Visitamos la manufactura Patek Philippe Perly, el santuarioa donde se producen las legendarias cajas de los Nautilus.

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Este es el tercer capítulo, pero no el último, del viaje que realizamos en mayo a las manufacturas Patek Philippe, un viaje extraordinariamente largo e intenso en el que visitamos sin pausa, a lo largo de tres días, todas las instalaciones de la legendaria firma ginebrina. En los dos primeros reportajes, Jordi ya os ha narrado nuestra visita a la manufactura de Plan-les-Ouates y a la de Fluckiger. Ahora le toca el turno a Perly.

Son numerosas las ocasiones en las que he tenido el privilegio de visitar las diversas instalaciones de Patek Philippe en Suiza, pero esta de Perly es para mí realmente especial, no solo por ser mi primera vez en ella, sino por lo que hemos podido ver. Se trata de la manufactura en la que Patek elabora las cajas de sus relojes, y entre ellas, desde luego, la del legendario Nautilus.

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Otro de los factores que convierten esta visita en algo especial está relacionado con el concepto moderno que se ha instaurado de manufactura, un tema que ya he comentado en diversas ocasiones, pero que nunca está de más incidir en él. Como indiscutiblemente denota su nombre, el significado original y objetivo de manufactura es «hecho a mano». Por motivos en parte casuales combinados con estrategias de marketing, desde el renacimiento de la Alta Relojería, el concepto que en general se tiene hoy en día de este término es el de una marca de relojes que fabrica internamente todos los componentes del reloj. Ello se ha extremado a tal punto que incluso se ha llegado a menospreciar o criticar una marca por el hecho de recurrir a proveedores externos para alguno de dichos componentes. ¿Alguien concibe que se criticara a Ferrari o Mercedes por no fabricar los neumáticos o las bujías de sus automóviles?.

Pues bien, a pesar de que la mayoría de marcas, supongo que obligadas por este concepto popular, insinúan o afirman que producen todos los elementos del reloj internamente, prácticamente nunca he tenido la ocasión de ver fabricar las cajas de los relojes en las ya muy numerosas visitas a manufacturas que he realizado durante los tiempos recientes. Por ello, es también excepcional que la primera vez que puedo hacerlo, y de forma extensiva, sea nada menos que con Patek Philippe, firma que por cierto nunca ha recurrido a motivos de prestigio o legitimidad para internalizar su producción, sino a la lógica de garantía de suministro y mayor control de calidad que ello conlleva.

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En cierto modo la primera impresión que se tiene al entrar en la manufactura de Perly se asemeja más a estar en el corazón de un gran banco que en la típica manufactura relojera. No olvidemos que la gran mayoría de las cajas de los relojes Patek Philippe están realizadas en metales preciosos y que el acero es casi la excepción. Por ello impresiona ver las grande cámaras acorazadas que tienen a buen recaudo los bloques de las distintas variantes de oro y platino, que por lógicas cuestiones de seguridad hemos obviado fotografiar.

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Como en todas las manufacturas de Patek Philippe, en Perly se combina la más avanzada maquinaria de control numérico con los meticulosos acabados manuales típicos e indisociables de la auténtica Alta Relojería. La diferencia con los procesos de manufactura de componentes de los movimientos es que aquí se añade una fase inicial en la que el bloque de metal se somete a una estampación y cocción para darle la forma bruta y la estabilidad a la futura caja.

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Posteriormente, las mencionadas maquinas CNC multi-eje se encargan de afinar lo que será la forma definitiva de la caja. Como podemos apreciar en las imágenes superiores el parque del que dispone Patek en Perly de estas avanzadas y costosas máquinas es impresionante. Después de este proceso se obtienen los elementos que componen la caja con un nivel de acabado que sería típico de un reloj de baja o media gama, pero obviamente estamos en Patek, donde la exigencia es máxima y por ello se procede a una serie de interminables y artesanos acabados manuales de cada una de las piezas.

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A simple vista puede parecer una tarea relativamente sencilla, pero nada más lejos de la realidad. Como ya he comentado, la mayoría de las cajas de los relojes Patek Philippe se realizan en metales preciosos, que entre otros muchos aspectos se diferencian del acero por su baja dureza. Ello induce a pensar que el acabado manual mediante abrasión, que observamos en las dos imágenes superiores, sea más rápido, pero la realidad es muy distinta ya que cualquier exceso en la pérdida de material implica que hay que iniciar el proceso nuevamente desde cero.

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Por ello, los especialistas artesanos que realizan estos acabados deben elegir cuidadosamente el grado de abrasivo que utilizan y, lo más difícil, ser capaces de aplicar un grado de presión/tiempo óptimo. La imagen superior es muy explícita ya que ilustra el acabado de un bisel previamente engastado en diamantes, algo de lo que Jordi ya os ha hablado en los artículos precedentes.

Como también os comentó Jordi en dicho artículo, los responsables de Patek tuvieron a bien la excitante pero sádica idea de dejarnos intentar el increíblemente complejo proceso de engaste manual. Digo intentar porque en ello se quedó, en un mero y casi patético intento de simplemente marcar los surcos que servirán posteriormente de guía para engastar los diamantes. A un especialista le lleva muchas horas realizar un engaste. Nosotros, ni con meses seríamos capaces de realizarlo. Imaginemos pues el cataclismo que supone que los artesanos responsables de los acabados finales de la caja se excedan en el pulido: desengastar los diamantes, fundir el metal y empezar de nuevo. Por tanto, no es de extrañar que quienes realizan estos acabados requieran una formación y práctica previa que se cuenta por años.

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Observar todo esto en vivo fue realmente fascinante, pero mi devoción casi enfermiza por el Nautilus me tenía en vilo, ya que en las salas que habíamos visitado solo se trabajaban cajas de oro. Pero Patek nunca decepciona y por fin pude contemplar y tener en mis manos las piezas que componen la caja del legendario reloj.

Siempre había tenido claro que la caja del Nautilus, en cualquiera de sus evoluciones desde 1976, implicaba una complejidad considerable. Lo deducía por la peculiaridad de su geometría y por sus prestaciones, pero en este caso la realidad supera la imaginación. Basta con observar la imagen superior para apreciar la extrema complejidad de la carrura de un Nautilus, acentuada si cabe en este caso por tratarse, ni más ni menos, que de la del nuevo Travel Time, presentado en Baselworld apenas mes y medio antes de nuestra visita a Perly.

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En esta imagen se puede observar, antes del pulido definitivo, la caja del Nautilus5990/1A por su anverso y por su reverso. Aparte de las complejas peculiaridades que implica la implantación en este modelo de los dos pulsadores del huso horario, emulando su famosa «oreja», podemos ver su inimitable bisel, que de forma simplista se podría denominar de octogonal, pero en el cual ninguna de sus caras es recta. Esta peculiar geometría se reproduce tanto en el exterior como en el interior de dicho bisel, lo que implica que el cristal de zafiro que en él encaja debe respetar la misma geometría a la micrométrica de milímetro para poder obtener la sorprendente hermeticidad de 12 bares (aproximadamente 120 metros), que garantiza cualquier Nautilus. Sin ánimo de entrar en polémica, si comparamos dicha hermeticidad con los 5 bares que garantiza un Royal Oak, siendo su bisel interno totalmente circular, creo que queda todo dicho acerca de la dificultad que ello implica.

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Mi anhelo por la caja del Nautilus había quedado totalmente satisfecha, pero nos esperaba más. Habitualmente, cuando nos referimos a los elementos externos de un reloj nos limitamos a su caja, pero solemos olvidar la pulsera, un elemento que incide como ninguno en su ergonomía de uso. Si se trata de un brazalete metálico conlleva una practicidad y durabilidad incuestionable sobre la piel o el caucho, pero también una dificultad de fabricación muy superior. Pero si además trasladamos todo ello al brazalete del Nautilus, la complejidad se eleva a grados difíciles de imaginar si no se observa en vivo.

