Si sois de los lectores que siguen atentamente nuestros artículos, seguro que conocéis mi devoción personal por Longines y especialmente por su colección Heritage, una de las más espectaculares dentro del panorama relojero actual. Recuperando su historia gracia a reediciones o reinterpretaciones de sus relojes más representativos, conforma un timeline que bien podría resumir la evolución en el diseño de la relojería de los últimos 100 años. Modelos como mi deseado Legend Diver, los Avigation Watch Type A-7, Classic Tuxedo, Classic Chronograph y Military 1938 presentados este mismo año, o iconos como el Skin Diver, el Conquest o el Flagship por ejemplo. Sobre este último, cuyo enlace os lleva al artículo del modelo presentado en 2017 con motivo de su 60º aniversario, ahora nos llega una nueva versión del Flagship Heritage relanzado en 2012, esta vez con esfera negra.
En esa década vieron la luz modelos como el Conquest (1954), el Silver Arrow (1956), el Flagship (1957) o el Jamboree (1959), unas colecciones que fueron las primeras en tener nombre propio más allá de un número de referencia, iniciándose así una estrategia de marketing que incluye la concepción del producto.
El Longines Flagship, al igual que sus rivales Rolex Oyster Perpetual y Omega Seamaster, fue diseñado para ser waterproof, publicitándose además como antimagnético, anti-shock y Swiss Made junto a adjetivos como «robusto, preciso, fiable o elegante». Sus características estéticas se han reproducido casi al detalle en el Flagship Heritage. Su caja crece respecto a los 35 mm del modelo en que se insipira y se sitúa en 38,50 mm, un tamaño que si bien es muy comedido si tenemos en cuenta los gustos actuales, me parecen perfectos para un reloj clásico y elegante de inspiración vintage.
Las asas adoptan una forma estilizada y recta, y sujetan una correa de aligator de color negro con pespunte beige. La estanquedidad no es su fuerte, quedándose en unos paupérrimos 30 metros que sólo conseguirán protegerlo frente a salpicaduras ocasionales. No obstante, tampoco creo que sea un aspecto muy a tener en cuenta en un guardatiempo de corte elegante.
La decisión de implementar en la trasera el emblema Flagship esmaltado que se encuentra en los modelos antiguos probablemente fue fácil, pero aun así es importante para redondear el diseño general del reloj. En lugar ofrecer la típica ventana con vistas al calibre, Longines opta por un medallón con la carabela dorada y decorada con esmalte azul, con una textura y un nivel de detalle bastante impresionantes.
Por su parte, la esfera abombada negra lacado con acabado brillante queda realzada por índices aplicados en forma de trapecios facetados, una discreta escala de minutos bastante separada del perímetro y manecillas Dauphine. La ventana enmarcada de la fecha se dispone justo sobre las seis horas, una posición que no coincide con las versiones “date” de los Flagship vintage, que la implementaban bajo las doce horas. Entre ella y el eje central se ubica el minimalista pequeño segundero con los dos típicos ejes perpendiculares y el nombre Flagship transferido, mientras que en la parte superior de la esfera encontramos el reloj alado, el logo de Longines, el nombre de la firma y la inscripción automatic con la misma tipografía de los 50’s.
Dentro del reloj late el calibre automático L615, o sea, un ETA 2895-2 modificado que vibra a 28.800 alternancias por hora (4 Hz) y ofrece una (escasa) reserva de marcha de 42 horas. El precio del Longines Flagship Heritage es de 1.510 euros.