8508 son los cuatros dígitos que sin lugar a dudas representan uno de los mayores avances en el mundo de la Alta Relojería y desde el punto de vista tecnológico que nos ha dejado la pasada edición de Baselworld. La influencia negativa que ejercen los campos magnéticos sobre el funcionamiento de los calibres mecánicos albergados en los guardatiempos ha constituido durante cientos de años uno de lo principales dolores de cabeza de las manufacturas. Generalmente, el más común y notorio de estos efectos es la magnetización de la espiral del volante, cuya consecuencia desemboca en una pérdida de amplitud en su oscilación y, consecuentemente, en un error en avance de la marcha del guardatiempos.
A lo largo de la historia muchos han sido los estudios destinados a eliminar o minimizar estos efectos nocivos de consecuencias nefastas para la estabilidad de la marcha de los relojes, que han desembocado en legendarias piezas como el Ingenieur de IWC o el Milgauss de Rolex. Incluso la propia Omega tuvo ya anteriormente su representante en este sector de guardatiempos, el Railmaster de 1957.
La persecución del objetivo de hacer frente al magnetismo en los relojes tuvo, como una de sus consecuencias, la publicación del estándar internacional ISO 764 “Horology – Magnetic Resistant Watches” que definía, o define, la resistencia que deben ofrecer los movimientos mecánicos a los campos magnéticos.
Concretamente, este estándar indica que el reloj debe mantener su precisión dentro de una desviación de +/- 30 segundos/día al igual que antes de realizar el test para que sea reconocido como resistente a los campos magnéticos.
Los sistemas implementados para conseguir esta resistencia son básicamente dos. En primer lugar el consistente en utilizar una caja de hierro dulce alojada en el interior de la caja principal del reloj y que alberga a su vez el calibre mecánico. Esta solución presenta dos inconvenientes principales: en primer lugar el consecuente grosor del conjunto del guardatiempos que genera el hecho de tener que integrar la caja de hierro dulce entre la caja exterior y el movimiento mecánico. En segundo lugar y dado que la caja interna no puede presentar aberturas que alterarían la efectividad de su finalidad, la inmensa mayoría de los guardatiempos equipados con este sistema no podían implementar en el dial un fechador, ni ninguna otra indicación digital, que precisara de una ventanilla.
Obviamente existe una tercera limitación fácil en su deducción: la innegociable caja de hierro dulce impide la atractiva práctica de dotar de fondo visto al guardatiempos que permita disfrutar de la visión del movimiento mecánico que alberga. Prueba fehaciente de dichas limitaciones la constituye la renovada colección Ingenieur que IWC presentó durante el mes de enero del presente año y en la que renunciaba a la razón de ser de su legendario modelo en pos de poder mostrar sus movimientos a través del cristal de zafiro montado en los fondos de sus cajas y de poder implementar indicaciones digitales tanto de fechador como, por ejemplo, de calendario perpetuo. De todos los nuevos modelos, tan sólo la reedición del original Ingenieur Automatic mantiene la protección antimagnética.
La segunda de las alternativas responde a estudios y desarrollos relativamente recientes y basados todos ellos en la búsqueda de nuevos materiales que no resulten afectados por las influencias de los campos magnéticos. Probablemente, de todos estos materiales el más conocido sea el silicio (Si14) ya que éste ha sido el foco de estudio de diversas manufacturas para la fabricación de ciertos componentes del movimiento mecánico y, de manera protagonista, la espiral del volante.
Precisamente es en el estudio de nuevos materiales en lo que el equipo formado por ingenieros de ETA, ASULAB, Nivarox FAR y OMEGA, han centrado sus esfuerzos con el objetivo de localizar ciertos materiales no ferrosos, y por tanto inmunes a las influencias magnéticas, con los que construir no sólo la espiral o el órgano de regulación del calibre, sino todos sus componentes. Estos materiales cuyo nombre y composición, obviamente, son información confidencial, responden a algunas de las diversas patentes en curso y pendientes de obtener del nuevo Calibre Omega Co-Axial 8508. El resultado final resulta ciertamente espectacular, y es que este movimiento mecánico después de haber sido sometido a un campo magnético superior a 15.000 Gauss (15 veces superior al soportado por el Rolex Milgauss y 2,5 veces superior al soportado por el también legendario Ingenieur de IWC) sigue cumpliendo con los registros cronométricos del COSC.
