El largo nombre de «Maître Cabinotier Tourbillon Armillaire Rétrograde» de este nuevo Vacheron Constantin ya sugiere que estamos ante un reloj especial, y así es: tanto que solo uno de estos relojes verá la luz. De todos modos, esta calidad de «pieza única» no debería sorprender a los apasionados de Vacheron, pues sin duda conocen que los relojes que nacen con el término Cabinotier en su nombre son encargos «a medida» y por tanto «únicos».
El servicio «Atelier Cabinotiers» de Vacheron Constantin nació en el año 2006 y su éxito ha sido indiscutible. En una entrevista que realizamos a Christian Selmoni (Ditrector Artístico de Vacheron Constantin) en el 2013, ya nos confirmaba que el éxito de esta propuesta obligaría a aumentar en número de relojeros y especialistas que conforman el departamento.
Desconozco cual es el procedimiento exacto para realizar un pedido al Atelier Cabinotiers, aunque dada la complejidad intrínseca a este servicio, imagino que cada caso será distinto. Supongo que se habrán producido demandas técnicamente imposibles que en consecuencia no han sido admitidas o que han sido «reconducidas» por los responsables del departamento. También deduzco que otras demandas se han podido atender sin modificar la petición inicial. No sé cual es el caso de este «Maître Cabinotier Tourbillon Armillaire Rétrograde», pero si el cliente final había imaginado y solicitado exactamente lo que ahora vemos como producto final, le ha hecho una buena jugada a Vacheron Constantin ya que le impide reproducirlo en un futuro.
Las posibles combinaciones de tipo y número de complicaciones en un reloj son inmensas. Habría que recurrir a un especialista en cálculos complejos para dar con una cifra más o menos real. Pero no todo se trata de sumar y combinar complicaciones, sino que el resultado final sea coherente. Desde este estricto punto de vista, no se me ocurre ninguna combinación más perfecta que la que nos aporta este impresionante reloj, que tan «solo» nos ofrece dos complicaciones: tourbillon e indicación retrógrada de horas y minutos.
Puede parecer engañosamente simple combinar estas dos complicaciones, pero nada más lejos de la realidad, especialmente por el condicionante que implica el tourbillon que ha implementado Vacheron Constantin, pero vayamos por partes analizando sus principios básicos de funcionamiento.
Cuanto mayor es el diámetro del volante de un reloj, mayor es la estabilidad que proporciona y en consecuencia mayor es la precisión que nos ofrece. En el mismo sentido, un doble tourbillon (como el que nos ocupa) que gira sobre dos ejes, ofrece teóricamente mayor precisión que uno convencional ya que compensa la fuerza de la gravedad tanto en las posiciones horizontales como en las verticales del reloj. Pero ambas soluciones también implican el mismo inconveniente, que es el enorme espacio que ocupan en la esfera, tanto en el sentido vertical como en el horizontal, condicionando e incluso perjudicando la correcta lectura del resto de indicaciones del reloj.
Como se aprecia en las imágenes, Vacheron ha optado por un doble tourbillon de enormes dimensiones. Además de las ventajas técnicas que ello implica, es incuestionable el atractivo visual que de ello resulta, un aspecto estético de tanta importancia en Alta Relojería como el técnico. Hasta aquí todo perfecto, pero ¿como ofrecemos una lectura correcta de horas y minutos si la jaula del tourbillon nos ocupa casi la mitad de la esfera?
La solución es tan evidente como genial: implementar un doble sistema retrogrado para las agujas de horas y minutos, lo que nos permite una completa indicación y lectura de estas dos medidas utilizando tan solo una parte de la esfera, en este caso la mitad derecha.
Como veis en la imagen de la derecha, tenemos una escala completa que a intervalos de dos, mediante números romanos, nos indica las doce horas. Los minutos por su parte utilizan números árabes de menor tamaño recorriendo el mismo semi-círculo.
La claridad de estas indicaciones es magnífica, pero inicialmente será poco intuitiva para el propietario del reloj, pues cuando las agujas indiquen el primer cuarto de la esfera, no serán, tal y como estamos acostumbrados, las 3 en el caso de las horas ni 15 en el caso de los minutos. En realidad, serán las 6 en el caso de las horas y 30 en el caso de los minutos, algo lógico ya que al utilizar la mitad del círculo, el espacio que recorre cada aguja por el mismo intervalo de tiempo es la mitad que en el caso habitual de un indice que recorre el círculo completo de la esfera.
