Los GMT «pepsi» de Rolex y Tudor, frente a frente
Dos de los relojes estrella de este año han sido, sin duda, los GMT en acero y con bisel "pepsi" lanzados por las empresas hermanas Rolex y Tudor: la comparativa resulta casi obligada.
La semana pasada uno de nuestros lectores nos envió un correo en el que nos comentaba que le gustaría leer una comparativa entre dos de los relojes estrella de Baselworld 2018 nacidos de la misma casa madre: los nuevos Rolex GMT Master-II «pepsi» y Tudor Black Bay GMT. Ciertamente, el hecho de que exhiban características comunes tanto a nivel de diseño, funcional como mecánico, hace que aparezcan lógicas dudas a la hora de afrontar una posible compra: caja de acero, función GMT, bisel bicolor azul y rojo, movimiento manufactura con 70 horas de reserva de marcha, amagnético y certificado por el COSC… ¿por cuál decantarse?.
Desde nuestra vuelta de Baselworld tenía la idea de hacer esta comparativa, y ahora es el momento. No describiremos a fondo cada uno de ellos, ya que esta tarea ya la llevamos a cabo con los correspondientes artículos dedicados. Simplemente, quiero dar nuestra particular y subjetiva opinión, que puede o no coincidir con las vuestras. Al fin y al cabo, y como siempre me gusta recalcar, la compra o preferencia por un reloj no debería ser un acto del todo racional, sino que en parte deberíamos dejarnos guiar por las sensaciones que nos transmite.
Empecemos por las cajas, ambas fabricadas en acero. Mientras la del Tudor mide 41 mm, la del Rolex se queda en un milímetro menos, 40 mm. Esta poco significativa diferencia de diámetro (personalmente prefiero los 40 mm) palidece ante la sustancial diferencia de grosor, un valor que incide directamente en la comodidad de uso y ergonomía: la caja del Rolex tiene una altura de 12,30 mm, y la del Tudor sube hasta los 14,60 mm. Cabe destacar que, a pesar de implementar por primera vez la función GMT, la firma de la rosa ha logrado mantener el mismo valor de los Black Bay de tres agujas.
La ergonomía del Tudor es muy buena, asentándose perfectamente en la muñeca. Nada que objetar. Sin embargo, las sensaciones del Rolex son aún mejores: es un guante, y gracias a su escaso grosor se desliza con más facilidad debajo de una camisa de manga larga. Como vemos, la caja Oyster del GMT Master-II es claramente la ganadora en cuanto a las dimensiones externas.
Una diferencia evidente es la gran corona que implementa el Tudor frente a más discreta corona del Rolex y sus protectores. Implementados desde 1982 cuando nació el GMT-Master II, estos pequeños «cuernos» forman parte de todos los relojes instrumento de la firma de la corona, aportando un plus de seguridad. Por su parte, la big crown de Tudor mantiene el diseño heredado de los orígenes subacuáticos de los Black Bay. Sin ninguna ventaja adicional a su función protectora, personalmente me gusta más el diseño de Rolex.
Uno de los elementos más polémicos en ambos relojes son sus brazaletes. Rolex se ha decantado por el elegante armis Jubilé de cinco hileras creado específicamente para el lanzamiento del modelo Oyster Perpetual Datejust en 1945, y que actualmente sólo visten los Datejust. No sabemos el porqué de esta decisión, pero a mí me gustaría ver el Rolex ref. 126710BLRO con el mismo brazalete Oyster de tres hileras que el resto de Rolex GMT Master-II, el más adecuado para un reloj-instrumento como éste. Y por si os lo preguntáis, no, no se puede utilizar el brazalete Oyster debido al diseño levemente diferente de las asas y terminales. Esto no empaña el hecho de que se trata de un brazalete extraordinario, tanto por su construcción como por su comodidad, en parte gracias a su cierre Oysterlock y la extensión Easlylink, que permite ajustar fácilmente su longitud hasta 5 mm.
Por su parte, tenemos una de cal y una de arena con el Tudor Black Bay GMT. Una de sus ventajas es la disponibilidad de tres opciones que no hacen sino aumentar su versatilidad y polivalencia: un brazalete de acero, una correa de cuero o una correa NATO. Si la última quedaría se me quedaría sin estrenar, la de cuero me parece una delicia, otorgándole un look vintage realmente bonito.
El motivo de debate es el brazalete, el mismo que luce toda la colección Black Bay: sus remaches laterales inspirados en los armis de los años 50 y 60 no son del agrado general. Yo pienso igual, y hubiera preferido que Tudor hubiera optado por una arquitectura clásica, sin los remaches sobresaliendo.
Puestos a elegir, le daría más puntuación a la calidad y facilidad de ajuste del brazalete Jubilé de Rolex frente a la versatilidad de las tres opciones y el diseño remachado de Tudor.
