Si inquirimos a cualquier aficionado veterano a la Alta Relojería sobre el reloj de sus sueños, las posibilidades de que en su respuesta se incluya un modelo de Patek Philippe son altísimas. No en vano, y por motivos cuya enumeración superaría la finalidad de este análisis, es la marca más venerada de la historia de la relojería. Pero por encima de todos los elementos que conforman el ADN de la marca ginebrina, es muy probable que la mayoría la identifiquen por sus movimientos, sus complicaciones y las innumerables innovaciones y patentes que ha aportado a la historia de la relojería. Sin embargo, el novedoso y atractivo del reloj que vamos a analizar, el Patek Philippe Calatrava 5227, se aparta de estos parámetros.
Además de las consabidas y típicas variaciones en metales de caja y en esferas de relojes ya existentes en su catálogo, Patek Philippe ha presentado en la feria de Baselworld de este año dos grandes novedades. La primera, y la más mencionada hasta ahora por los medios especializados, es el nuevo Gondolo 5200, que aúna una serie de características mecánicas hasta ahora, en su conjunto, inéditas en un Patek Philippe. Pero si preguntamos a los coleccionistas y devotos de la marca, entre los que confieso encontrarme, la novedad que ha fascinado a su práctica totalidad es el Calatrava 5227, un reloj que paradójicamente no centra su novedad y atractivo en el mecanismo, sino en su caja.
Calatrava 5227 – la caja
Desde su creación, hace más de 80 años, la colección Calatrava ha seguido fielmente la máxima “La función dicta la forma”, principio básico de la escuela Bauhaus de diseño. Basándose en dicho principio de funcionalidad, todos los Calatrava comparten una caja de geometría redonda y formas simples. Si observamos el catálogo Patek del 2012 encontraremos diversas variantes de cajas en la colección Calatrava, pero todas ellas de carácter muy sutil. Desde el diseño más sobrio con bisel plano y ligeramente inclinado hasta la máxima sofisticación que consistía en la aplicación de una decoración “Clous de Paris” en dicho bisel.
Con el 5227, Patek Philippe da un paso de gigante en lo que se refiere a la apariencia externa de un Calatrava, y ello lo hace en dos sentidos; incluyendo un elemento inédito en al anterior catalogo de esta familia, como es el fondo tipo “officier” y elaborando los dos restantes elementos que conforman una caja, la carrura y el bisel, con una sofisticación y elegancia asombrosas.
Las cajas tipo “officier” no son nada nuevo y para encontrar sus orígenes debemos remontarnos varios siglos atrás, hasta los relojes de bolsillo que protegían el mecanismo del reloj, e incluso la esfera, con una tapa metálica. Teniendo en cuenta los materiales y tecnologías actuales, como es el cristal de zafiro o la perfección de las juntas entre las diversas partes de la caja, esta antigua funcionalidad de las cajas “officier” ha perdido su finalidad, pero conserva ese encanto “vintage” tan apreciado por los coleccionistas veteranos. Además, y esto es una apreciación meramente personal, nos proporciona la emoción de ocultar, como si un tesoro se tratase, su movimiento. También de descubrirlo lentamente a nuestra voluntad, con el consiguiente e inevitable gesto de satisfacción y admiración que aparecerá en nuestro rostro y en el de cualquier persona que asista al ritual.
Aplicar una tapa mediante bisagras al fondo de la caja de un reloj no tiene ningún misterio ni dificultad técnica, pero como es habitual Patek Philippe no se conforma con lo básico. Ha conseguido implantar dicha tapa sin que las bisagras sean visibles desde el exterior, lo que a ojos de un “no iniciado” será equivalente a ver un reloj con fondo “ciego”. ¿Tiene sentido ello dada la complejidad que implica su construcción?, para la mayoría seguro que no, pero para Patek sí, ya que sigue uno de los principios irrenunciables de la firma; la discreción, que en este caso solo dará paso a la exhibición si su propietario así lo desea.
Si la tapa es un elemento distintivo de la caja de este 5227, no lo son menos su carrura y su bisel. Se podría decir, y la numeración de su referencia lo confirma, que estamos ante una evolución de la caja del 5127, pero el principal y prácticamente único parecido es la forma curvada cóncava de su bisel.
Cuando analizamos la carrura estamos ante otro reloj. Si lo observamos frontalmente veremos que el 5227 prescinde de sus salientes protectores de corona del 5127, que a mi parecer no encajan con la imagen elegante de este tipo de reloj. Si observamos la carrura presenciaremos el festival creativo que le otorgan unas acanaladuras convexas a ambos lados de la corona. Ni falta hace decir que todos estos elementos se realizan estrictamente a mano y con la perfección de terminaciones que se autoexige desde siempre Patek Philippe.
¿Apartan todas estas sofisticaciones al Calatrava 5227 de los principios Bauhaus de funcionalidad?. En mi opinión no, al contrario, consigue aunar dos cualidades tan difíciles de conjuntar como son la sobriedad y la exquisitez. Todo ello sin incidir lo más mínimo en la ergonomía del reloj.
Finalmente, y no por ello menos importante, algunos datos técnicos. El diámetro de este nuevo Calatrava es de unos “perfectos” 39 milímetros. Los califico de perfectos porque es una medida que, en este tipo de reloj, se adapta a la perfección a muñecas de muy diversos grosores. Pero queda el elemento clave para considerar a un reloj “solo hora” digno de ser calificado como perteneciente a la Alta relojería: su grosor. En este apartado, la altura total de la caja del nuevo 5227 es de tan solo 9,24 milímetros. En términos relativos no es una cifra asombrosa ya que se ve superada, aunque ligeramente, por una buena parte de su reducida competencia. Pero en término absolutos tenemos que tener en cuenta el grosor adicional de la tapa de su fondo, que calculo le añade entre 1 y 1,5 milímetros. Si los restamos de la altura total, el resultado, de aproximadamente 8 milímetros, sí que se puede considerar de extraordinario.
Un último apunte, que en este caso no deja de ser atípico. Cuando Patek Philippe presenta un nuevo modelo, lo hace casi siempre con una sola variante de metal de caja, la cual normalmente desaparece del catálogo cuando se lanza el mismo modelo en otro metal. En el caso de este Calatrava 5227, Patek Philippe ha presentado al unísono las referencias G, R y J, que en idioma “Patek” significa oro blanco, rosa y amarillo respectivamente. Ello deja bien a las claras la importancia que le otorga la firma de la familia Stern a este nuevo Calatrava.