Muchas fueron las preguntas que surgieron desde que el Grupo Swatch anunció que abandonaba la feria de Baselworld. Una de ellas, y quizá la más importante por razones obvias, era la que planteaba cómo iba a presentar el grupo sus novedades anuales. La respuesta se hizo esperar durante algún tiempo hasta que el nombre de Time to Move empezó a sonar apuntando a dos eventos separados, uno para retailers y otro para prensa. Primer acierto.
Una vez definida esta sectorización que distinguía entre la venta y la comunicación, restaba por conocer el formato bajo el que se desarrollaría Time to Move en su primera edición. El plan de viaje que recibíamos los invitados despejaba parte de la incógnita según os explicaba en este artículo: cinco días de viaje en los que el primero y el último se destinaban exclusivamente al desplazamiento hasta y desde Suiza y los tres intermedios a visitar las seis marcas participantes. El planteamiento sonaba lógico en cuanto al reparto de tiempos. Si bien es cierto que cabía esperar que el Grupo Swatch haría uso de sus vastos recursos en el despliegue del evento no lo es menos, por lo que a mí respecta y por las opiniones que pude contrastar con mis compañeros de viaje, que sorprendió a los asistentes con una organización excelente como pocas.
Para exponerlo en cifras, el número de periodistas invitados entre todos los países era de 190 frente a los 800 que, aproximadamente, atendía cada una de las marcas del grupo en Baselworld. Los asistentes se dividieron en varios grupos de manera que cada uno de ellos realizaba el recorrido de tres días de manera distinta. Nuestro grupo estaba formado por España, Italia, México, India y Middle East, unas treinta personas que a la vez y en cada una de las visitas se disgregaban en grupos más pequeños consiguiendo personalizar la experiencia en cada uno de sus pasos.
Las visitas de la mañana empezaban a las 9:00 (para ello debíamos dejar el hotel entre las 7:15 y las 7:30 según la distancia a recorrer) con un espacio para un primer café y un breve discurso del CEO de la marca (sí, estuvieron todos acompañados de sus correspondientes staff y la atención que nos prestaron fue excelente). A esta introducción la seguían tres horas, hasta las 12:00, invertidas entre la visita a la manufactura y la presentación de las novedades incluyendo una pausa para un segundo café. Después de la comida con la marca visitada venía el desplazamiento hasta la segunda cita del día, que tendría lugar entre las 14:00 y las 17:00, con un reparto de tiempos idéntico para acabar con la cena correspondiente. Y vuelta al hotel (el nuestro era el Château d’Ouchy en Lausanne).
A pesar de que fueron jornadas largas con la agenda muy apretada, el tiempo pasó casi sin darnos cuenta. A la atención dispensada por los altos cargos de cada una de las manufacturas hay que añadir la organización en el apartado de la presentación de novedades.
Y es que de manera adicional a conocerlas en grupos muy reducidos (en algunas ocasiones únicamente cuatro personas), disponíamos de más de una pieza de cada modelo al tiempo que atendíamos a las impecables explicaciones que nos ofrecían bien responsables de producto bien personas que lo conocían con la profundidad merecida. No soy persona de afirmaciones categóricas, de todo o nada, pero me costaría recordar un evento multimarca en el que haya podido disfrutar de las novedades como lo he hecho en Time to Move. Un placer.
Si bien ya os hemos llegar los artículos correspondientes a los resúmenes de las novedades presentadas por cada marca (Breguet, Blancpain, Jaquet Droz, Omega y Glashütte Original) quiero aprovechar la ocasión que me presta el presente para contaros más detalles de cada una de las visitas. Empecemos en la siguiente página con el primer día de visitas.