Este nuevo calibre 8508, de manera adicional a la implementación del avance que representa la mayor novedad y como no podía ser de otro modo, forma parte de la colección de calibres co-axiales de la manufactura. Aunque la nota de prensa no facilita dato alguno sobre las características básicas de este nuevo calibre, si nos basamos en las correspondientes al 8500 y considerando que el 8508 deriva de éste, se trataría de un movimiento de 13’’’ (29 mm), con una frecuencia de oscilación del volante de 25.200 alternancias por hora (3,5 Hz) y una reserva de marcha de 60 horas suministrada por dos barriletes. Probablemente, a más de uno le pueda sorprender la frecuencia de oscilación de 3,5 Hz en lugar de una de las habituales de 3 Hz (21.600 alternancias por hora) o 4 Hz (28.800 alternancias por hora). Lo cierto es que aun sin ser demasiado explícitos, Omega ya respondió con anterioridad a esta cuestión de una manera clara aunque no detallada: la frecuencia de oscilación del volante elegida es la máxima que permite un correcto funcionamiento del escape co-Axial. Otras características propias de la família de calibres 8500 son el ajuste rápido de la fecha, dispositivo de parada de segundero y certificado de cronómetro por el COSC.
Otra de las buenas nuevas que trae consigo esta nueva tecnología es que, según parece, Omega pretende integrarla en un futuro en todos sus calibres. De esta intención puede desprenderse una conclusión de manera bastante lógica: el coste de implementación de esta tecnología no supone un incremento notable respecto del correspondiente a la manufactura del calibre y, por tanto, no repercute significativamente en el precio de venta final de la pieza. En conclusión, ingeniería en estado puro, puesto que como solía decir uno de mis profesores de ingeniería, ésta no sólo consiste en alcanzar los hitos, sino en hacerlo con unos costes razonables.
El modelo elegido por Omega para albergar por primera vez este calibre es el histórico Seamaster Aqua Terra, en caja de acero de 41,50 mm y con las opciones de brazalete metálico o correa de piel de becerro marrón. La estanqueidad del conjunto alcanza unos más que considerables 150 metros (15 bar). Respecto de la altura de la caja de este Aqua Terra, Omega, en su nota de prensa no facilita dato alguno. Aun así y teniendo en cuenta las ventajas que en este aspecto comentábamos anteriormente, el grosor es realmente contenido considerando que se trata de un reloj antimagnético y de remonte automático. El fondo de la caja, aprovechando otra de las virtudes del sistema desarrollado, es visto a través del cristal de zafiro que incorpora la base del guardatiempos.
Respecto del dial, con las habituales bandas verticales que caracterizan a los modelos Aqua Terra, presenta un color negro con un acabado lacado y trazas en amarillo e implementando las indicaciones de horas, minutos y segundero central con fechador por ventanilla a las 3. Agujas de horas y minutos así como los índices aplicados y facetados, están manufacturados en acero incorporando en su zona interna tratamiento luminiscente. La aguja indicadora de los segundos alterna el color negro con el amarillo en clara alusión a la principal característica del movimiento que late en el interior de este nuevo Seamaster.
Como todos los calibres de la Colección Co-Axial de Omega, el 8508 tiene una garantía de 4 años con lo cual Omega pone de manifiesto una vez más la plena confianza en la fiabilidad de sus productos. Para acabar, y confirmando una línea de precios contenidos con una relación calidad-prestaciones-precio excelente a la vez que se refuerza lo comentado anteriormente respecto del coste añadido que puede representar la incorporación de la nueva tecnología antimagnética desarrollada por Omega, los precios de venta recomendados serán de 4.840 € para la versión en correa de piel de becerro marrón y de 4.930 € para la correspondiente al modelo con brazalete metálico.