Si hay un elemento clave que define a estos dos GMT es su bisel bidireccional bicolor azul y rojo, graduado a 24 horas. Hasta ahí las similitudes. Como era de esperar, Rolex recurre a su cerámica Cerachrom, un brillante material prácticamente imposible de rayar y con un color inalterables, con los números y las graduaciones moldeados en la masa y recubiertos con una capa muy fina de oro en PVD.
En cambio, el bisel del Tudor es mucho más tradicional, un disco de aluminio pintado en satinado. En él, los números de 24 horas son los mismo de la colección Black Bay, bastante más pequeños que en el Rolex, una opción que me gusta más. El tamaño de los numerales del bisel del Rolex es uno de los elementos que menos me atraen, no únicamente en este modelo, sino en toda la gama GMT Master-II y en los Yatch-Master II.
Otra diferencia es la canaladura del bisel, mucho más ancha y prominente en el Rolex, más fina y discreta en el Tudor. A pesar de ello, ambas ofrecen un grado de usabilidad sin tacha alguna, permitiendo girar cómodamente los biseles bidireccionales.
Harina de otro costal son los colores, resumidos en azul y rojo, pero con matices bastante diferentes. Los de Tudor son más apagados, en parte debido a su brillo satinado. Su azul es más oscuro y el rojo más burdeos respecto a los de Rolex, unos tonos derivados de los colores del resto de la colección Black Bay. En el Cerachrom de Rolex en cambio, el rojo se inclina hacia el fucsia, tomando notas de púrpura y rosa.
Tal como hemos comentado antes, el bisel le confiere al Tudor un look más vintage y rústico (muy consecuente con la idea de reloj-instrumento) frente a la elegancia y brillante magnificencia técnica del Cerachrom de Rolex y sus indudables ventajas mecánicas: inalterable e irrayable (que no irrompible, no nos confundamos). Mi único «pero» es que, a diferencia de las referencias anteriores, seguramente se mantendrá exactamente igual durante toda su vida útil. El bisel GMT «Pepsi» es famoso por su carácter ganado con el tiempo, ya que no hay dos que envejezcan igual. Algunos se desvanecen mucho, otros un poco, mientras que algunos adoptan tonos aparentemente nuevos de forma sorprendente e impredecible. Yo diría que este hecho le ha dado al GMT la reputación que hoy disfruta.
Con todo, mi opción preferida sería el bisel del Rolex por la ventaja que supone no tener que sufrir por los posibles arañazos en una zona tan sensible como el bisel, aunque el tamaño tipográfico utilizado me resulta excesivo. Como contrapartida, me encanta el acabado satinado del Tudor y la perfecta proporcionalidad de la escala de 24 horas.
El cristal de ambos relojes es el esperado. La imagen más histórica del Tudor se complementa con el cristal abombado de los Black Bay, mientras que el zafiro de Rolex es, como siempre, completamente plano. Sobre la fecha implementa la lente Cyclops, un elemento muy característico de Rolex con el que nunca me he encontrado muy cómodo: ¿tan necesaria es ofrecer una sobredimensionada visión de la fecha que obligue a romper la armonía y planimetría del cristal con una burbuja de zafiro?. Personalmente me gusta más el cristal de Tudor.
Rematado con un fondo ciego de acero, las cifras dan un claro vencedor: fiel a su colección ligada al mundo submarino, el Tudor Black Bay GMT tiene una excelente hermeticidad de 200 metros. El Rolex GMT Master-II se queda en la mitad, unos 100 metros que tampoco deberían influir mucho en nuestra decisión final. Esta menor estanqueidad es debida a que Rolex ha priorizado la búsqueda de un grosor de caja más contenido, aunque haya sido a costa de sacrificar este parámetro.
Ninguna sorpresa en lo que respecta a las esferas, ambas de color negro. Rolex implementa la configuración habitual de sus relojes instrumento (Submariner, Sea-Dweller, GMT Master-II y Explorer), con el llamado maxidial de índices horarios sobredimensionados, sumándole una manecilla GMT esta vez en rojo. En cambio, el Tudor mantiene las icónicas e históricas agujas snowflake, el mismo diseño que adopta la manecilla GMT, también en rojo. El único detalle que cabe destacar como novedoso es que utiliza una versión reducida y ligeramente más pequeña de los índices circulares del Black Bay y del triángulo invertido a las 12 horas.
Otra pequeña diferencia es que el Rolex GMT Master-II sitúa la escala de minutos justo antes de su borde, mientras que el Tudor Black Bay GMT la acota con una circunferencia ligeramente más interna. Con ambas ventanas de fecha a las 3 horas, la lente cyclops del Rolex la magnifica al mismo nivel de sus grandes índices horarios, quedando en un segundo plano en el Tudor.
