Singer Track 1 – el exterior
Al contrario que algunos Cronógrafos de Bolsillo, todos los cronógrafos de pulsera aportan esta complicación como complemento a la indicación del tiempo, que se muestra mediante agujas centrales de horas y minutos. En consecuencia, los contadores de minutos y horas del cronógrafo deben ubiarse en pequeñas sub-esferas alojadas en la esfera. Ello genera dos problemas, siempre relacionados con la legibilidad. El primero es que el tamaño de dichas sub-esferas es reducido lo cual dificulta su lectura. El segundo problema es que de forma recurrente y periódica las agujas centrales de horas y minutos se sobrepondrán a dichas sub-esferas lo que también dificulta (a veces imposibilita) su correcta lectura.
La idea de Singer y de Agenhor con su AgenGraphe es discutir la inmovilidad de la premisa establecida; que el tiempo debe mostrarse por agujas centrales. Si eliminamos dicha premisa podemos alojar en su lugar las agujas específicas del cronógrafo y mostrar el tiempo cronometrado del modo habitual en que se indican las horas y los minutos, lo cual, dado su tamaño, resuelve el problema de la legibilidad.
Han existido intentos de solucionar o minimizar el problema, pero todos ellos conllevan alguna contrapartida. La clásica configuración bi-compax, que prescinde del contador de horas, permite un contador de minutos de mayor tamaño, pero restringe el tiempo cronometrado a un máximo de 60 minutos y nunca puede alcanzar el tamaño del indice perimetral del Singer Track 1. Otra solución la hemos visto en Patek Philippe en sus cronógrafos automáticos, inicialmente con una sub-esfera de buen tamaño que albergaba agujas de horas y minutos, para recientemente, en su Aquanaut Chronograph 5968A, modificarlo sabiamente para mostrar únicamente los minutos y facilitar la lectura.
La solución optima es sin duda esta de Singer con el AgenGraphe, pero, ¿como mostramos entonces el tiempo no cronometrado?. La solución es indicarlo en el perímetro más externo de la esfera. Se trata de un método parcialmente innovador, ya que lo habíamos visto previamente en algunos «Métiers d’Art» de Vacheron Constantin, con sus legendarios «Les Explorateurs» o más recientemente con la serie “La Légende du Zodiaque Chinois”, cuyo objetivo era liberar todo el centro de la esfera con el fin de dejar el máximo de espacio para mostrar en ella las obras artísticas en miniatura qeu decoran estos relojes. La diferencia es que estos Vacheron muestran las horas, los minutos e incluso indicaciones del calendario mediante discos que contienen las cifras y que las muestran mediante ventanas, mientras que Singer opta por dos enormes discos, siempre visibles en su totalidad, que recorren un índice de referencia ubicado a las 6 horas.
Así, si observamos la imagen superior del Singer Track 1, podemos leer fácilmente que son las 10 horas y 10 minutos. Por su parte, en el centro de la esfera y mediante agujas de longitud creciente, podemos leer que el tiempo cronometrado es de 8 horas, 43 minutos y 26 segundos. Es el mismo método de lectura al que ya estamos habituados para leer el tiempo convencional.
Singer no ha pasado por alto ningún detalle relacionado con la practicidad, que parece ser una de las premisas de su joven ADN. Por ello ha dotado a todas las cifras de las horas y los minutos de un tratamiento lumniscente con el fin de que sean plenamente visibles en condiciones de oscuridad.
Y ahora llega el turno de la caja. Singer no engañaba cuando afirma que este cronógrafo se inspira estilísticamente en los diseños de los años 60-70. El estilo de caja elegido para el Track 1 es la que podríamos describir como geometría de proporción cuadrada con forma de cojín, un diseño característico de algunos relojes emblemáticos de las décadas referidas. Quizás la marca que más lo popularizó fue Omega. Yo mismo tengo el privilegio de poseer un Omega Memomatic del año 1976, cuya caja sigue esta geometría. Este diseño lo ha recuperado recientemente Omega con el actual Speedmaster Mark II o con el Spacemaster Z-33.
La principal característica de esta geometría de caja es la pronunciada curvatura de su plano superior, lo que podemos apreciar con claridad en esta imagen. La ventaja práctica de este diseño es que las asas, integradas en la misma caja, también adquieren la curvatura, lo que a priori beneficia su encaje en la muñeca.
Pensando en todo y de forma muy acertada (no olvidemos que los fundadores de Singer son diseñadores de profesión) Singer ha dotado al cristal superior de una pronunciado abombamiento que sigue en perfecto paralelo la curvatura de la caja. Es evidente que el resultado estético es realmente espectacular y que además dota al Track 1 de esa casi utópica personalidad y diferenciación que persiguen con ahínco todos los diseñadores de relojes. A pesar de esta compleja geometría, el Singer Track 1 ofrece una excelente hermeticidad de 10 bares.