TÉCNICA – Escapes VI: el escape de paletas (1ª parte).
Calibre Montblanc LL100 |
El escape de paletas, también conocido como escape de varilla o de rueda catalina, es el más antiguo de todos los escapes. Sus orígenes son desconocidos y fue usado en relojes de torre y de sobremesa hasta que estos últimos fueron lo suficientemente reducidos para poder ser usados como relojes de pulsera. Tiene únicamente dos componentes: la rueda de escape (c), o rueda de corona según sugiere su forma, y el eje del volante (v). El eje incorpora dos paletas (p y q) en un ángulo de unos 100° entre ellas y orientadas hacia la rueda de escape.
Iniciemos la exposición del movimiento partiendo del momento en que la paleta superior está en contacto con uno de los dientes de la rueda de escape. Al girar la rueda de escape en sentido horario debido al movimiento del engranaje del tren, la paleta superior se verá desplazada haciendo girar a su vez, también en sentido horario, al eje. El impulso se completa cuando esta paleta superior abandona por completo el contacto con el diente de la rueda de escape. A partir de este momento el volante girará en sentido horario debido al impulso recibido y, como el eje está unido solidariamente a él, girará también acercando a la paleta inferior hacia otro de los dientes de la rueda de escape. Esta primera vibración de la oscilación no finaliza en el momento en el que la paleta inferior contacta con la rueda de escape ya que, debido a la inercia del volante, al contactar la paleta inferior con uno de los dientes de la rueda de escape, éste no invierte inmediatamente su giro sino que continúa con la vibración y hace que la rueda de escape retroceda ligeramente hasta que se detiene al agotarse la energía del volante.
Durante el retroceso que experimenta la rueda de escape, la totalidad del tren del calibre invierte su movimiento de manera que los piñones conducen a las ruedas. Debido a que los dientes de las ruedas estaban cortados a mano alzada y sin tener el conocimiento de cuál era su forma más adecuada, el tren de engranajes ofrecía una considerable variación de la resistencia en el retroceso con efectos también variables que afectaban directamente a la amplitud y al tiempo de la vibración del volante.