en el caso de armis metálico. Finalmente, y sin considerar el modelo que responde a la Edición Limitada en Platino cuyo precio rondará los 35.000 €, la cúspide de la pirámide en lo que a precios se refiere la ocupan los cerca de 20.000 € correspondientes al modelo con caja de Sedna™ Gold y correa de piel de aligátor.