Urwerk nos desvela el EMC: la interactividad al poder
Hace unos meses os mostrábamos en este artículo los avances de Urwerk en la búsqueda de regular la cronometría de un guardatiempos mediante la interacción con su propietario. Fruto de esta investigación desarrollada en la U-Research Division, el “laboratorio experimental” de la marca, Urwerk nos deleita con su última creación, el EMC, acrónimo de Electro Mechanical Control.
Con un concepto totalmente innovador, su principal característica reside en implementar un sistema mediante el cual el usuario puede calcular con precisión la cronometria del movimiento para, posteriormente, poder ajustarla fácilmente según sus hábitos y estilo de vida, sin necesidad de recurrir a los servicios técnicos y conductos habituales. Nadie hasta ahora había logrado este grado de «complicidad» entre un reloj y su poseedor.
Uno de los objetivos, diría que el principal, de la alta relojería mecánica es la búsqueda de la imposible cronometría perfecta, o como mínimo, acercarse lo máximo a ella. Pero incluso si logramos unos valores cronométricos espectaculares, los movimientos brusco, cambios de temperatura o golpes pueden afectar su precisión. Así pues, cada cierto tiempo debemos llevar nuestros guardatiempos al servicio técnico donde serán nuevamente ajustados; incluso muchos coleccionistas y entusiastas de la relojería disponen de sus propios instrumentos con los que medir y corregir la precisión de sus relojes. En el EMC, la electrónica añadida al calibre mecánico permite que podamos actuar como expertos relojeros en cualquier momento. Pero a pesar de poder monitorizar, controlar y ajustar el EMC cuantas veces queramos, siempre estaremos sujetos a las limitaciones cronométricas de un calibre mecánico.
Pero, ¿cómo logra monitorizar la cronometría?. Pues gracias al uso de un sensor óptico en el volante que capta la tasa exacta de oscilación del regulador de 4 hercios en un periodo de tres segundos. Este sensor consiste en un transmisor y un receptor situados a cada lado del volante, que se activa al apretar el botón situado en la carrura izquierda. Un oscilador electrónico de 16.000.000 hercios aporta la referencia cronométrica con la que comparar los valores obtenidos por el sensor. Finalmente, un minúsculo ordenador determina las ínfimas diferencias entre ambos valores: por ejemplo, una variación de tan sólo 0,0000014 segundos por cada media oscilación se traduce en una ganancia o pérdida de un segundo al día.
La manera más fácil de conseguir la electricidad necesaria para alimentar esta unidad de monitoreo, hubiera sido mediante la inclusión de una bateria… a costa de romper el especial encanto de un reloj mecánico. La ingeniosa solución adoptada por Urwerk consiste en producir la energía mediante un micro-generador interno conectado a una manivela que se encuentra acoplada y escondida en la carrura derecha.
El movimiento mecánico del EMC no se queda atrás en cuanto a prestaciones. El volante está fabricado en ARCAP, la aleación de cobre y níquel habitualmente utilizada por Urwerk y que se caracteriza por sus propiedades amagnéticas y anticorrosivas. Dos grandes barriletes montados verticalmente en serie proporcionan una más que respetable reserva de marcha de 80 horas. Y como elemento clave en este guardatiempos, en la trasera presenta el tornillo que nos permite su ajuste según los valores obtenidos en la monitorización, actuando sobre la longitud del espiral: su disminución provoca la reducción de la amplitud de oscilación, acelerando la frecuencia y provocando que el reloj «adelante». En cambio, al aumentar la longitud del espiral, aumentamos la amplitud de oscilación y disminuimos la frecuencia de oscilación, obteniendo un «retraso» en la marcha del reloj.
El EMC de carga manual late a 28.800 alternancias por hora, lo que corresponde a 8 alternancias por segundo (4 oscilaciones por segundo). Si acortamos la longitud del espiral, realizará las 8 alternancias en un tiempo inferior a un segundo y la aguja de los segundos se desplazará por el dial más rápido de lo debido, y más lento si alargamos su longitud. En otras palabras, el desplazamiento en el dial de la aguja de los segundos que equivale a 1 segundo será, por ejemplo, de 0,9999 segundos en el primer caso, y de 1,0001 segundos en el segundo caso.
