El Les Cabinotiers Westminster Sonnerie – Tribute to Johannes Vermeer es un reloj excepcional en tres ámbitos que determinan la importancia de un guardatiempo. Su movimiento de Gran Sonería se sitúa en la cumbre de la complejidad mecánica. También se sitúa en lo más alto su aderezo externo, tanto por el grabado de su caja como por la pintura en miniatura que adorna su tapa. Finalmente, es un reloj Les Cabinotiers de Vacheron Constantin, lo que implica que se trata de una pieza única realizada a medida bajo los requerimientos de la clienta (sí, es una mujer) que lo ha encargado.
Les Cabinotiers Westminster Sonnerie – Tribute to Johannes Vermeer – la caja
Por si no hubiera quedado claro por las imágenes, también hay que señalar que se trata de un reloj de bolsillo de imponentes dimensiones, de nada menos que 98 milímetros de diámetro por 32,60 mm de grosor. Con un guiño a los orígenes de este tipo de relojes de bolsillo, Vacheron decide emplear para elaborarla el oro amarillo.
En una caja de un reloj de este nivel solo cabe una posibilidad de decoración; el grabado y es lo que aplican los artesanos de Vacheron de una forma totalmente profusa. La menor dureza del oro con respecto a otros metales más mundanos, como es el acero o el titanio, facilita este tipo decoración, lo cual no implica, ni mucho menos, que sea una tarea sencilla.
El grabado, evidentemente realizado de forma manual, se aplica a la práctica totalidad del metal de la caja, ya sea la carrura o el bisel. Al igual que con el resto de elementos que componen el reloj, los detalles del grabado han sido discutidos y consensuados con su futura propietaria.
Finalmente el tema ornamental elegido está compuesto por hojas de acanto que recorren volutas y flores con un corazón de «perlas», lo que hace referencia directa al título de la obra pictórica que decora la tapa del reloj; La joven de la perla.
En conjunto, un grabado manual de este nivel comporta muchos más factores y tareas a dominar de lo que pueda parecer a simple vista cuando vemos una imagen de la grabadora con su buril. Por citar solo algunas se pueden mencionar los volúmenes, la profundidad del ahuecado, el pulido de algunas de sus partes o le cincelado del fondo, todo ello para obtener el motivo y el efecto deseado de forma perfecta.
Les Cabinotiers Westminster Sonnerie – Tribute to Johannes Vermeer – la tapa
Que todos los elementos que conforman este Les Cabinotiers Westminster Sonnerie son excepcionales es evidente, pero si tuviera que destacar uno, este sería sin duda la pintura en miniatura que decora su tapa. Se trata de una reproducción del celebre cuadro «La joven de la perla«, realizada en 1665 por el pintor holandés Johannes Vermeer.
Si antes de iniciar el proceso de planificar esta obra de arte de bolsillo, se hubiera realizado una encuesta entre los «connaisseurs» sobre quien debía realizar la enormemente compleja tarea de reproducir en miniatura y con esmalte este cuadro, el resultado hubiera sido sin duda unánime; Anita Porchet.
Sobre Anita Porchet hemos hablado en multitud de artículos y se trata sin duda de la «galáctica» de la pintura en miniatura sobre esmalte. Anita trabaja de forma independiente y por tanto ha realizado encargos para diversas firmas relojeras. Su importancia es tal que hace unos años se generó una gran inquietud en el sector porque la desoladora perspectiva era que cuando Porchet se retirase desaparecería esta técnica artística. Afortunadamente, Anita decidió crear una especie de mini-escuela en su taller y ahora son varios los precoces artistas que garantizan la continuidad de la pintura en miniatura sobre esmalte.
Las imágenes hablan por si mismas sobre la extrema dificultad de esta técnica artística. Lo primero que impresiona es que el microscopio se convierte en una herramienta casi imprescindible para llevarla a cabo. La segunda, que es la que más me impacto la primera vez que lo vi en directo, es la micro-paleta que se utiliza para depositar las distintas pinturas, que en ocasiones es una de las uñas de la artista.
Para resumir todo el trabajo de Porchet, basta mencionar que para realizar en miniatura la obra de Johannes Vermeer han hecho falta nada menos que siete meses, pero eso no es todo. La fase inicial de investigar los pigmentos y esmaltes apropiados para plasmar la obra se iniciaron en el 2018 y el proceso no terminó hasta el 2020. A todo ello hay que sumar las veinte fases de cocción del esmalte en el horno, necesarias para estabilizar los distintos colores empleados.
Las imágenes ya denotan que el resultado del trabajo de Anita Porchet merece calificarse con el mismo adjetivo que ya he empleado muchas veces en este artículo; excepcional.
Les Cabinotiers Westminster Sonnerie – Tribute to Johannes Vermeer – la esfera
En cualquier otro reloj, la esfera del Tribute to Johannes Vermeer sería la gran protagonista, pero ante al apabullante conjunto de cualidades de este reloj de bolsillo, parece que pasa injustamente desapercibida.
Dejando de lado las complicaciones sonoras, que no requieren ninguna indicación visual, este Les Cabinotiers Westminster Sonnerie nos ofrece algo tan puro, simple e imprescindible como son las indicaciones de horas y minutos mediante agujas centrales, complementadas por un pequeño segundero ubicado a la altura de las 6 horas.
El modo de implementar estas indicaciones solo puede calificarse como de exquisito. El fondo está elaborado con esmalte Grand Feu de tono «cáscara de huevo». Sobre él también se recurre al esmalte, esta vez azul, para plasmar los índices, tanto de horas como de minutos y segundos. Para las tres agujas se utiliza el mismo oro amarillo que ennoblece la caja. Todo simple, al mismo tiempo sumamente elaborado y con un resultado que nadie se atreverían a criticar.
Les Cabinotiers Westminster Sonnerie – Tribute to Johannes Vermeer – el movimiento
Para motoriza el Les Cabinotiers Westminster Sonnerie – Tribute to Johannes Vermeer, Vacheron Constantin recurre a un movimiento de nueva creación; el Calibre 3761. Este impresionante mecanismo está compuesto de 806 piezas y aporta las complicaciones de tourbillon, gran sonería, pequeña sonería, y repetición de minutos.
La dimensiones del calibre 3761, de 71 mm (31 1⁄2 lineas) de diámetro y 17,05 mm de grosor, son tan imponentes como las de la caja que lo protege. Si lo comparamos con los movimientos que habitualmente equipan los relojes de pulsera, podemos decir que sus dimensiones casi triplican la media.
En la imagen superior podemos observar el anverso del calibre, algo que siempre quedará oculto por la esfera y que por tanto ni su propietario ni nadie podrá ver jamás, salvo si algún día se efectúan tareas de mantenimiento y se desmonta el reloj. En esta cara se observa un auténtico enjambre de ruedas y palancas, lo que deja pocas dudas sobre la enorme complejidad mecánica del calibre 3761.
Una particularidad, casi curiosidad en este anverso del calibre 3761 es el único puente que en él se aprecia, ubicado en la parte superior derecha, donde se aplica una grabado que reza: «Faire mieux si possible, ce qui est toujours possible» Este grabado y esta frase de François Constantin refleja el espíritu de la verdadera Alta Relojería ginebrina, que dicta que en todos los elementos del reloj deben realizarse acabados de la máxima calidad, aunque sea el anverso del movimiento, que casi nunca será visible.Todo esto es magnífico pero personalmente me parece excesivo grabar una gran frase en un emplazamiento que nunca permitirá que sea leída por nadie.
El reverso del calibre 3761, que sí podremos admirar al abrir la tapa del reloj, deja visible los principales elementos de sus grandes complicaciones. El tourbillon y los martillos de la sonería se ubican en la mitad inferior del movimiento, mientras que los barriletes que suministran la energía al reloj se ubican en la parte superior. Como no puede ser de otro modo, los acabados son excelentes y entre ellos destaca la sofisticada decoración grabada del puente del volante.
En la imagen del reverso, en el perímetro de la parte inferior e inferior derecha, podemos apreciar los cinco martillos que percutirán cinco timbres para hacer honor a su cualidad de carillón Westminster, que debe su nombre a las campanas del Big Ben londinense. Mediante este complejo sistema se pueden generar cuatro notas de distintos tonos o frecuencias de sonido.
Lo que no se observa en el calibre son los timbres, por lo que se deduce que están montados en la cara interna de la caja. Esta es una solución muy empleada en los últimos años en relojes con sonería y en teoría mejora tanto la potencia como la pureza del sonido que generan los martillos al golpearlos.
Ajustado en el modo Grande Sonnerie, el reloj hace sonar los cuartos al paso, mediante compases «Westminster», seguidos del número de notas simples correspondientes a la hora. En el modo Petite Sonnerie, hace sonar los cuartos al paso pero sin repetir las horas, que solo suenan al cambiar. Finalmente, la Repetición de Minutos, según el comunicado de prensa de Vacheron Constantin, hace sonar los cuartos, los minutos y las horas, una secuencia atípica ya que normalmente suenan primero las horas. Un selector ubicado en la carrura a la altura de las 9 nos permite elegir entre los tres modos posibles de sonería.
Como es habitual en la mayoría de relojes con sonería, el calibre 3761 equipa dos barriletes, uno de ellos específico para suministrar energía a las funciones de sonreía, ofrece una autonomía de 16 horas en modo Gran Sonería. El barrilete principal que dota de energía a las indicaciones del tiempo, aumenta su reserva de marcha hasta las 80 horas. La frecuencia de oscilación del volante del tourbillon es de 18.000 alternancias por hora
Al contrario de lo que efectuamos en un Test convencional, omitiré la valoración final ya que su finalidad desaparece al ser un reloj que, por su condición de pieza única, nadie podrá adquirir. Solo repetir que, como ya he escrito al inicio de este artículo, es evidente que el Vacheron Constantin Les Cabinotiers Westminster Sonnerie – Tribute to Johannes Vermeer es una pieza excepcional en todos los ámbitos. Ahora son queda felicitar a su afortunada propietaria.