Hasta aquí, una solución lógica y evidente desde el punto de vista funcional. Otro tema es es la enorme complejidad técnica para implementarlo correctamente. Lógicamente, Vacheron Constantin ha tenido que recurrir a la complicación retrógrada para ambas agujas, ya que cuando llegan al final de su recorrido, deben volver al inicio de la escala en un periodo de tiempo tan corto que no afecte a la correcta medida del tiempo. Así, cuando las agujas llegan a las 12 horas o 60 minutos, deben retroceder de forma instantánea al inicio de la escala para iniciar de nuevo su recorrido. Ello implica diversas dificultades mecánicas; la coordinación de las dos agujas retrogradas y el estrés que produce el fuerte retroceso de 180º de las agujas en los elementos que las controlan.
Para solventar estos inconvenientes intrínsecos a un doble sistema retrogrado, Vacheron Constantin ha recurrido aun nuevo sistema, objeto de una de las cuatro patentes de este movimiento, que, y cito textualmente: » La leva de los minutos determina el momento en el que las agujas de las horas y de los minutos vuelven rápidamente al punto de partida. De este modo, la acción retrógrada de ambas agujas se sincroniza a mediodía y a medianoche».
Como ya hemos comentado, la otra gran complicación que aporta este Maître Cabinotier es el tourbillon, complejidad mecánica que Vacheron lleva al extremo al implantar un sistema de doble jaula que alberga el sistema de escape. Una de las jaulas está ubicada en el interior de la otra y pivota sobre ella. De este modo, tenemos un tourbillon que gira permanentemente en dos ejes, compensando el efecto de la gravedad con una teórica mayor eficiencia que un tourbillon convencional. Como efecto identitario, Vacheron ha diseñado las dos jaulas de modo que cada 15 segundos forman la Cruz de Malta símbolo de la firma ginebrina.
Además, la espiral del volante que aloja la jaula del tourbillon es del tipo esférico, una geometría ideada por Jacques-Frédéric Houriet en 1814 y que en teoría mejora el isocronismo de las oscilaciones del volante.
Pero las innovaciones que comporta este sistema de tourbillon no se quedan aquí, ya que también (algo poco común en Vacheron Constantin) se recurre al silicio para su escape, concretamente se utiliza este material en el áncora y en la rueda de escape, lo que garantiza la inmunidad de estos elementos a los campos magnéticos.
Obviamente, el gigantesco tamaño del sistema de este tourbillon requiere de un espacio mucho mayor de lo habitual para alojarlo. La solución a su diámetro ya la hemos tratado con el sistema bi-retrogrado para indicar el tiempo, pero la doble jaula y la espiral cilíndrica también implican una altura descomunal. En este sentido no hay milagros y la solución pasa obligatoriamente por incrementar el espacio entre la esfera y el cristal, lo que evidentemente ha aplicado Vacheron, pero solo en el área concreta que ocupa el tourbillon.
Así, tenemos un cristal del que sobresale una cúpula en la que se aloja el tourbillon y que permite una completa visión de sus dos jaulas y de la rotación que estas realizan. Complementando la visión, Vacheron implementa una curiosa ventana en la parte izquierda de la carrura de la caja que permite observar la parte más baja del tourbillon. Con el reloj ceñido a la muñeca no resultará demasiado fácil observar dicha ventana, pero dudo que el propietario de este Maître Cabinotier Tourbillon Armillaire Rétrograde lo utilice de forma convencional. Es más probable que su destino sea una vitrina.
La caja de esta obra de arte está realizada en oro blanco y su diámetro es de 45,7 milímetros, unas dimensiones muy considerables para un reloj clásico, pero a la vez muy contenidas si tenemos en cuenta el mecanismo que aloja en su interior, el nuevo calibre de referencia 1990.
Se trata de un movimiento de carga manual, una elección lógica y coherente que permite una máxima visibilidad de su reverso a través del fondo de cristal de zafiro de la caja. Su frecuencia de oscilación es baja, de 18.000 alternancias por hora, algo que sin duda contribuye a su notable reserva de marcha de 65 horas. Una vez más, para valorar correctamente esta cifra hay que considerar la enorme energía que requieren su mecanismo retrogrado y el giro permanente de las dos jaulas del tourbillon.
Observando este fondo, apreciamos la estética decididamente contemporánea que Vacheron ha aplicado a sus puentes, con un acabado de tono antracita que se obtiene mediante un tratamiento electrolítico denominado NAC, que también se aplica al anverso de este movimiento y a la esfera.
En definitiva, una nueva obra de arte mecánica que firma Vacheron Constantin, que sin duda hará las delicias de su propietario. La parte negativa es que, como pieza única, el resto de mortales tendremos que conformarnos con las imágenes de artículos como este ya que nunca lo veremos al natural. Aunque quien sabe, quizás Vacheron decida en un futuro ofrecernos una versión de este Maître Cabinotier Tourbillon Armillaire Rétrograde con alguna variante que permita no quebrantar su condición de único. Claro que si así fuese no dejaría de ser un reloj de difícil acceso, tanto por lo limitado de su compleja producción como por su precio, a buen seguro al alcance de muy pocos.