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El brazalete metálico del reloj de pulsera: Los orígenes y su evolución

La principal diferencia entre un reloj de bolsillo y uno de pulsera, es el elemento que hace posible ceñirlo a la muñeca. De hecho, los primeros relojes de pulsera no eran más que relojes de bolsillo con unas rudimentarias asas soldadas y una correa de cuero.

Hasta los años 50, la práctica totalidad de los relojes de pulsera utilizaban correas de piel o de tela. Las únicas excepciones eran unos brazaletes metálicos extensibles, también denominados milanesa, y algún brazalete metálico de estructura rígida. Hoy en día, estos dos sistemas están en desuso y solo Breitling parece querer rescatarlos del olvido en alguno de sus relojes actuales.

Breitling Super Ocean con brazalete milanesa

Breitling Super Ocean con brazalete milanesa

Breitling Navitimer con brazalete rígido

Breitling Navitimer con brazalete rígido

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El Brazalete tipo milanesa lo podemos ver, por ejemplo, en los primeros Rolex Oyster de los años 20. Precisamente Rolex fue la gran culpable del éxito del brazalete metálico articulado, introducido en el famoso Submariner de los años 50. La milanesa, al igual que las correas de piel, se unía a la caja del reloj mediante un pasador rectilíneo que conectaba las asas, dejando un hueco visible entre dicho pasador y la caja. Por contra, el brazalete articulado del Submariner estaba diseñado para ser integrado en la caja del reloj, formando un conjunto homogeneo.

publicidad Rolex Oyster año 1927

publicidad Rolex Oyster año 1927

publicidad Rolex Submariner año 1953

publicidad Rolex Submariner año 1953

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Este diseño integrado de una caja y un brazalete metálico articulado ha marcado la evolución del reloj de pulsera, especialmente el deportivo, hasta nuestros días. Modelos especializados en Submarinismo, como el Seamaster de Omega o el Fifty fathoms de Blancpain recurrieron al mismo estilo de diseño.

La gran ventaja del brazalete metálico sobre la correa de piel es su inmunidad a cualquier elemento externo, ya sea al agua o la transpiración, proporcionando un gado máximo de seguridad a su portador. En entornos agresivos, como puede ser el marino, una correa de cuero se puede romper por el desgaste y la terrible consecuencia es la pérdida del reloj.
1972.  Royal Oak 5402

1972. Royal Oak 5402

El gran éxito en el mercado del Submariner o de los citados Seamaster y Fifty Fathoms, motivaron a casi todas las marcas existentes a diseñar relojes con este estilo, llegando a un punto en que lo raro era un reloj con correa de cuero o cualquier otro tipo de piel. La excepción a esta tendencia seguían siendo las marcas pertenecientes a lo que denominamos Alta Relojería, cuyos relojes de corte clásico y con grandes complicaciones no tenían nada que ver con el deporte.

Pero ninguna empresa puede quedarse de brazos cruzados ante una demanda creciente en su sector. Así, en 1972 Audemars Piguet decide experimentar y lanza una pequeña serie de un reloj deportivo diseñado por Gerald Genta, al que denomina Royal Oak.

El éxito sorprende a la propia empresa, y lo que iba a ser un reloj de corta producción destinado a algún cliente excentrico, se convierte en el emblema e imagen de la marca, copando la mayor parte de su producción. Hoy en día, el Royal Oak y su evolución más extrema, el Offshore, representan la mayor parte del volumen de negocio de Audemars Piguet.
Patek Philippe Nautilus 3700

1976. Nautilus 3700

Pocos años después, en 1976, Patek Philippe, la más prestigiosa y clásica de las marcas de Alta Relojería tampoco se resiste a la demanda de sus clientes y recurre también a Gerald Genta para crear su emblemático Nautilus.

Con el Nautilus se demuestra que el reloj deportivo con brazalete integrado no era una moda, sino una realidad que ya no se vería alterada. Incluso los clientes pertenecientes a las más altas esferas de la sociedad ya practicaban deporte con asiduidad, y estos compradores estaban dispuestos a pagar más por un Nautilus de acero que por un Calatrava de oro.
Hoy en día, un Nautilus solo hora, el 5711/1A, sigue siendo más caro y demandado que un Calatrava básico de oro. Mientras que para el primero hay que apuntarse a listas cuya espera sobrepasará como mínimo un año, podemos ver Calatravas en el escaparate de cualquier distribuidor Patek Philippe.
Vacheron Constantin, el tercer miembro del triunvirato de la Alta Relojería, claudica a esta corriente imparable en el año 1996, creando su reloj deportivo Overseas. A día de hoy, con la excepción de A. Lange & Sohne, ya no queda ninguna firma importante en el mundo de la relojería que no cuente con una o más colecciones de relojes deportivos y su inseparable brazalete metálico.
Cuestiones técnicas aparte, lo que ha marcado desde sus inicios la imagen y al atractivo de los relojes deportivos es su brazalete metálico articulado. Un elemento que a veces pasa desapercibido, pero que es tan importante o más que el resto de componentes de este tipo de reloj.
Aunque puedan parecer todos iguales, hay muchas diferencias de diseño y estructura entre los brazaletes metálicos. Estas diferencias marcan parámetros tan importantes como son su comodidad, su adaptabilidad, su seguridad y su precio. En todo ello entraremos detalladamente en un próximo artículo.

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