Panerai no afloja. Dejando aparte las nuevas referencias presentadas en el pasado SIHH a finales de enero, éste es el sexto modelo que lanza la firma de Neuchâtel en cinco meses. Y aunque lo tratemos como tal, el PAM 533 no deja de ser un restyling del PAM 270, con el que comparte la mayor parte de características tanto técnicas como estéticas. Este Luminor 1950 presenta una caja de 44 mm fabricada en acero. Aquí encontramos la primera diferencia, ya que todo su acabado es pulido, en vez del satinado y bisel pulido del 270. En ambos casos, el protector de corona es satinado. Aunque estéticamente me decanto por la dualidad satinado/pulido, he de reconocer que el acabado pulido general facilita enormemente el arreglo de pequeños arañazos.
Lo que sí provoca un cambio estético importante es la sustitución del cristal abombado tan característico de Panerai por otro con una curvatura menor, más «plano». A mí me fascinan los cristales abombados y las distorsiones ópticas que provocan, por lo que podéis imaginar que esta tendencia de la firma en los últimos años de implementar sistemáticamente cristales de geometría más convencional no me ilusiona demasiado. La parte positiva es que con ello consigue reducir el grosor final del reloj, con el consiguiente beneficio en comodidad y «usabilidad».
La esfera muestra la misma estructura: números arábigos a las 6, 9 y 12 horas, discreta ventana de fecha a las 3, indicador lineal de reserva de marcha de 10 días sobre las 6, pequeño segundero con función am/pm a las 9 y aguja central GMT. Las novedades residen en el uso de Super-LumiNova color arena en vez del verde, y la implementación de manecillas negras en vez de metálicas.
En su interior, visible desde la trasera de zafiro, encontramos el mismo calibre manufactura automático P.2003 que alimenta al PAM 270, un movimiento caracterizado por una extraordinaria reserva de marcha de 10 días conseguida gracias a sus tres barriletes, y su función GMT.
En resumen, pequeños cambios estéticos respecto al PAM 270 que no suponen una mejora evidente, sino, personalmente, todo lo contrario. La sustitución del cristal abombado y de las agujas metálicas tienen la culpa… aunque como siempre nos gusta comentar en estos casos, nuestras preferencias estéticas son completamente subjetivas, ni mejores ni peores que las de cualquiera de vosotros. Por suerte, en la variedad está el gusto.