La apuesta de Rado por los Captain Cook sigue en alza, ahora con el lanzamiento de tres nuevas versiones que tienen en común un elemento insólito para la firma, el bronce, una aleación cada vez más utilizada en relojería que ofrece su singularidad estética frente a la uniformidad del acero habitual. En verde, azul y marrón, los Captain Cook Bronze aúna su buen diseño con la calidez del bronce, y todo ello manteniendo la excelente relación calidad-precio de la colección.
La introducción del bronce hace más de 5.000 años resultó significativa en cualquier civilización que lo halló, constituyendo la aleación más innovadora en la historia tecnológica de la humanidad. Tanto es así que el conocimiento metalúrgico de su fabricación dio origen a la llamada Edad de Bronce. Antes de la aparición del acero inoxidable, era normal verlo en barcos, instrumentación y relojes de bolsillo. Sin embargo, las indudables ventajas del acero relegaron al olvido el uso del bronce para fabricar las cajas de los relojes, y no ha sido hasta hace unos años que ha sido recuperado y puesto de moda. Ahora, tener un reloj que dé muestras de que ha “vivido” y que rezume espíritu vintage es un factor añadido.
Esta aleación de cobre es un metal duro, aunque no tanto como el acero, con un color dorado que recuerda al oro rojo y muy resistente a la corrosión que provoca en muchos otros metales el agua salada. Estéticamente, su principal característica, aparte de su color, es que con el tiempo desarrolla una pátina superficial protectora, una fina capa de óxido que adopta una variada paleta de colores que van desde el verde al azul, pasando por el marrón.
La pátina no es más que la capa de sales de cobre que se produce espontáneamente sobre la superficie de dicho metal tras su corrosión, un proceso que tiene lugar debido a la tendencia de todos los metales por regresar a su estado original estable en la naturaleza, es decir, a la forma de minerales de los cuales fueron extraídos por el hombre mediante procesos físicos para ser luego refinados en metales puros y posteriormente aleados. La coloración dependerá de agentes externos como son las condiciones ambientales (temperatura, humedad, salinidad, etc), uso o la fricción, que se verán reflejados en una pátina única para cada reloj que irá evolucionando lentamente con el tiempo y le confiere una personalidad única.
Manteniendo el cobre como base, las diferentes aleaciones con estaño (con contenidos de Sn del 2 al 25 %) o aluminio (entre el 5 y el 11% de Al) incluyen frecuentemente otros elementos como el plomo o el cinc. Este abanico de opciones determinan distintas capacidades de oxidación, y por tanto el cromatismo de la pátina. El bronce utilizado para el Captain Cook es bronce de aluminio, también llamado cuproalumino. Si el estándar desarrolla una pátina más contundente y de forma relativamente rápida, el bronce de aluminio ofrece una mejor resistencia a la corrosión gracias a una capa de óxido de aluminio que lo «sella», por lo que logrará mantener un aspecto comparativamente más limpio. Esto será bueno para aquellos que les gusta mantener el bronce casi como el primer día, pero defraudará a aquellos que buscan que su reloj evolucione con una pátina más visible.
Ejemplos de esta pátina en relojes de bronce con estaño los tenemos en el Bell & Ross BR 01 Skull Bronze Tourbillon Only Watch y los maravillosos cinco ejemplares únicos del Ferdinand Berthoud Chronomètre FR 1R Edition 1785. En todos ellos, la pátina ha sido acelerada artificialmente en fábrica mediante procesos químicos.
Si exceptuamos la evidencia del bronce, a primera vista estas versiones son exactamente iguales a sus homólogos en acero que os presentamos hace escasos días (ver artículo), pero si lo analizamos más a fondo hay ciertos detalles que han cambiado. Caja de acabado cepillado de 42 mm, bisel unidireccional con un anillo cerámico cóncavo en color a juego con la esfera, cristal de zafiro en forma de caja, corona roscada, 30 bares de hermeticidad… pero esta vez la trasera atornillada no es de acero, sino de titanio.
Otra diferencia es que, como ocurre con todos los relojes en caja de bronce, no se entrega con brazalete, sino con una correa, esta vez de cuero en color a juego y una hebilla ardillón de bronce cepillado. Visto el carácter subacuático de este reloj, no entiendo como Rado no lo acompaña con una correa de recambio que permita sumergirlo sin problemas, ya sea de caucho o una NATO. El cambio rápido Easy Clip que implementa la correa de cuero de poco nos sirve si no tenemos alternativas. Y sí, ya sé que el mercado externo ofrece un amplio abanico de opciones, pero lo normal sería que fuera la propia firma la que nos proporcionara esta posibilidad e incluirla en el set del reloj, como ya ocurre en algunos Captain Cook.
Ya en la esfera también vemos alguna novedad. La primera de ellas es que el anillo perimetral que incluye la escala de minutos/segundos también adopta el color del bisel y la esfera (en el modelo de acero es plateada). La segunda es que los numerales e índices están ribeteados en dorado y el Super-LumiNova parece tener una tonalidad beige, dos variaciones que combinan a la perfección con el look vintage del bronce. Como cabía esperar, las tres manecillas y el ancla móvil del logo de Rado también son doradas.
En su interior late el calibre C07.611 (ETA 2824-2), un movimiento automático con una reserva de marcha de 80 horas que es el motor de todos los Captain Cook. Esta excelente cifra es el resultado de bajar su frecuencia hasta los 3 Hz (21.600 alternancias por hora).
Si el Rado Captain Cook 300 metros en acero y correa cuesta 2.150 €, me parece un pelín exagerado que el bronce tenga un precio de 2.660 €, lo que supone un incremento de casi el 24%. Para tener una idea más global lo podemos comparar con un reloj del que podría ser competencia (aunque está un nivel por debajo): el Tudor Black Bay encarece su versión en bronce casi un 20%. En cambio, el Oris Diver Sixty-Five Chronograph contiene ese incremento en el 15%.
Por último… ¿cuál de las tres versiones del Rado Captain Cook Bronze os gusta más?. ¿Verde, azul o marrón? Personalmente me decanto por la referencia marrón, la tonalidad que cromáticamente mejor combina con el bronce, más cálida y discreta que el recargado dúo azul-bronce o el llamativo verde.