Una visita de coleccionista a la manufactura Vacheron Constantin
Reportaje de una visita de coleccionista a la manufactura Vacheron Constantin de Ginebra, la marca más antigua del mundo.
Curiosamente, una de las pocas firmas de Alta Relojería que me quedaban por visitar era la manufactura Vacheron Constantin, una de mis marcas fetiche. Por fin he visto realizado mi deseo, aunque de una forma totalmente atípica; no como miembro de un medio de comunicación especializado sino como propietario de un reloj Vacheron Constantin.
Todo se empezó a gestar un par de meses antes del SIHH, concretamente en el club privado The Hour Club. Este club solo es accesible mediante inscripción y únicamente para los propietarios de un reloj de la marca ginebrina. Entre otras cosas, en él se tiene acceso a información de futuros lanzamientos antes incluso que la prensa, algo que nunca he utilizado para lanzar primicias ya que se deben separar los dos roles de aficionado y profesional de un medio especializado en relojería. Otro aspecto muy interesante de The Hour Club es la posibilidad de participar en eventos muy exclusivos, y ahí es donde vi el anuncio de la apertura de inscripción para una visita privada al SIHH, donde se podrían ver las novedades de Vacheron. Recordemos que el SIHH es un Salon exclusivamente profesional reservado a compradores profesionales y prensa, mediante previa invitación.
Si no cuento mal, esta era la décima ocasión que acudía al Salon ginebrino, al cual estábamos invitados todo el staf de watch-test. Por tanto, este no era motivo para «asaltar» una de las restringidas plazas que Vacheron había reservado para los miembros de su Club. Pero además de la visita al Salón, el programa incluía una cena el domingo, día previo a su apertura, en la boutique de Vacheron Constantin en Ginebra. Esto ya me tentaba más, pues siempre me ha gustado intercambiar opiniones y pareceres con personas que comparten mi misma afición. Pero faltaba la guinda; además de lo anterior, el programa incluía una visita a la manufactura Vacheron Constantin sita en Plan-les-Ouates. Aquí se acabaron mis dudas y evidentemente me inscribí, aunque consciente de que las posibilidades eran muy reducidas. Ante mi sorpresa, pocos días después recibí la confirmación de mi inclusión en el reducido grupo de miembros de The Hour Club que asistirían al evento, aunque no me cabe duda que la influencia de la cúpula de Vacheron en España, Jean-Louis Queimado y Pilar Satrústegui, tuvieron mucho que ver en ello.
Este será un artículo un poco atípico, ya que sobre la espectacular cena no escribiré nada ni publicaré ninguna imagen en la que aparezcan los asistentes. El motivo es que, muy licitamente, muchos miembros del grupo no desean aparecer en público, lo cual hay que respetar a rajatabla. La visita a la manufactura en sí misma tampoco fue la típica de los viajes organizados para medios de comunicación, que normalmente duran entre 1,5 y 2 días. En esta ocasión solo disponíamos de la mañana del lunes, con lo que Vacheron presentó seis opciones, de las cuales debíamos elegir dos de ellas. No había tiempo para más. Una vez elegidas las opciones, en mi caso el departamento de manufactura y el de acabados, se formaron los grupos pertinentes en función de su elección. Señalar que era el único asistente de España e incluso el único de habla hispana. El resto del grupo, escribo de memoria, lo formaban tres estadounidenses, dos canadienses, dos chinos, dos franceses, un suizo, un alemán, un holandés, un sueco, un inglés y un italiano.
La manufactura de Vacheron Constantin está sita en un polígono industrial ubicado en Plan-les-Ouates, a las afueras de Ginebra. Este no es el típico polígono al uso ya que es un concentrado de muchas de las principales manufacturas de relojería: Patek Philippe, Rolex, Harry Winston, Piaget… y evidentemente Vacheron Constantin, a la cual pertenecen la imagen anterior y la de cabecera del artículo, propiedad del archivo de Vacheron y, obviamente, tomadas en verano. El panorama que nos encontramos en enero, como se aprecia en la siguiente imagen, fue muy distinto, y el hielo y la nieve a punto estuvieron de causar más de un pequeño accidente al salir del microbus.
La manufactura de Vacheron es una de las más modernas del polígono y ello es lógico ya que también ha sido de las últimas en construirse. Esta modernidad, comparada por ejemplo con la de Patek Philippe, no se aprecia ni en la maquinaria ni en los aparatos utilizados para los trabajos que en ellas se realizan, sino en la decoración y arquitectura de su interior y exterior. En este sentido, la manufactura de Patek, de la cual ya me he convertido en visitante habitual, no es antigua ni mucho menos, pero la de Vacheron lleva el interiorismo a cotas más extremas. Una muestra de ello es la impresionante estructura interna, basada en pasillos y escaleras visibles que podéis apreciar en las siguientes imágenes.