Emulando la intencionada complejidad de su caja, el brazalete del Nautilus esta compuesto por multitud de eslabones, con la peculiaridad de que su tamaño es decreciente en todos y cada uno de ellos. Por tanto, su montaje es también extremadamente complejo y exige una meticulosidad y concentración extremas.

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Basta con observar las dos imágenes anteriores para corroborar que no exagero. En esta zona encontramos dos especialistas cuya única misión era ensamblar todas las piezas, satinadas o pulidas previamente, que conforman el brazalete. Vemos la asombrosa cantidad de cajas que contienen los eslabones de distintas medidas que deben ensamblarse manualmente en un orden determinado. A pesar de que los encargados de ello repiten la operación continuamente y a diario, cuentan con la guía de un detallado esquema que preside su mesa de trabajo.

Si alguien, con toda la lógica del mundo, se preguntaba porqué el precio final de un Nautilus «solo hora» de acero (5711/1A) es prácticamente el mismo que el de un Calatrava de oro, creo que queda sobradamente explicado. Y ello me lleva a incidir una vez más en que el coste de un una pieza de Alta Relojería tiene mucho más que ver con los recursos humanos de los especialistas y artesanos que intervienen en su elaboración que con los materiales de los que está compuesto. También, y a riesgo de ser pesado, es una buena ocasión para afirmar rotundamente y con convicción, que la teoría generalizada y desinformada de que el precio de un reloj de alta gama se debe mayormente a cuestiones de marketing o de imagen es falsa. No me atrevo a negar que algo de ello pueda haber en ciertas marcas, pero en le caso de Patek Philippe y similares es una simple falacia.

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Como original forma de finalizar este artículo nada mejor que una imagen impensable en otro entorno; cubos de «basura» con  candados y repletos de oro!. En ellos se depositan, debidamente etiquetados por tipo, los restos de metales preciosos que inevitablemente se originan durante el largo proceso de elaboración de los elementos externos del reloj. Más aún, a la salida de las instalaciones de Perly se invita a visitantes (muy pocos) y trabajadores a pasar la suela de sus zapatos por un rodillo que extrae las partículas de oro que en ellas se han acumulado. Puede parecer una exageración, pero al observar mis suelas vi sorprendido una cantidad importante de partículas pegadas a ellas. Si lo multiplicamos por el número de personas que trabajan en Perly y por todos los días laborables de un año, la cantidad acumulada de oro en las suelas fácilmente puede sumar muchos miles de euros.

Me gustaría finalizar con agradecimientos personales a los numerosos responsables y directivos de Patek Philippe que ha hecho posible esta visita la manufactura de Perly, pero como es habitual Patek no lo desea y lo respetamos. Según Patek Philippe lo importante es la marca y no las personas. Ojalá todo el sector pensara igual…


PD. A pesar de la excepcionalidad que implica visitar la manufactura de cajas de Patek Philippe, este no es el artículo más excepcional de nuestra larga visita de mayo con Patek. Aún queda el último, que en diversas ocasione os hemos insinuado y que os aseguro se trata de una primicia absoluta a nivel mundial, tanto por su contenido como por el formato que implica su edición. Por ambos motivos y por la complejidad que su edición conlleva, hemos dilatado su publicación.

Pero ya es solo cuestión de días…. será antes de que Watch-Test tenga el privilegio de asistir al muy exclusivo evento de conmemoración del 175 aniversario de Patek Philippe, el próximo 13 de octubre, el el cual se presentarán piezas que prometen desbancar todo lo visto hasta hoy en día en Alta Relojería y de las cuales os informaremos en primicia…

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Décadas de pasión heredada por la relojería. 17 años transmitiendo esta pasión por internet. Primero fue MundoPanerai, luego Cronomundi, ahora Watch-Test. Unos proyectos que nacieron bajo una idea muy clara que se mantiene en el tiempo: el lector busca opinión de calidad y fiable. Con toda la subjetividad que conlleva, opinión y crítica razonada es lo que pienso seguir ofreciendo.

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