La predilección por uno u otro es simplemente estética. Ambas esferas muestran una legibilidad impecable bajo cualquier circunstancia, con abundante aplicación de material luminiscente sobre los índices aplicados y manecillas. Más exhuberante la de Rolex, más proporcionada y vintage la de Tudor. Personalmente, yo me quedaría con la esfera del Rolex: a pesar que no soy un gran fan del maxidial (prefiero las esferas de las anteriores generaciones, con los índices más pequeños y proporcionados), las agujas snowflake del Tudor no son santo de mi devoción; sí las veo congruentes en los marítimos Black Bay, pero en cambio excesivas para el GMT.
Otro caballo de batalla son los dos nuevos calibres que debutan en sus respectivos GMT con unas características comunes realmente impresionantes. Rolex ha sustituido el veterano calibre 3186 por el el nuevo calibre Perpetual 3285, logrando pasar de 48 a 70 horas de reserva de marcha, la misma cifra que alcanza el calibre Tudor MT5652. Además, ambos mecanismos disponen de espirales amagnéticos (Parachrom la de Rolex, de silicio la de Tudor) y del certificado cronométrico expedido por el COSC.
Aunque estas bondades sean comunes, el calibre Rolex está un punto o dos por encima del Tudor, algo lógico vista la diferencia de segmento y precio, tal como veremos más adelante. Fruto de ello es que mientras el Tudor Black Bay GMT ofrece una garantía de dos años, el Rolex GMT Master-II con el calibre 3285 llega a los cinco años. Además cuenta con la certificación de Cronómetro Superlativo redefinida por Rolex en 2015. Estos tests de certificación se efectúan al conjunto del reloj, una vez encajado el movimiento, con el fin de garantizar su rendimiento superlativo en la muñeca en materia de precisión, hermeticidad, cuerda automática y autonomía. La precisión certificada es del orden de –2 /+2 segundos al día, es decir, menos de la mitad de la que exige el COSC, -4/+6 segundos al día.
Por su superior construcción, características, garantía y cronometría, el calibre Rolex 3285 es el claro vencedor, aunque sería injusto no destacar la excelente calidad del MT5652 en su segmento de precio.
¿Cuántos de vosotros habéis esperado meses en una lista antes de poder adquirir un Rolex Submariner o Daytona?. Pues con el Rolex GMT Master-II pasará lo mismo: la imposibilidad de comprarlo de forma más o menos rápida a no ser que tengamos los contactos necesarios, un problema que no sufriríamos si optamos por el Tudor Black Bay GMT. Punto a favor para Tudor.
Es hasta cierto punto injusto comparar ambos modelos, ya que a pesar de su innegable parecido, juegan ligas distintas. El Rolex cuesta 8.550 €, mientras que podemos adquirir el Tudor por menos de la mitad: 3.680 €. Lo que resulta innegable es que el valor de reventa estará más cercano al precio de compra en el caso del Rolex que en el de Tudor.
El Rolex GMT Master-II es un reloj mejor en todos los sentidos que las generaciones anteriores del GMT «pepsi». Un acertado y discreto restyling de la caja, el bisel cerámico y sobretodo el nuevo calibre 3285 son los culpables. Si bien es casi imposible encontrarle fallos, lo cierto es que deja atrás mucho del encanto de las referencias anteriores. Ello es debido al maxidial, al brazalete Jubilé y sí, al bisel cerámico que antes elogiaba. El nuevo «pepsi» no va a ser un reloj para el coleccionista vintage, sino para los nuevos compradores de Rolex, que quieren lo mejor sin importarles demasiado los referentes históricos.
La alternativa se centra en el Tudor Black Bay GMT, cuya pertenencia a la casa madre lo legitima para utilizar el diseño «pepsi». Es un excelente reloj de aspecto más vintage e imagen de reloj-herramienta, con detalles que lo hacen destacar contra su hermano Rolex. Detalles como el bisel en aluminio, la superior hermeticidad, la proporcionalidad de su esfera, la polivalencia de sus tres correas, o su excelente relación calidad/precio. Sin embargo, me siento un poco sorprendido por cómo Tudor ha vuelto a caer en las garras de Rolex después del excelente trabajo llevado a cabo durante los últimos cinco años tratando de crear su propio espacio alejándose del paraguas protector de Rolex. Cierto, sabemos que el hecho de lanzar conjuntamente ambos modelos no ha sido cuestión del azar, sino fruto de una intencionada y exitosa estrategia de marqueting: no se habría hablado tanto del Tudor GMT si no hubiera sido por el lanzamiento simultáneo del esperado Rolex GMT Master-II «pepsi» en acero.
Si el Rolex GMT-Master II en acero y bisel pepsi era un reloj ampliamente reclamado por la inmensa mayoría de los seguidores de la marca, el Tudor Black Bay GMT ha aprovechado el momento para ofrecerse como una opción más económica con sus mismas características generales, pero con una imagen más vintage respecto a la mayor elegancia y lujo del Rolex.
Más información: www.rolex.com y www.tudorwatch.com