Como he comentado al inicio, esta no es la típica visita a una manufactura en la que se siguen los pasos de todo el proceso, desde el mecanizado con maquinaria de control numérico hasta los acabados finales y el montaje del movimiento en su caja. Mi grupo inició la visita pasando directamente a las salas de montaje de los distintos elementos que conforman el movimiento del reloj.
En estas salas apreciamos la misma disposición que en cualquier manufactura, aunque destaca lo nuevo de todo el mobiliario y de los aparatos electrónicos que se utilizan. Aquí apreciamos que cuando se diseñó el edificio se tuvo muy en cuenta la luminosidad. Así, a modo de «cabinotiers» modernos, vemos a los relojeros enfrentados a unos enormes ventanales que permiten una transmisión óptima de la luz.
Una vez terminado el montaje y el calibrado del movimiento, se encapsula en su correspondiente caja, pasando luego a un simulador de movimiento conectado a un ordenador donde se muestran las desviaciones cronométricas en sus distintas posiciones y las variaciones de amplitud de oscilación del volante.
Es muy importante señalar que estas mediciones, a diferencia de los controles del COSC, se efectúan con el movimiento ya montado en la caja. Este es un aspecto vital ya que si solo se controla la cronometría del movimiento, es más que probable que en el proceso de montaje en su caja se altere algún elemento de su organo regulador y se pierda la regulación deseada.
Uno de los aspectos más interesantes que implica visitar una manufactura relojera es que habitualmente hay relojes que han llegado al final de la fase de producción, acabados de inspeccionar y listos para enviar a su futuro propietario. Esto comporta que en una manufactura de máximo nivel, como es Vacheron Constantin, podemos observar algunas piezas que de otro modo nunca llegaríamos a ver, ya que por su gran complicación, baja producción y alta demanda, jamás reposarán en los escaparates de una relojería. Irán a parar directamente a su feliz propietario sin pasar por esta fase expositora.
Así tuvimos la oportunidad de contemplar, que no tocar, algunas de las piezas maestras que produce Vacheron, entre ellas un calendario perpetuo esqueleto o el impresionante Patrimony Traditionelle 2253. Pero todo el mundo tiene sus fetiches y mi atención se centro en una muestra del mecanismo y esfera del ya agotado Magallanes, perteneciente a la serie Homenaje a los Grandes Exploradores de la colección Metiers d’Art, en mi opinión la que mejor encarna el ADN de la ya cerca de tricentenaria firma ginebrina.
En mi caso, la fase final de la visita estaba centrada en los acabados de las piezas que componen un movimiento de Alta Relojería. De entre ellos, los más comunes son el biselado y pulido de los cantos de los puentes, las Côtes de Genève que se aplican a su superficie o el perlado que se aplica a la platina y a otros elementos no visibles de dicho movimiento.
Pero en este departamento nos aguardaba una sorpresa, que consistía en intentar personalmente ejecutar dichos acabados en unas placas rectangulares que en uno de sus extremos reproducían media cruz de Malta, el símbolo de Vacheron Constantin. Ni que decir que la experiencia, aparte de gratificante, fue un tanto bochornosa ya que lo que hacían los maestros a una velocidad y precisión impresionantes, nosotros no éramos capaces de cumplir, ni de lejos, en ninguno de ambos parámetros.
En teoría, pulir un canto con una rueda de madera manteniendo siempre la misma inclinación de 45%, resulta una tarea fuera del alcance de la mayoría de mortales. La experiencia real es aun peor. Lo mismo se puede decir de un aparentemente simple perlado. Con la mano izquierda hay que girar la base que soporta la pieza, a intervalos exactos, mientras con la derecha accionamos la palanca que hace que la punta del tampón estampe el circulo del perlado, cuyo perímetro debe coincidir entre los ejes de los círculos de la curva anterior. Si describirlo es bastante difícil realizarlo con un mínimo de decoro es imposible. Ver luego al experto realizarlo con una velocidad y precisión digna de un robot es impresionante.
A primera hora de la tarde, después de asistir a la presentación privada de las novedades que presentó Vacheron Constantin en el SIHH, comprobamos que la sorpresa anterior no acababa allí. Con la asistencia personal de Juan Carlos Torres, CEO de la firma, se nos entregó a cada uno una exquisita cartera de piel que en su interior escondía la pieza sobre la que habíamos intentado realizar los pulidos y perlados. Por su cara con acabados «Côtes de Genève» se lee la inscripción «The Hour Club» junto con las iniciales de su destinatario. En su cara perlada encontramos la inscripción SIHH 2013. Los maestros que nos guiaron habían acabado con su habitual maestría lo que nosotros habíamos sido incapaces de realizar.
Este tipo de experiencias, junto con intentar desmontar y volver a montar un movimiento, son las más gratificantes que un aficionado a la Alta relojería puede experimentar. Por si hacía falta, te queda muy claro el porqué de los precios de estos relojes, además del complejo proceso y de la multitud de ingenieros y maestros especializados necesarios para llevarlos a tu muñeca.