Tened en cuenta que no actuamos sobre la precisión o isocronismo, que radica en que las 8 alternancias se realicen siempre en el mismo período de tiempo, sino sobre la marcha del reloj. Un reloj que sea poco preciso será prácticamente imposible de ajustar correctamente debido a que el hecho de que sea poco preciso implica que avanzará o retrasará en valores distintos y aleatorios.
Para una mejor comprensión, nada mejor que un ejemplo: supongamos que diariamente monitorizamos nuestro EMC y obtenemos un resultado constante de tres segundos de atraso. ¿Es preciso el calibre?. Si, extraordinariamente preciso e isócrono. Una maravilla, vamos. Lo que sí necesitaría este reloj es regular su marcha para reducir esos tres segundos de atraso a cero mediante el anteriormente citado método de actuar sobre la longitud del espiral. En este caso, deberíamos disminuirla para aumentar la frecuencia de oscilación y «recuperar» esos tres segundos.
El procedimiento de uso práctico de esta complicación es el siguiente: desplegamos la manivela integrada y la hacemos giramos lentamente en sentido horario para generar la electricidad necesaria. Presionamos el pulsador que conecta el circuito electrónico que activa a su vez el sistema indicador delta de precisión. El sensor óptimo mide las oscilaciones durante tres segundos, el procesador compara el valor obtenido con su valor de referencia y traslada el resultado de la diferencia entre ambos al indicador de la esfera, donde la manecilla nos lo señala en una escala de segundos de avance o atraso diario. Una vez tenemos conocimiento de este dato, podremos regular la marcha desde el tornillo destinado a tal uso en la trasera.
Una vez desentrañado el porqué y el cómo del sistema de ajuste de marcha, describamos el envoltorio que da sentido a tanto componente tecnológico. Martin Frei ha diseñado un reloj de pulsera de caja rectangular: 43 mm de ancho, 51 mm de largo y 15,8mm de grosor. Fabricada en titanio y acero de acabado satinado y granallado, presenta la corona a las seis horas y la manivela del generador en la carrura derecha unida por medio de una rótula al generador cilíndrico ubicado en la parte superior de la caja. En la carrura izquierda se sitúa el pulsador que activa el circuito electrónico de monitorización.
En la parte superior no podemos hablar de una esfera propiamente dicha, sino de una zona central de contorno irregular en la que se agrupan los cuatro indicadores independientes. En sentido horario y empezando por la zona superior derecha, observamos el segundero, seguido por el subdial de horas y minutos. A su izquierda presenta el indicador de reserva de marcha de 80 horas en forma de arco. En la zona superior izquierda encontramos el Indicador delta de precisión de precisión instantáneo con una escala de -20 a +20 segundos al día.
La trasera del EMC permite observar los diferentes elementos del movimiento: el barrilete superior cerca de la corona, la parte superior del volante así como el sensor óptico. A su lado, el sistema de regulación del movimiento con el tornillo de ajuste fino anteriormente descrito sobresaliendo del zafiro, permitiendo un fácil acceso y manipulación. Al lado del barrilete, una rejilla rectangular que ocupa una cuarta parte de la superficie de la trasera, cubre el circuito integrado que controla la monitorización del movimiento. Entre tanta tecnología, la decoración no ha sido descuidada, presentando Côtes de Genève, biselado y acaracolado distribuidas en puentes, barriletes y engranajes.
El hecho de ser capaz de idear y fabricar este reloj es ya en si misma una proeza técnica, aunque es difícil negar que por mucho ajuste de la marcha que hagamos, la precisión de nuestro reloj siempre estará limitado por las barreras físicas que conlleva utilizar un calibre mecánico. Si lo que valoramos realmente en un reloj es esa precisión, sólo hemos de recurrir a un reloj que implemente un frío pero calculador calibre de cuarzo. Personalmente, la mejor aportación de Urwerk con el EMC es la interactividad que logra establecer entre el usuario.