Piaget Polo S – el movimiento
En el interior del Polo S se encierra el calibre Piaget 1110P, que sobra decir es totalmente manufactura en el sentido que se entiende hoy en día este término, es decir, diseñado, desarrollado, fabricado y terminado internamente por Piaget, lo cual ya es por sí mismo una garantía absoluta de calidad y fiabilidad.
El calibre 1110P es un movimiento de carga automática por rotor central que oscila a una frecuencia de 28.800 alternancias por hora y ofrece una notable reserva de marcha de 50 horas. Una de las grandes ventajas de este calibre es su probadísima fiabilidad ya que se trata de una evolución del 800P, un movimiento que durante muchos años ha dado y sigue dando prueba de su robustez y eficacia.
Una de las típicas «pruebas del algodón» que demuestra al instante lo acertado del diseño y de los acabados de un movimiento mecánico, la supera este Polo S con sobresaliente. Me refiero al irritante salto de la aguja de los minutos, o la ausencia de él, cuando ajustamos las agujas. Siempre que he ajustado el tiempo en mis 15 días con el Polo S, lo que he realizado varias veces a modo de prueba el día que recibí el reloj, la aguja minutera se ha permanecido inalterable al presionar la corona después del ajuste, algo de lo que no pueden presumir todos los calibres, incluso algunos utilizados en relojes que doblan el precio de este Polo.
El reverso del calibre 1110P lo podemos observar a través del fondo de cristal de zafiro de la caja del Polo S, lo que me ha permitido estudiar con bastante detenimiento sus acabados. En este apartado, tiene detalles obligados en un movimiento de alta gama, como son la decoración perlada en su platina o las «Côtes de Genève» en sus puentes. También se observan los tornillos azulados al fuego, un detalle más típico de los movimientos germanos que de los suizos, pero que siempre otorga un atractivo visual extra.
La respuesta a la pregunta, casi obligada, de si dichos acabados son equivalentes a los del calibre 324 SC del Nautilus o el 2121 del Royal Oak es no. El calibre 1110P se ubica un escalón por debajo en algunos aspectos, como pueden ser la perfección de los biselados de los puentes, pero también se sitúa muchos escalones por encima del calibre que utiliza un Rolex, marca que cito porque es el paradigma de reloj polivalente en su gama de precio, aproximadamente la mitad que el de este Polo S. Claro que el precio del Piaget también es menos de la mitad que el del Nautilus o Royal Oak. Al fin y al cabo, en marcas serias los precios tienen una justificación, y como los milagros, por lo menos en relojería, no existen, no podemos pretender que el Polo S se iguale en todos los aspectos con los dos grandes referentes de este segmento de relojes.
Lógicamente, os preguntaréis por la precisión cronométrica del calibre 1110P y por tanto del Piaget Polo S. No proporcionaré datos exactos de variaciones diarias y en diversas posiciones de descanso del reloj, algo que he hecho anteriormente en muchas ocasiones, porque con los años he llegado a la conclusión de que no es un método fiable. Mi experiencia con todos los relojes que he adquirido a lo largo de los años es que requieren un periodo de estabilización mínimo de 3 meses antes de dar verdadera muestra de su precisión cronométrica. Algunos no eran muy precisos al inicio y después se afinaban, mientras con otros ha pasado lo contrario. Por tanto, la respuesta en modo simple a la pregunta es que la precisión del Piaget Polo S es muy buena, ya que durante estos 15 días se ha mantenido holgadamente en el mismo minuto al que lo ajusté el primer día, lo cual es más que suficiente.
Piaget Polo S – el brazalete
He dejado para el final el brazalete, un elemento al que habitualmente no se le otorga la importancia que merece y que en relojes de este tipo se convierte en trascendental. El brazalete metálico y en acero es obligado en un reloj con vocación de todo uso ya que es la única opción que otorga por igual elegancia y robustez. Las otras dos opciones, correa de piel o caucho, son inviables en este tipo de reloj. La primera por su fragilidad y por su alergia al liquido elemento, la segunda por su absoluta falta de elegancia.
Por tanto, al igual que los referentes Nautilus y Royal Oak, el Piaget Polo S está ideado para ser utilizado con brazalete de acero, pero en lo que concierne a su diseño estético hay una importante diferencia con ellos. Lo apreciaremos fácilmente observando la imagen del principio del artículo en la que aparecen los tres relojes. Mientras que el Patek y el Audemars carecen de asas y están diseñados para que el brazalete, partiendo de su zona más ancha, parezca formar parte de la caja, el Polo S recurre a una solución mucho más convencional, con asas de diseño clásico que surgen de la carrura de la caja y entre las cuales se sujeta el brazalete. La consecuencia inmediata es que mientras los brazaletes del Nautilus y Royal Oak son de anchura decreciente hacia el cierre, el del Polo S es prácticamente homogéneo de principio a fin.
La sujeción del reloj a nuestra muñeca es determinante para que realmente forme parte integral de nuestro antebrazo o se convierta en un sufrimiento. Este es el típico aspecto de un reloj que solo se puede comprobar con un periodo prolongado de uso, algo que he podido hacer en estos 15 días con el Piaget Polo S.
La comodidad del brazalete del Polo S está garantizada y buena culpa de ello la tiene su extrema flexibilidad, algo que se aprecia con solo observar las imágenes que ilustran este artículo. Claro que esto es algo que no sorprenderá a los conocedores de Piaget, ya que una de sus grandes especialidades, en la cual apenas tiene rivales, son los brazaletes metálicos, siendo célebres alguno de los diseños realizados para sus creaciones femeninas más artísticas.
Como es habitual en relojes de alta gama, Piaget alterna el acabado satinado y pulido entre los eslabones que componen el brazalete, de un acabado irreprochable en ambos casos. Por su parte, para el cierre recurre a la doble hoja, un sistema que permite reducir la longitud de esta pieza y que beneficia la comodidad de uso.
Lamentablemente, tengo que terminar este apartado con una crítica que se refiere al ajuste de la longitud del brazalete. Salvo que el diámetro de nuestra muñeca sea descomunal, todos hemos comprobado que la proporción en que varia su diámetro entre el verano y el invierno es muy acusada, lo que nos obliga a reducir o aumentar su longitud dos veces al año. Piaget cuida con mimo este aspecto utilizando dos eslabones finales más estrechos en cada lado del brazalete, que permiten realizar un ajuste longitudinal preciso. El problema es que los eslabones del brazalete del Polo S se unen mediante pasadores sin tornillos, por lo que resulta imprescindible utilizar una herramienta especial para extraerlos, un útil que salvo poseedores de grandes colecciones o apasionados enfermizos de la relojería, nadie tiene en su casa. Ello nos obligará a pasar dos veces al año por el punto de venta especializado si queremos mantener el ajuste deseado en todas las estaciones climáticas. Pero si somos optimistas y apasionados de la relojería, también le podemos encontrar el lado bueno, ya que así podremos aprovechar y disfrutar, por lo menos también dos veces al año, de una gratificante charla sobre relojes con nuestro asesor de confianza.