Patek Philippe Calatrava Pilot Travel Time – La Caja
Después de esta autópsia a la esfera del 5524 toca hablar de su caja. Coherentemente con el estilo de este reloj, su geometría es redonda, limpia y simple, ausente de cualquier ornamentación excesiva.
Probablemente los elementos, que aunque externos, más destacan en ella son los dos pulsadores ubicados a la izquierda de la carrura que permiten avanzar o retroceder la indicación del huso horario a saltos exactos de 1 hora. Su estética, en forma redonda acabada con una especie de capuchón y firmemente acanalada, es sumamente atrayente y acertada, tanto desde el punto de vista estético como por la facilidad de manejo que proporcionan.
El diámetro de la caja es de unos generosos pero coherentes 42 milímetros, mientras que su grosor es de tan solo 10,78 mm, lo que garantiza su ergonomía y comodidad de uso. El material elegido para ella es el oro blanco, que aunque esperado y habitual en Patek Philippe, no deja de causarme cierta desazón, y esta será mi única crítica a este Calatrava Pilot Travel Time 5524G. Aquí Patek no puede escudarse en modernización, como es el caso de sus funciones, ni en fidelidad a los originales. Estamos ante un reloj con clara estética y filosofía de instrumento, y por ello, como en cualquier reloj deportivo, no hay materiales menos adecuados para su caja que un metal precioso. Tanto el platino como cualquier variante de oro, aportan unas magníficas virtudes antialérgicas, así como un envejecimiento que no hace más que reforzar su estética. Pero estos metales arrastran dos «contras» que los penalizan gravemente para cualquier uso desenfadado: su enorme peso específico y su escasa dureza, lo que se traduce en una casi inexistente resistencia estética al más mínimo roce.
Tanto desde el punto de vista de fidelidad histórica, como del de funcionalidad y practicidad, no creo que nadie dude de que el material adecuado hubiera sido el acero, con un peso muy inferior y una dureza mucho mayor que el oro. Ello dejando aparte la notable disminución de costes y en consecuencia del precio final del reloj. Pero ya se lo que va a decir Patek al respecto, que con estas u otras palabras vendrá a ser: «Patek Philippe es una firma que histórica y actualmente se asocia con cajas de oro y platino. Los relojes de acero son la excepción de la regla y deben mantenerse como algo muy especial». Bien, aparte de que no soy nadie para decidir al respecto, es innegable que dicho razonamiento es lógico, comprensible y coherente. Pero también lo es, que no se me ocurre ocasión más excepcional y apropiada para saltarse la regla que este Pilot Travel Time. Aunque mantendré mi innato y muchas veces perjudicial optimismo, no perdiendo la esperanza de que Patek decida algún día obsequiarnos con una versión en acero de este fascinante reloj.
Cuando le damos la vuelta al reloj, aparte del cristal de zafiro que permite admirarlo, podemos apreciar una nueva muestra de la discreción innata en Patek Philippe. Ni el más mínimo rastro de cualquier inscripción. En muchos relojes de este estilo de otras marcas seguro que nos encontraríamos ante una auténtica novela grabada. Esta ausencia de literatura, me recuerda un detalle aceptable pero no demasiado elogiable que es la hermeticidad de 3 bares que anuncia oficialmente Patek Philippe. Cierto que es un reloj «de aviación» y cierto que no es un reloj pensado para submarinismo, pero creo que no hubiese sido demasiado dificultoso obtener 10 bares de hermeticidad. Aunque probablemente la utilización del oro en la caja también penalice este aspecto, sumado al hecho de que a nadie en su sano juicio, sino es por ganas de aparentar, se le ocurrirá sumergirse en el mar con un reloj de oro.