Situémonos a mediados de los 90, cuando el joven relojero Felix Baumgartner y el diseñador gráfico Martin Frei se conocieron por casualidad y descubrieron que compartían su fascinación por la medición del tiempo. Tanta fue su complicidad que decidieron fundar URWERK en 1997 con el objetivo de diseñar y fabricar relojes de altísimo nivel, tanto técnico como estético, basados en una visión futurista de la relojería. Sus primeras creaciones fueron los UR-101 y UR-102 presentados en Basilea ese mismo año en el stand de la AHCI (Horological Academy of Independent Creators), aunque realmente fue el UR-103 presentado seis años más tarde el que puso a Urwerk en el mapa relojero. Del nacimiento de Urwerk se cumple ahora su 20º aniversario, y para celebrarlo, la firma ginebrina lanza su primer reloj transformable: el URWERK UR-T8.
¿A qué nos referimos con “transformable”?. Pues sencillamente a que es “reversible”, o sea, que mediante una serie de acciones precisas se puede desbloquear la caja de su base, girarla y volverla a colocar para proteger el tiempo bajo un escudo de titanio, convirtiéndose en un misterioso objeto digno de aparecer en cualquier película de ciencia ficción. Ciertamente, la idea de poder esconder la esfera mediante el giro de la caja no es nueva, un concepto que nació en 1931 con el Reverso de Jaeger-LeCoultre. sin embargo, las similitudes acaban ahí, ya que la espectacularidad, contundencia y vanguardismo del Urwerk UR-T8 lo sitúan a años luz de la elegancia y discreción del Reverso.
Dejando de banda los UR-1001 de bolsillo, su caja de titanio es la más grande fabricada jamás por Urwerk, y eso, conociendo sus habituales medidas XXL, ya nos indica por donde van los tiros: 60,23 mm de anchura, 48,35 mm de altura y 20,02 mm de grosor, en una geometría rectangular horizontal que se expande hacia el dorso de la mano de la misma forma que ya enseñaba por primera vez el UR-110, mostrando el tiempo en el lado derecho del reloj, siempre al alcance de nuestros ojos aunque la mayor parte del mismo quede escondido bajo la manga. La gran corona se sitúa en la carrura izquierda, justo en el mismo lugar donde tienen su eje todas las operaciones de giro y rotación de la caja.
Las dos versiones del Urwerk UR-T8 se diferencian en que el Black está completamente revestido en PVD negro, mientras que el Bicolor prescinde de él en la esfera y la parte superior que la rodea, presentando un color gris en esas zonas. De cada una de ellas se fabricarán 30 unidades.
El proceso de «transformación» es el siguiente: liberamos la caja de su soporte mediante los dos pulsadores ubicados en los laterales de la carrura, la rotamos 90 grados hasta su vertical, la giramos 180º sobre el eje de la corona, y finalmente la abatimos hasta su posición horizontal original hasta oír el “click» que nos asegura su anclaje. Ahora, en vez de mostrarnos la esfera, es la trasera la que queda en la parte superior, exhibiendo su particular textura conseguida mediante un entramado de líneas oblicuas que forman un tapizado de minúsculas pirámides de diferentes tamaños, cuyos vértices son recortados progresivamente para uniformizar el grosor de la cubierta. Sin ser exactamente igual, este diseño rescata el look del UR-105 T-Rex, llamado así porque su patrón concéntrico acanalado obtiene un aspecto similar al de las escamas de los reptiles.
En el siguiente vídeo que grabamos cuando lo tuvimos en nuestras manos en el pasado SIHH 2017, podéis ver la suavidad con la que se realiza esta operación:
Como no podía ser de otra forma en un reloj que conmemora el nacimiento de Urwerk, el UR-T8 recurre asu icónico sistema satelital flotante de indicación horaria, implementada mediante un carrusel de tres brazos con un disco de cuatro horas en cada uno de sus extremos. Las 12 horas avanzan sucesivamente por la escala vertical en forma de arco de 60 minutos para mostrar el tiempo de manera tanto digital como analógica. Mientras cada dígito de las horas atraviesa los 120° del arco en sentido horario, su disco gira en sentido contrario al brazo para mantenerlo horizontal, un pequeño pero significativo detalle que requiere un complejo engranaje planetario.
Su calibre UR 8.01 es un mecanismo de remonte automático cuyo único barrilete le proporciona una reserva de marcha de 50 horas. Una de sus características es el control neumático del sistema de remonte. Una hélice rotatoria conectada al rotor absorbe cualquier movimiento repentino y violento sin poner en peligro la eficiencia de la cuerda, un innovador sistema de seguridad que nació en 2008 en el seno del UR-202. Esta hélice “respira” gracias al esqueletado de la zona del escudo que la recubre, visible cuando la esfera está escondida
Y si nuestro anterior vídeo resulta bastante esclarecedor, no os perdáis el que nos ha proporcionado la misma marca, la mejor manera posible de enseñar las virtudes del Urwerk UR-T8: