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 El pasado jueves publicamos la primera parte del artículo dedicado a los relojes de buceo, su definición y certificados que pueden acompañarlo. Hoy publicamos la segunda parte, dedicada a un aspecto importante que a menudo causa confusión entre el público: la hermeticidad. A continuación, analizaremos otro elemento muy característico de los diver’s más extremos, la famosa válvula de helio, su función y uso actual.
Hermeticidad
Si hay un término que casi todos los modelos graban, marcan o imprimen en sus modelos es su hermeticidad. 30, 50, 100, 200, 300 metros… ¿Significa que podemos tomar esta cifra al pie de la letra y adentrarnos en las profundidades sin miedo a los efectos del agua y la presión?.


Sencillamente, no. Es uno de los errores más comunes entre el público no iniciado. En primer lugar, comentar que este valor de metros no se refiere a la profundidad de inmersión, sino a la presión del aire que se ha utilizado en la prueba de laboratorio de resistencia al agua, que se indica en bares, atmósferas, metros o pies de profundidad de agua (recordad que 1 bar = 1 atm = 10 m). Es decir, 30 m no significa que podamos sumergirnos hasta esa profundidad, sino que el reloj soporta una presión de 30 metros.

¿Cómo se llega a estas cifras?. Como vimos en la primera parte de este artículo, la ISO 6425 marca las normas de los relojes de submarinismo. Para el resto de relojes de pulsera, la resistencia al agua viene controlada por la ISO 2281.

La principal circunstancia a tener en cuenta es que las pruebas se realizan bajo presión estática, en condiciones de laboratorio. Es decir, que no tiene en cuenta factores que  se presentan en condiciones reales de uso, o sea, bajo presión dinámica: temperatura extremas, movimientos bruscos dentro del agua, cambios rápidos de presión, posibles golpes, etc. Por ejemplo, para recibir una calificación de 30 metros de resistencia al agua bajo la ISO 2281, el reloj se sumerge primero en 10 cm debajo del agua durante 60 minutos, seguido por 10 minutos bajo una presión constante de 3 atmósferas. Si no hay rastro de entrada de agua, se le concede ese grado de resistencia al agua.
Esta resistencia al agua, según las normativas ISO 2281 e ISO 6425, genera una clasificación por niveles que, si bien no es oficial porque no existe como tal, se puede desglosar de la siguiente manera:

Válvula de helio
Para evitar el síndrome de descompresión, los submarinistas profesionales que vuelven a la superficie tras una inmersión profunda deben permanecer un tiempo dentro de una cámara hiperbárica para adaptarse a la presión normal. Esto sucede cuando no siguen las tablas de descompresión y/o las velocidades de ascenso.

Asimismo, los buceadores que realizan trabajos prolongados a gran profundidad (tendido de cable submarino, tuberías de gas, plataformas petrolíferas, etc), recurren al buceo de saturación. Es un método con un hábitat que permite a los buzos permanecer en un ambiente de alta presión tiempo suficiente para que los tejidos del cuerpo se saturen de los componentes inertes de la mezcla de gas que respiran a presión. Cuando se llega a esta condición, la cantidad de tiempo necesario para la descompresión es la misma, independientemente del tiempo que los buzos hayan permanecido a la misma profundidad, ya sea un día, una semana o un mes.

La atmósfera que respiran en dichas campanas y cámaras es una mezcla de gases en la que se sustituye el Nitrógeno por el helio para eliminar los síntomas narcóticos producidos por el primero. Ello comporta que los tiempos de descompresión durante y tras la ascensión, son más cortos. El helio es un gas muy ligero, con unas moléculas mucho más pequeñas que las del oxígeno y el nitrógeno. En condiciones de alta presión puede infiltrarse y penetrar en un reloj a través de las juntas tóricas que sellan la corona y el fondo. De esta manera, si un buzo lleva puesto su reloj durante su permanencia en la campana, el helio de la misma acabará por atravesar los sellos mencionados, y con el tiempo, igualar su presión, siendo superior a la normal.

Durante el proceso de descompresión en que se va disminuyendo la presión hasta el nivel exterior de superficie, el tiempo empleado no es suficiente para que el helio del interior del reloj escape y equilibre la diferencia de presiones, lo cual aumenta la presión del gas dentro del reloj. Como los relojes presentan un diseño de caja y cristal pensado para resistir presión exterior, cuando tenemos el caso contrario en que la presión se ejerce desde el interior, podemos encontrarnos con que el cristal se desprenda, se rompa o incluso que estalle.

Válvula de He en TAG Heuer Aquaracer 500M Chrono.

Para evitar estos posibles problemas se ideó la válvula de helio. Se diseñan para abrirse cuando el diferencial de presión entre el interior y el exterior del reloj alcanza, generalmente, de 3 a 5 bar, liberando el helio y protegiendo el reloj.

En resumen:

  • El helio sólo se introduce en el reloj durante el tiempo de permanencia en la cámara hiperbárica, no cuando se encuentra en el agua.
  • La válvula de helio sólo es útil en aquellos casos en que se utilice dicha cámara.
  • La válvula de helio no tiene nada que ver con la hermeticidad que puede alcanzar un reloj, ya sean 50, 300, 1.000 o 11.000 metros; esto depende de la construcción del reloj, o sea, de su diseño, materiales, grosores, juntas, cristal, etc.
Concluimos pues, que la válvula de helio no tiene ninguna utilidad práctica para casi la totalidad de sus poseedores. El público objetivo de los relojes con este sistema no son los buceadores, y mucho menos los buzos profesionales, sino aquellos que se sienten atraídos por el diseño y espíritu extremos que desprenden, en parte gracias a las campañas de márqueting basadas en los embajadores y las hazañas/expediciones/logros que las marcas llevan a cabo para publicitarse. Y como muestra, podéis leer el artículo que publicamos hace unos meses sobre la expedición Rolex Deepsea Challenge.

George Clooney, embajador Omega, con un Ploprof

Así pues, la válvula de helio se debe entender como una complicación relojera, al igual que, salvando las distancias, una repetición de minutos o un tourbillón; ¿tiene alguna utilidad habitual o sentido práctico el implementar cualquiera de estas dos complicaciones extraordinariamente complejas?. No, al igual que la válvula de helio.

Otro aspecto a valorar cuando queremos adquirir una de estas piezas, es que cualquier añadido de piezas, mecanizados y juntas a un reloj, es sumar un posible punto de fallo, por lo que debemos asumir que compramos un reloj con más posibilidades de fallos que uno que no llevara la válvula de helio, y que además encarece su mantenimiento periódico.Seguramente estas disquisiciones no alterarían la voluntad de adquirir un reloj de buceo con válvula de helio, pero como mínimo, el interesado debería saber los pros y contras de dicha compra.

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Ingeniero geólogo, Master en Geología Marina y Master en Restauración Medioambiental, Co-fundador y editor en Watch-test. Opinión, pasión y rigor, son los pilares fundamentales que sustentan la redacción de mis artículos. La clave, disfrutar de una profesión que coincide con mi afición.

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