Cuando valoramos la compra de un reloj, dos de los aspectos que más dudas nos suscitan es su calidad y precisión: ¿vale ese reloj el precio que pagaremos?. Parte de esas preguntas pueden ser cuantificadas objetivamente gracias a las diversas certificaciones existentes, que acreditan el cumplimiento de los requisitos y parámetros que solicitan cada una de ellas.
Estas certificaciones o sellos pueden incluir, además de su cronometría, aspectos como la estética, acabados, fabricación, etc. Entre los más importantes encontramos el Sello Patek Philippe, el Punzón de Ginebra, el Metas, la Qualité Fleurier o el certificado COSC. En esta serie de dos artículos nos referiremos exclusivamente a la cronometría, centrándonos en su centro certificador más importante, el COSC. Con casi 2 millones de mecanismos testados este último año, este organismo juega un papel vital en la industria relojera, y debemos otorgarle parte de la excelente reputación de los relojes suizos en el mundo.
Lo esencial: ¿qué es un cronómetro?
Antes de hablar de organizaciones y certificados, debemos empezar por definir qué es un «cronómetro». Aunque son múltiples las acepciones que podemos encontrar de este vocablo, lo podemos definir simplemente como aquel reloj de precisión que ha superado las pruebas de cualquier organismo certificador independiente, con sus propias exigencias de precisión. Su significación literal es “medidor de tiempo” y puede aplicarse a multitud de variedades relojeras. No obstante, el objeto de este estudio es su aplicación a los relojes de pulsera.
El término «cronómetro» como tal se originó a principios del siglo XVIII. Cuando los relojeros trabajaban para construir una reputación alrededor de sus productos y su nombre, John Harrison, Jeremy Tatcher o John Arnold pronto se hicieron famosos por sus cronómetros de marina. Estos instrumentos de precisión eran utilizados por los viajeros de larga distancia para determinar su posición en el mar de manera fiable. La fabricación de relojes precisos se convirtió en el principal elemento de competencia entre los relojeros, y más concretamente entre los observatorios, que se fundaron como garantes de la precisión.
Hubo una rivalidad feroz en los concursos de observatorios y, junto con los premios en exhibiciones internacionales, los premios obtenidos en Ginebra, Neuchatel, Besançon o Kew se usaron a menudo con fines publicitarios. En ellos, las marcas preparaban a fondo cada pieza, lo cual implicaba un espíritu de perfección constante y de superación respecto al resto de sus competidores, fomentando nuevos y mejores métodos de fabricación. El ganador de cada edición gozaba de una publicidad excelente y extendía su reconocimiento oficial al resto de sus creaciones.
Actualmente se rigen por la norma ISO 3159, que dicta los criterios para el término «cronómetro» detallando el programa de dichas pruebas y los requisitos necesarios para los chronomètres-bracelet. Según la norma, el término «cronómetro» se aplica a los relojes de pulsera de precisión, ajustados en diferentes posiciones y para distintas condiciones de uso. El ajuste a dicha definición es homologado por un organismo oficial neutro que, tras evaluar cada movimiento y superar los test, otorgará la certificación oficial del cronómetro. No establece ningún grado de puntuación por superar las pruebas: el test se supera o no. Cualquier país adherido podría homologar centros oficiales para expedirlo, previos los controles exigidos.
El COSC certifica la cronometría desde hace 45 años
El Contrôle Officiel des Chronomètres (C.O.S.C.) es un organismo privado independiente, reconocido de utilidad pública no lucrativa, cuya finalidad es acreditar la cronometría de los movimientos que superen satisfactoriamente las pruebas requeridas. A tal efecto, expide los certificados correspondientes (boletín de marcha) referidos a movimientos individuales con el número de serie gravado en puentes o platina. Las peticiones para que un calibre sea objeto de tales pruebas deben provenir siempre del fabricante, nunca de particulares. Actualmente el COSC tiene su sede central en La Chaux-de-Fonds. Consta de tres laboratorios, el más antiguo de los cuales está en Bienne desde 1877. Le siguen en antigüedad el de Ginebra y el de Le Locle. Cada uno de estos tres bureaux está acreditado como SCS (Swiss Calibration Service).
El COSC se fundó en 1973 fruto de la asociación de cinco cantones suizos con gran tradición relojera (Ginebra, Neuchâtel, Berna, Vaud y Solothurn) juntamente con la Federación de la Industria Relojera de Suiza (FHS). Absorbió los laboratorios independientes de cronometría que se habían creado desde el siglo XIX. Dispone de un Reglamento Técnico con 28 artículos, 6 de los cuales son visibles en el reverso de cada certificado.
Para cumplir con su misión, las oficinas del COSC están abiertas los siete días de la semana. En sus tres sucursales trabajan entre 75 y 90 personas cuyos sueldos son pagados por la administración pública. Estrictamente, el COSC solo tiene tres empleados, y todos los demás son, teóricamente, funcionarios. Desde su fundación en 1973, los cantones fundadores han querido conservar el control de esta entidad para garantizar su independencia de las marcas. En resumen, el COSC administra la maquinaria y el mobiliario, mientras que el personal y los edificios son responsabilidad de los cantones y los municipios.
Históricamente, el informe anual de COSC jugó un papel central en la industria, ya que contenía el desglose de la cantidad de movimientos certificados para cada una de las marcas. Esta fue una buena forma de seguir la evolución de esta industria tan dada a los secretismos. Pero desde 2016 falta esa página en el informe. ¿El motivo?. Como cabía esperar, por la presión de las firmas, que arguyen que esos datos son suyos y no deben ser divulgadas.
En el próximo artículo veremos las diferentes pruebas a las que se someten los mecanismos para obtener el certificado.