Uno de los máximos exponentes en implementar las tecnologías más avanzadas en sus creaciones relojeras es, sin lugar a dudas, Urwerk. Junto a unos diseños sencillamente espectaculares e inconfundibles, la firma ginebrina está indefectiblemente unida a su característica complicación satelital.
Al margen de éstas y gracias al trabajo de su U-Research Division, el «laboratorio experimental» de la marca, han surgido proyectos tan descabellados como el C3H5N3O9, o el UR-1001 «Zeit Device» que ya os presentamos en sus correspondientes artículos.
En muchos de ellos, la interacción entre el guardatiempos y su propietario ha sido uno de los puntos explorados por Urwerk. Por ejemplo, el selector de eficacia de carga presente en el UR-210, permite a su poseedor actuar sobre la eficacia del rotor y, por tanto, controlar a voluntad su capacidad de almacenar energía.
Pero esta interacción llega ahora a un punto aún más excitante, lanzándose a la creación de un reloj con un sistema mediante el cual el propietario puede calcular con precisión la cronometria del movimiento, y posteriormente poder ajustarla según sus hábitos y estilo de vida. Esa es la idea del EMC que en estos momentos están perfeccionando en su «laboratorio».
El EMC ha sido concebido, diseñado, desarrollado y fabricado por URWERK, y dará lugar a una pieza nunca antes vista en la alta relojería. El reto es no sólo ofrecer un reloj de precisión, sino también las herramientas necesarias para evaluar, mantener o corregir, si es necesario, su precisión. O sea, dar la oportunidad de conocer a su poseedor una información reservada a los relojeros profesionales mediante un mecanismo fácilmente utilizable y muy legible. El resultado es el movimiento EMC que hoy os presentamos.
Pero ¿cómo se logra este pequeño milagro ansiado por todos los amantes de la relojería?. Un sensor óptico situado sobre el volante registra sus oscilaciones mientras que, paralelamente, un oscilador electrónico a 16’000’000 hercios nos proporciona un valor de referencia muy preciso. Un módulo de inteligencia artificial es el encargado de calcular la diferencia entre los valores registrados por el sensor y los valores de referencia proporcionados por el oscilador.
Gracias a esta idea, somos capaces de medir el retraso o adelanto de nuestros relojes y traducirlo en segundo día. Una vez estamos en posesión de esta información, podremos proceder a su corrección mediante la fácil manipulación del tornillo que, accesible desde la trasera del reloj, nos permitirá un ajuste preciso de la raqueta gracias a la modificación de la longitud efectiva de la espiral, modificando la marcha diaria del reloj.
Ahora queda por delante el trabajo de implementar este concepto en un reloj, un reto que ha pasado a manos de Martin Frei y los ingenieros. Su tarea no será nada fácil: miniaturizar todo estos elementos al tamaño de un reloj de pulsera representa todo un desafío… del que seguro que saldrán airosos.